-El 16 de julio de 2012, el joven pamplonica de 27 años, Xabi Aramburu, empezó su andadura como guía en la Catedral de Pamplona. Por aquel entonces el de Iruña todavía seguía cursando el grado de Historia en la Universidad de Navarra. De allí que se presentara como "amante del arte, de vocación tardía, falto de estudios sobre arte o arquitectura y autodidacta en el conocimiento del templo y en la historia de la ciudad". El Boletín de la Comisión de Monumentos, el Príncipe de Viana, los Cuadernos de la Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro, la España Artística y Monumental y el Boletín de la Academia de Bellas Artes de San Fernando formaron el particular fuente de conocimiento de Aramburu.

En definitiva, su curiosidad por el punto neurálgico de la capital le ha llevado a prepararse minuciosamente todas sus visitas guiadas. Hace poco, por ejemplo, Xabi averiguó e hiló el significado de las formas geométricas con la Catedral para luego exponer a un grupo de matemáticos. Según este, la capilla Barbazana - una de las estancias del claustro - tiene una superficie cuadrada que representa lo terrenal y una bóveda octogonal que simboliza un intento de paso a lo circular, a lo gótico, a la deidad.

Como bien se sabe, la actual catedral gótica es la sucesora de otra románica tan voluminosa como la actual. Es más, es la segunda más grande del Camino de Santiago, después de la de Compostela y la única del Estado que conserva las dependencias canonicales como son el refectorio - el comedor de los canónigos -, la cocina donde se encuentra una chimenea de unos 27 metros o la cillería la cual actualmente hace la función de almacén.

Para Xabi, el templo es un fenómeno incomprendido ya que para él es más que una iglesia, un simple edificio, un estilo arquitectónico o una Historia encerrada en sus muros, tumbas, libros o documentos. "La Catedral trasciende a cada uno de esos elementos porque es la unidad de todos ellos", afirma el navarro. Y continúa: "Sin conocimiento no se puede tener la percepción real de lo histórico, enigmático y simbólico que es". Por eso, Aramburu exige autocrítica: "Nos gusta ver y admirar los lugares, monumentos, edificios, que visitamos cuando viajamos, y desconocemos los de casa". Y sugiere: "Si después de bajar de la torre de observar la campana María y las impresionantes vistas de la Cuenca, tras cuatro horas de paseo entre piedras tan dignas, te echas un pote con un pincho y la mañana es redonda".