esde el pasado sábado y a lo largo de todo el verano, Sangüesa presenta la muestra más original y popular extendida por la ciudad. Se compone de las obras de 27 artistas locales y tres asociaciones que llenan los escaparates de 25 comercios cerrados y que hoy recobran vida gracias a la iniciativa de la artesana Elena Carlos Lacosta, que ha sabido unir arte y propiedad en una experiencia sin precedentes.

"Una noticia me dio la idea aplicable a Sangüesa. Aquí nos conocemos todos y me pareció sencillo localizar artistas y contactar con los propietarios de los locales. La aceptación fue muy buena y gracias a su buena disposición, hemos dado vida y color a esos antiguos escaparates y aportado alegría a Sangüesa", comenta satisfecha la artesana.

Desde su local, Lo que yo hago, en la entrada a la calle Mayor, Elena Carlos, emprendedora y dinamizadora, siente el latir cotidiano de su ciudad y siempre está dispuesta a impregnarlo de vida. Así se desprende de su participación activa en movimientos culturales y vecinales como Quiero Molarte con su puesta en marcha de seis ediciones de Arte 2 (Arte al cuadrado).

La muestra habla de dos realidades de Sangüesa: la primera, que un día fue el centro comercial de la comarca y hoy se resiente víctima de la falta de relevo generacional en los comercios familiares , de las nuevas tecnologías y costumbres, así como de las sucesivas crisis incluida la sanitaria que padecemos. Y la segunda, que está habitada por un buen número de artesanos y artesanas, que muestran su trabajo en los huecos acristalados.

En total, 25 escaparates de antiguas tiendas de ultramarinos, calzados o tejidos se iluminan este miércoles sin telarañas. La experiencia propicia un repaso por el pasado comercial que devuelve al otro lado de los ventanales una exhibición sustituta de las viejas mercancías con actividades de arte y cultura: pintura, escultura, grabado, arte textil, madera, litografía... Todas con nombre propio y un logotipo común, editado por el Ayuntamiento, así como el plano que traza el itinerario.

"Cada artista se ha responsabilizado de la cristalera que le ha tocado en suerte. Solo los grandes espacios se han reservado a las esculturas o a las asociaciones", añade Elena.

Comienza en la calle Mayor con la obra de Aser Longás Crespo, arquitecto y escultor, que disfruta y comparte el privilegiado escaparate con vistas a Santa María con las esculturas de su tío Joan Escudé. Por su parte, Mila Boj Prieto presenta su obra gráfica en la que fue la tienda de su tío, Jesús Prieto, una casualidad que le ilusiona. "La gente pensaba que se abría la tienda", apunta como anécdota.

La sensación y el comentario se repetían al ver un movimiento que "ha empezado por la limpieza", recalca Joaquín Grau Tasa. El autor presenta en la calle Jenaro Vallejos dos óleos relacionados con el impacto que la pandemia ha tenido en la vida cotidiana. "La pintura como terapia, como fuente de emociones, como reflejo de la realidad", reza su cartel de presentación. Cada cual adjunta su mensaje. Es el caso del arte textil y reivindicativo con nudos de Enara Lariz Aparicio en la calle Balate.

Son algunos ejemplos de las voces del arte que reconocen la brillantez de la idea. "Elena tiene capacidad para remover las aguas", expresa Aser.

Escapararte, la bella fusión de los viejos ventanales con el arte local, es también un estímulo para Sangüesa, para salir a recorrer la muestra, que sorprende.