- Desde siempre, a Josema Urrestarazu San Román (Altsasu, 1969) le ha gustado el deporte y sobre todo escalar, trepar por las rocas, un desafío con la gravedad en paredes cada más verticales. La última fue Basapiztien Eremua, en la cara norte del Cantero en Etxauri, un encadenamiento de noveno grado, lo más en escalada, sin reposos ni apoyos en los seguros, solo manos y pies en la roca. Además, lo hizo con 51 años, lo que le sitúa como el novenogradista de más edad del Estado y tercero del mundo.Pero este profesor de Educación Física le quita importancia. "Es una vía más. Normalmente me propongo diferentes retos e intento ir cumpliéndolos. Es lo que me motiva para entrenar y seguir equilibrado", observa.

Lo cierto es que el deporte es su vida, una pasión a la que le dedica todo su tiempo. "Para prepararse hay que meter horas. No hay ningún misterio. La mayor ventaja es que no tengo obligaciones familiares y me dedico a mí", observa. No obstante, señala que a la hora de entrenar no le motivan los números y que su mayor reto es seguir escalando, continuar con esa ilusión que le hace viajar por todo el mundo para probar roca y volar. Además, asegura que no le pesan los años. "Te cuesta más recuperar pero en la escalada no he notado bajón. Lo suples con la experiencia y saber estar" afirma. "Llevo muchos años entrenando y sé lo que tengo que hacer para ser fuerte. Me encanta la fisiología y hacer experimentos", añade.

El año pasado pensó en hacer ocho de ocho grados y al final hizo doce, una buena forma física que le llevó a estar a punto de encadenar Basapiztien Eremua en noviembre. Pero la meteorología se torció y con la llegada del invierno se centró en otra de sus aficiones, el esquí de montaña, modalidad en la que compite. Al respecto, este año quedó tercero en la categoría de veteranos del Campeonato de Esquí de Montaña de España con Adrián Legarra, su compañero también en la escalada. Luego llegó el confinamiento que lo paró todo aunque él seguía preparándose. Cuando llegó la desescalada regresó a Etxauri para acabar lo que había empezado unos meses antes. "Los primeros días hizo mucho calor, después la temperatura mejoró pero se puso a llover y se mojó la vía", recuerda Josema Urrestarazu.

Pero en torno a San Juan hizo tres días buenos y se secó. Había llegado el momento. "La víspera los astros se aliaron y pude lograr mi objetivo", destaca. Temprano, este altsasuarra junto con Adrián Legarra lo tenía todo preparado para comenzar con la nueva aventura, tarea complicada también para el asegurador, con algunos momentos en los que Josema Urrestarazu estaba fuera de su vista. Fueron 85 minutos una lucha entre el cuerpo y la mente, componente fundamental junto la técnica y el físico. "La primera parte es muy dura y también tiene un final muy resistente. El problema es gestionar el dolor. Calzo el 43 pero uso pies del 38 para ganar en precisión. Los pies acaban destrozados", apunta.

La de Etxauri no era su primera vía de 90 metros. Ya en 2014 encadenó Akelarre, en la Leze de Egino, otro de los paraísos cercanos de los escaladores. Y es que después de trepar por rocas por todo el mundo, se queda con las de siempre, los lugares dónde se inició y a donde vuelve siempre que puede. Lo cierto es que Etxauri es su segunda casa. "Es la escuela donde he crecido como escalador, cercana y donde tengo los colegas", observa.

Su pasión por escalar a vista, sin probar, le ha llevado a Josema Urrestarazu viajar por los cinco continentes. "Red River, en Estados Unidos, me encantó y también montes o paredes€ en Sudáfrica y Laponia", recuerda. Pero si hay una tierra que le dejó marcado fue Mongolia, a donde viajó para hacer monte. Se quedó enamorado de su inmensidad y también de sus gentes, de los tsaatan, pastores nómadas que crían renos y también los berkutchi, cazadores de águilas kazajos. "Dejamos la bici y fuimos a caballo con ellos", recuerda.

La pandemia ha obligado a este altsasuarra a mirar horizontes más cercanos este verano. Por ello, estos días ha estado escalando en Picos de Europa y dentro de unos días viajará a Bielsa para escalar en Pirineos. "Por aquí es difícil escalar a vista porque no me que ninguno. Según se presente el verano igual voy a Alemania, pero sobre la marcha", observa.

También está animado con un proyecto que lleva tiempo en su cabeza, abrir una nueva vía en Etxauri, poner los seguros con un taladro para después escalarla. Lo cierto es que las paredes de esta peña cuentan con más de 700 vías de todos los niveles, con cada vez más escaladores en sus cortados. "La juventud quiere resultados rápidos y lo dejan. Pasan de 10 a 0, No tienen mentalidad de sacrificio", observa. No obstante, siempre hay algunos jóvenes que siguen adelante. "Lo más importante es disfrutar y mantener viva esa ilusión", incide.

"En la escalada no he notado los años. Se suplen con la experiencia y saber estar"

Escalador y esquiador