La historia del santuario de Codés es una nebulosa en la que se mezclan con normalidad realidad y leyendas, devoción religiosa con mitología local, luchas intestinas entre las diócesis de Pamplona y Calahorra, además de unos orígenes inciertos donde la fiabilidad de los datos puede ser cuestión de fe, a falta de otros rastros históricos que en él fijen un mayor rigor académico.

Un edificio originario que se levanta en pequeñas dimensiones en la Baja Edad Media pero que atrajo inquietantes olvidos tras sus destrucciones en los siglos XI y XIX, ésta en la última guerra carlista. Su historia reciente arrancará de nuevo en los albores del siglo pasado, alcanzando de nuevo un esplendor cuyas brasas hoy sobreviven ya sin fuego. En medio de este caos, Rafael Korres se propuso la tarea de recoger todo el material existente y hacer realidad el proyecto titánico de "escribir desde el amor una historia documentada y entrañable de Codés, de la Virgen y el santuario", afirmó el autor del libro Codés: una bella, popular y milenaria historia de amor, fe y confianza.

El autor es vecino de Torralba, localidad en cuyo término municipal contó hasta con 12 ermitas, y donde se encuentra esta basílica que cuenta también con hospedería refugio, bar, restaurante y un frontón de pelota en las estribaciones de la sierra de Codés y a la sombra del monte Ioar.

"Para mi generación Codés fue fundamental, nos educó a la manera de entonces", afirmó este torralbés que pasó 25 años de su vida en Venezuela, donde estudió filología hispánica en la Universidad Central de Caracas. Un tiempo en el que tuvo siempre muy presentes las historias y leyendas que le habían contado en su niñez y que, en la distancia, recreaba enmarcándolas en el impresionante paisaje que rodea su pueblo: "este santuario no sería lo mismo si no estuviera en el enclave de Codés".

Tras su regreso, Korres pasó varios años en la junta del santuario y fue entonces cuando decidió que Codés se merecía un libro que recogiera su larga y entrecortada historia. "Es un tema que se cruzó en mi vida y tenía que hacerlo", comentó Korres, autor también de tres libros sobre temas de patrimonio inmaterial de su pueblo y del valle de Aguilar de Codés.

En su labor, el autor ha incorporado también en la autoría de esta obra a Fernando Bujanda, otro torralbés ya fallecido que fue uno de los escasos escritores que recogió parte de la memoria del santuario en Historia de Codés (1966). "El monasterio era lo principal y el pueblo, cercano o distante, era lo secundario y como una más de sus pertenencias", escribió Bujanda.

En la fusión de las visiones de Bujanda y Korres esta obra de Codés cobra importancia porque da pistas; desbroza y descubre caminos que nos hacen vislumbrar desde su origen allá por el siglo VIII, hasta su primera destrucción, "Codés pudo ser arrasada por Almanzor ya que se sabe que en dos ocasiones llegó hasta Estella". Lo cierto es que Korres sigue el rastro del monasterio de Codés que se pierde hacia el año 1000 y no aparece hasta dos siglos después, si se da por bueno el sorprendente hallazgo entre arbustos de la imagen de la virgen o si se admite que fue escondida en alguna de las ermitas de los alrededores. "Los fundamentos históricos en este caso son pura leyenda" y tampoco hay manera de conocer el origen de la imagen mariana que supuestamente aparece en el siglo XIV adelantando la expresividad gótica de un figura que llevaba oculta varios siglos.

Pero es que todavía hoy se duda de los cambios realizados tras las tres restauraciones de la imagen de la Virgen el pasado siglo XX, la última de la cuales dio que hablar ya que los mismos vecinos aseguraban que la escultura recibida "no era la misma que se llevaron a Pamplona".

Con todo, la obra recoge también las fortaleza de una advocación a la virgen como generadora de protección "y una verdadera fábrica de milagros durante los siglos XVII y XVIII", algo que consiguió mantener la atención y la absoluta veneración de los vecinos de esta parte de Navarra, y de las poblaciones limítrofes de La Rioja y Álava sobre el cenobio.

Pero el libro de Korres también es un paseo por el patrimonio cultural, poético y artístico de este rincón de Navarra cuya ruta del camino de Santiago se jalona de edificios románicos. Como Torres, Learza, Ubago, Cábrega, Aguilar y Torralba. Una franja montañosa y por lo tanto un lugar estratégico a donde se trasladó la frontera con Castilla que los distintos reyes de Navarra llenaron de fortificaciones.

Un lugar mágico

Los paseos que Korres propone al lector entran y salen de Codés como un juego del laberinto que sirve para buscar la salida o la entrada a un mundo en el que la creencias populares se alimentaban con leyendas, "la iglesia siempre ha querido que la gente sienta la religión pero que no la estudie". En vista de ello Korres propone que el santuario no solo sea un centro religioso si no que sea punto de encuentro donde se impulsen distintas iniciativas culturales, deportivas "y si alguien quiere venir a rezar que venga". Un lugar mágico cuyas vistas avanzan en los cuatro puntos cardinales. "Codés tiene que ser un punto estratégico para el futuro de la zona. No sería descabellado que alguien pensara en la construcción de un teleférico que pusiera al alcance de todos las vistas inigualables de Ioar", finalizó Korres como colofón a la presentación de un libro repleto también de fotografías históricas y otras realizadas por el marista Jesús Mª Martínez. Un álbum familiar y académico de Codés, uno de los tesoros más desconocidos hoy día de Navarra y que ya se merecía tener por fin su propio libro para estudiar y comprender una buena parte de la nebulosa historia de este enclave.