ste será, con toda probabilidad, el primer invierno que Javier Fanlo Molins y Araceli Viscarret Zubiri vivirán de continuo en Ochagavía. A primeros de marzo hicieron la maleta y se trasladaron a la casa de pueblo y desde entonces, no han vuelto a Burlada. La sensación de tranquilidad y de seguridad que han alcanzado les motiva para quedarse.

"Vinimos en marzo y aquí estamos, tranquilos y eso que soy paciente de riesgo, pero me siento seguro y bien atendido en todo momento. Vivimos en nuestra casa, no tenemos que coger el ascensor, lejos de las aglomeraciones. El pueblo es seguro, guardamos las distancias", comenta Javier. Está casado con Araceli. Entre noviazgo y matrimonio, suman 30 años. "Y ya se sabe, te casas y te haces del pueblo de la mujer". En la actualidad cuentan 62 años él y 63 ella y ambos gozan de la jubilación. Atrás han dejado la Volkswagen, y más lejos queda la Seat en la que se conocieron.

Fruto de esa unión, nació Pablo, su único hijo de 23 años, "que nos ha salido ochagaviano", comenta el padre. Pablo es uno de esos jóvenes vinculados al Pirineo, con la idea clara de vivir y trabajar en el valle; de hecho, trabaja para la Junta, es el guarda de montes en el Valle de Roncal. "Otro motivo más para volver al pueblo" apunta Araceli.

Las circunstancias, subraya, han vuelto a reunir a la familia y casa Arbe mantiene la puerta abierta a diario. "Es la casa que heredamos de mis padres y ha sido nuestro vínculo con el pueblo desde siempre. Mantenerla ha sido fundamental para vivir entre Burlada y Ochagavía, pero ahora hacemos la vida aquí".

Araceli y Javier no echan nada en falta y además, se sienten privilegiados por haber podido elegir en tiempo de pandemia. "Aquellos días nos dimos cuenta de que la vida en la ciudad era más dura y estricta. Aquí tenemos mayor libertad. Somos menos y eso se nota en todo", argumentan.

La pandemia ha modificado su vida. Quedarse en Ochagavía les motivaba, y solo les inquietaba la atención médica, ya que Javier sufre una cardiopatía. "Nos preocupaba la distancia, en el caso de que pudiera pasar algo, pero una vez superada la preocupación inicial, se sienten tranquilos al respecto y alaban la atención primaria que, en el caso de Ochagavía, opinan no ha afectado a su funcionamiento. "Estamos muy bien atendidos, sin listas de espera, el médico nos conoce bien, sabe tu historia y se muestra cercano. En casos urgentes, las ambulancias están preparadas, y esto nos da tranquilidad. En la ciudad es más duro y difícil. A veces falta personal para tanto paciente. La pandemia nos ha llevado a valorar la vida rural y la atención primaria", dicen.

Araceli y Javier disfrutan de su rutina tranquila en Ochagavía, lejos de las obligaciones, cerca de la naturaleza y respirando un aire más puro. También de la compañía y de poder compartir con su hijo el día a día. La casa agradece los nuevos cuidados. Y lo tienen claro: "Lo mejor de los pueblos es la gente, relaciones vecinales, amistad y la familia".

"Esto nos ha llevado a valorar más la vida en el pueblo y la atención primaria"

Vecinos Ochagavía/Otsagabia