- "Ha sido una locura. No llegaba a desconectar en ningún momento del día". Así recuerda Erika Navarro, concejala de Sanidad y Juventud del Ayuntamiento de Tudela, enfermera de quirófano (recolocada en la UCI en la pandemia) y madre de dos hijos, los primeros meses de pandemia. Tras vivir los dramas de Urgencias, debía de ir a casa, tomar decisiones para el Consistorio y cuidar de sus hijos, en ocasiones sin dormir, hasta que su marido volvía del trabajo.

El cansancio y la preocupación permanecen ahora, casi un año después, pero lo aprendido en aquellos primeros momentos "nos marcará de por vida. A mi y a todos mis compañeros y compañeras del Reina Sofía. Salimos adelante y lo hicimos de una manera ejemplar. Estando todos unidos y dando todos lo mejor de nosotros".

Aquel mes de marzo comenzó con una decisión política dura. Una decisión dura pero amparada por el tsunami sanitario que ya se avecinaba y se intuía en el horizonte.

Erika Navarro, como concejala de Sanidad y Juventud del Ayuntamiento de Tudela, decidió suspender el concierto que habían organizado las peñas de Tudela para el Todo Joven. Un concierto, que además, era la segunda ocasión en que se tenía que anular. "La decisión de suspender el concierto fue dura porque nos adelantábamos a lo que venía. Sabíamos lo que podía afectar económicamente a las peñas, pero fuimos de la mano con ellos, todos veíamos lo que venía. Para mi esa semana de antes del estado de alarma fue horrible: Teníamos que preparar todo para lo que sabíamos que estaba llegando".

En el Hospital Reina Sofía de Tudela en aquella semana previa todo eran nervios. "Todos teníamos un amigo que trabajaba en Madrid o en la Rioja o Barcelona que iban dos semanas adelantados a lo que estaba por llegarnos a nosotros y no nos podíamos creer que eso nos fuera a llegar. Vimos hacer UCI donde nunca hubiéramos imaginado y nos tocó vivir situaciones que nunca hubiéramos creído como familiares que no pudieron despedirse de su familia. Eso ha sido lo más injusto y duro de esta enfermedad".

Erika, al igual que sus compañeros y compañeras dentro del hospital también ha tenido su momento de bajón. Cuando la presión y adrenalina de la acción se termina y da paso a la reflexión. "El bajón me llegó a mi en octubre, pensando que íbamos a volver a lo de marzo, pero a otros les llegó en el momento del confinamiento, a otros después y a otros ahora. Las vivencias del trabajo no queríamos transmitirlas en casa, era mi obligación asumir el riesgo de estar con pacientes y no podía irme a un piso sola porque no podía dejar a mi familia. Psicológicamente fue una situación muy dura. Veo por la calle a gente que estuvo en la UCI y me vienen otra vez todas las imágenes".

En ocasiones, durante el confinamiento, tras turnos de 12 horas seguidas, volvía a casa y tenía que atender a sus hijos, sin poder descansar hasta que su marido volviera de trabajar, combinando todo ello con la gestión municipal. "Tenía contacto diario con el alcalde porque la toma de decisiones era constante. He tenido la ventaja de entender cómo afectaban las decisiones. Me ha tocado hacer de poli malo en ocasiones, pero la salud de los tudelanas y tudelanos estaba por encima de todo".

"La semana anterior al 14 de marzo fue horrible, preparando para lo que venía"

Concejala de Sanidad de Tudela