- Desde niño Iñaki Villanueva Ortega ya sabía que quería dedicarse a la talla de árboles. Con solo 12 años esculpió dos espadas de madera para una obra de teatro escolar. “Le dieron las gracias a mi padre porque se pensaban que las había hecho él”, contó Iñaki entre risas. “En ese entonces hacía alguna chorrada, era un niño y nadie me había enseñado; tampoco tenía herramientas”, agregó.

Iñaki siempre se pasaba el día dibujando hasta que decidió pasar esos bocetos a 3D. Se formó en escultura en la Escuela de Arte de Pamplona. “Hasta que estudié fui autodidacta unos ocho años, así que cuando llegué a la escuela ya tenía un poco de técnica y, sobre todo, velocidad e imaginación”, explicó.

Tiempo después de estudiar, además de tallar madera, empezó a esculpir en piedra que, para él, son muy similares. Cuando Iñaki se pone a trabajar no realiza ningún boceto previo. “Nunca pienso mucho lo que voy a hacer. Si te paras a pensar pierdes mucho tiempo”, reveló el artista. Para él lo importante no es conseguir unas formas perfectas, “yo no quiero que sean así, yo busco que expresen más”. Iñaki cree que a veces, se transmite mucho más cuando algo está desproporcionado. “Hoy en día hay máquinas que lo hacen todo perfecto, para qué lo vas a hacer tú también así. Al no pensar tanto las cosas les das un plus, reflejan algo tuyo”, expresó Iñaki.

El vecino de Berriozar de 39 años también es cantante de un grupo de música llamado Khous en el que escribe canciones sobre sus esculturas y a su vez sus esculturas tratan sobre su música, “todo va ligado”.

Actualmente el artista reside en Arístregui, donde tiene su taller y todas sus esculturas. En 2014 impartió su primera clase de talla de madera. “Fue en mi casa y me animé. Después de eso empecé a dar clases sin parar”, reveló el artista. En estos momentos Iñaki tiene varios talleres en el Civivox del segundo Ensanche y en el de Jus la Rocha, donde enseña a tres grupos, dos en Berriozar a otros dos grupos y otro en Burlada. Antes del confinamiento Iñaki daba clase a unas 150 personas, pero todas las sesiones fueron canceladas por el coronavirus. “No pudimos hacer nada para sustituirlas, porque la talla de madera hay que verla para poder aprender y la mitad de mis alumnos son gente jubilada, así que no habría tenido mucho sentido grabarles un vídeo”, explicó.

Iñaki confesó que la primera vez que intentó trabajar de manera profesional como escultor no le salió bien porque era muy tímido y muy “ermitaño”. Prefería quedarse en el taller trabajando. “Era poco atrevido para enseñar mis obras y si no te mueves, si no participas en exposiciones o ferias y si no te conoce nadie es muy complicado que te hagan encargos”, destacó Iñaki.

“No siempre me he dedicado a esto, pasa mucho tiempo hasta que puedes trabajar de lo que te gusta”, subrayó. Fue entonces cuando aprendió el oficio de cantero. “Cuando acabé con eso me decidí a perder el miedo y volver a intentarlo. En la vida hay tiempos en los que evolucionas y pegas un cambio fuerte”, expresó el escultor.

En un futuro a Iñaki le gustaría ampliar su taller, porque ahora se le está quedando un poco pequeño y esta vez le gustaría que fuera en un entorno natural en el que mediante un recorrido pudiera contar el significado de cada uno de sus trabajos.

Tallar madera es muy diferente en función del objetivo, ya que no es lo mismo hacer una forma redonda, un relieve o algo más superficial. “En las clases empezamos con cosas básicas como hojas o algún símbolo en relieve, pero todo depende de tus facultades. Para Iñaki, a la hora de tallar, la piedra y la madera son muy parecidas, aunque él domina más esta última porque lleva muchos más años trabajándola.

“De hecho hay maderas que son más complicadas que las piedras, porque aunque muchas tengan veta y se puedan partir muy mal, es más previsible cómo va a romper la piedra”. Iñaki explicó que la madera sale en láminas al tallar y las fibras pueden complicar el proceso.

Otra de las ventajas con las que juegan ahora los escultores es que, “si se te rompe, la madera se puede pegar con pegamento de carpintero y la piedra lo mismo, se pega con una serie de plásticos”, declaró. El artista siempre intenta que el golpe sea bueno y no tener que encolar la pieza, especialmente en el último golpe. “Pero aún así suele pasar. Si se me rompe intento modificar mi diseño y evitar el pegamento”, destacó.

“No siempre me he dedicado a esto, pasa mucho tiempo hasta que puedes trabajar de lo que te gusta”

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