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El rincón del paseante

De reyes, tiendas y regalos

De reyes, tiendas y regalos

ola personas, ¿qué tal va la vuelta a la normalidad? Servidor agradecido, la verdad, tanto trajín, por más que este año haya sido muy mermado, me cansa, uno ya está mayor.

Este ERP de hoy lo voy a dedicar al último coletazo de las fiestas navideñas: el día de reyes en su parte obsequiosa, es decir en el tema de regalos, presentes, detalles o como queráis llamarlo y en un apéndice que la modernidad le ha sumado que es la moda de poder cambiarlo todo al día siguiente. Este año ese ha sido mi caso, sus majestades no han dado ni una.

Veamos como es el asunto. Los Reyes eran una fecha señaladísima en las navidades, para empezar porque no tenían competencia, hoy en día entre Olentzero y Papá Noel Sus Majestades de oriente han perdido punch, siguen siendo los más celebrados y los que más regalos traen porque una tradición de tanto tiempo es difícil de desbancar pero como no espabilen les veo haciendo cola en el INEM.

No hace mucho, cuando los terrenos entre Mutilva y Cordovilla eran solo campos de trigo, cuando junto al Nuevo Euskal Jai eran también los campos de cereal los amos del lugar, cuando entre la calle Estella y la calle García Ximénez había un cuartel de intendencia y luego un solar para aparcamiento y cuando no existía la posibilidad de encargar a una pantalla luminosa la Biblia en solfa para que una empresa que comparte nombre con la mayor selva tropical del mundo te la plantifique en tu casa en 24 horas a un precio de risa, o dicho de otro modo: cuando no existían ni la Morea, ni Itaroa, ni el Corte Inglés, ni Amazon, ni cosas por el estilo, todo el mundo compraba en las tiendas de toda la vida y los comerciantes esperaban estas dos semanas, última de un año y primera del siguiente, como agua de mayo. Se reforzaba la plantilla, se efectuaban compras extras, se ampliaba el horario, se trabajaba en días de fiesta y se hacía lo que hiciese falta porque había que aprovechar al máximo unas fechas que permitían llenar las arcas para pasar el duro invierno. La ciudadanía que quería comprar los regalos no tenía más opción que el comercio tradicional, tiendas más o menos pequeñas, de gobierno generalmente familiar como dejaban claro sus nombres comerciales que en el 90% de los casos era el apellido del dueño. Había excepciones con nombres rimbombantes como La Perla Vascongada, La gran Ciudad de Londres o El Palacio del Niño, otros aludían a la procedencia del comerciante como Los Zamoranos o La Madrileña y otros a la política de sus precios como El Barato. El pamplonés de entonces , y ese entonces es de no hace mucho, sabía que si quería comprar para regalar algo de ropa tenía que ir a Inda, a Unzu, a Piedad, a Cuadrado, a Ferraz, a Vale o a Almacenes Aldapa, entre muchos más; si concretamente quería regalar una gabardina habría de acercarse a El Bufalo, y si un marido de posibles y rumboso quería que sus Reyes Magos fuesen señalados y sorprendiesen a su pareja con un visón, unos zorros o un astrakan, en Rome, Polo o Dimas Ibáñez encontraría su regalo perfecto. Había tiendas en las que yo por estas fechas pegaba la nariz al cristal y pasaba las horas muertas, me sabía el escaparate de memoria, como, por ejemplo, Deportes Irabia en Carlos III en donde tenían un muestrario de Scalextric capaz de satisfacer las mayores exigencias: todos los modelos de coches, las mayores cajas de circuitos completos, los más avanzados mandos, chicanes, peraltes, rasantes, en definitiva todo lo que yo deseaba y nunca iba a poseer. Los Reyes llegaban hasta donde llegaban. Si el regalado era aficionado al bricolaje se le podía comprar una Black Decker en Ferreteria Larumbe de la plaza del Vínculo o en Ferreteras del Norte en Paulino Caballero y esa herramienta le duraría años y años, lo de la obsolescencia programada no se estilaba; si el regalo iba encaminado a facilitar las cosas en la cocina y queríamos comprar una Moulinex o una buena batería tendríamos que ir a Zapatería Amorena, a Guibert o a Sanz en la calle Mayor, si buscábamos un complemento, un bolso, una cartera, un paraguas, Nagore, Erviti o Archanco estaban encantados de atendernos, si la cosa era para los niños jugueterías de toda la vida como Purroy o casa Lange eran los sitios a visitar; si el chico era aficionado al deporte Zariquiegui lo podía equipar, si en casa había un cazador o un pescador Arana o Marpun eran los ideales, si buscabas cultura en forma de discos o libros habrías de visitar Orbaiceta, Gómez, Chaston o el Parnasillo. Y así podríamos seguir desgranando todo el catálogo que conformaba un tejido comercial rico, variado y extenso que hoy languidece. Eso sí en esas tiendas y en esos tiempos la cosa de devolver lo que te habían regalado no te lo ponían tan fácil. Hasta que llegó el Corte Inglés aquí no devolvía el dinero ni dios, como mucho te daban un vale para poder canjearlo por otro producto similar, hoy la cosa es diferente.

Yo el día 7 salí con mis regalos de casa para devolverlos, así de claro, no eran del todo de mi agrado y, ante la facilidad que los nuevos comercios ofrecen, opté por cambiarlos. Llegué y€ veni, vidi, vici, me dirigí a una señorita que amablemente atendió mis requerimientos y sin traba alguna me hizo la gestión. Mientras esperaba, junto a mí había un chicarrón alto y fuerte que pedía a otra empleada si no era posible una talla más de unos calzoncillos que él llevaba en la mano, ¿siii?, ¿tú creees?, le decía su novia y entre ella y la dependienta le intentaban convencer de que no necesitaba una talla más, que esa era perfecta y para demostrárselo le ponían los gayumbos extendidos por delante de la zona afecta diciéndole que le quedaban de maravilla, él, santo varón, se dejaba hacer y convencer y al final se fue con los de talla pequeña que probablemente le causen unas apreturas de una comodidad más que dudosa. Eso le pasó por no ir a comprarse la ropa solo, cosa que yo siempre hago. Otra cosa que me llamó la atención fue la pose que una auténtica compradora ha de adoptar y esta es la de llevar el brazo doblado en L con la parte del antebrazo ligeramente levantada e ir colocando ahí una bolsa tras otra mientras andas con una postura erguida y seria por entre blusas, faldas y chaquetas.

Bien personas, ya veis que hoy ha sido un ERP atípico, el paseo ha sido comercial, éste era un paseo que se practicaba mucho, ir de tiendas, se llamaba, hoy no, hoy vas a una y ahí hay de todo, o ni siquiera eso: no sales de casa y hay más.

Hasta la semana que viene. Abrigaos.

Besos pa tos.