l día 18 de agosto, sin solución de continuidad, decenas de habitantes del territorio Xareta y la cuenca del Bidasoa, los vecinos y quienes acuden al anual cónclave gastronómico, piensan en Zugarramurdi. Invariablemente, desde el año 1911, cuando Andrés Pery, el hijo de Barrantxea (Barrenetxea), regresó de Argentina e invitó a los hombres del pueblo a un asado de cordero al estilo de la Pampa, se continúa haciendo todos los años, menos...

"No habrá zikiro tampoco este año, claro que lo vamos a sentir, pero habrá que tener paciencia", explica Koro Irazoki, una de las personas más activas y conocidas en la organización de actividades culturales y festivas y en la promoción de la historia y las leyendas de brujería relacionadas con Zugarramurdi. Será así, por supuesto, y lo sentirán no sólo los zugarramurdiarras sino también las decenas de gentes que, con singular fidelidad, acuden desde todos los rincones de Euskal Herria. Y por el motivo conocido que ni vamos a citar.

El zikiro de Zugarramurdi, se puede afirmar que pionero en Euskal Herria, es una fiesta en la que se cocinan la piperrada (fritada de hortalizas con carne de ternera), el caldo, el asado propiamente dicho, y se consume queso de oveja del país, bien regado con el vino refrescado en las aguas de Infernuko Erreka, y se culmina con el "café completo" que espera su turno en las típicas marmitas que se usan para la leche. El menú de costumbre.

Desde la que se considera la primera edición, las cosas han cambiado en el zikiro-yate pero tampoco mucho, ya que, en lo fundamental se mantiene como hace 110 años. Parece que, en origen, el asado era de carnero (zikiro, en lengua vasca) que con el tiempo se sustituyó por el cordero (bildots) de carne menos correosa y más asimilable para el estómago. Y el número de los comensales, gentes del pueblo y algunos invitados, se fue incrementando según trascendía la fama de la comilona, hasta que se limitó la asistencia porque la demanda no cesaba y el asunto se estaba haciendo imposible.

Para los zugarramurdiarras el zikiro yate es más que una comilona. Es la ocasión de hacer felices a los 800 afortunados comensales (el máximo establecido) pero de fortalecer su buena vecindad. Todos, desde los más veteranos a quienes se inician en la faena, disfrutan desde que se colocan los leños y se enciende la gran fogata hasta que los últimos de la fila, abandonan la comilona en kalejira de las cuevas al pueblo, donde cada uno se lo monta a su aire.

Esclavizados por esta miseria que nos trae a mal traer, el 18 de agosto pasará y no habrá zikiro yate en Zugarramurdi. La cueva más famosa en el mundo mundial del cuento de la brujería no acogerá a los entusiastas gargantúas, capaces de comer hasta de rodillas, y la gran familia zugarramurdiarra no recibe este año para saciar a su amable feligresía. Paciencia, habrá una próxima ocasión porque, como dice Koro Irazoki, "las buenas costumbres hay que conservarlas".