- Si bien el pasado año no pudo ser, el sonido de los cencerros volvió ayer a guiar a los Reyes Magos por las calles de la villa. Y es que Melchor, Gaspar y Baltasar tienen un recibimiento especial a la vez que sonoro en Altsasu, con cencerros. Al frente iba otro monarca, un mandato que se renueva cada 5 de enero y que es decidido por la suerte. No en vano, tal honor recae en el niño o niña que encuentre el interior de su bollo una sorpresa. Así, el azar quiso que fuera Martín Sánchez Urizar, de 6 años, que a pesar de su corta edad, salió airoso de su cometido.

La cita era al atardecer, anunciado por cientos de txikis y mayores que realizaron una primera carrera por el casco viejo que también sirvió para entrar en calor. De vuelta en la plaza, y en dos filas para que hubiera orden, comenzó el reparto, en torno a 300 bollos. Costó saber quién era el nuevo rey, hasta el punto de comenzar un segundo reparto. Pero Martín hincó el diente a la pequeña figura oculta en el bollo, con gran alborozo entre la chavalería.

Elegido el rey llegó el momento de su proclamación. Con el Himno de Navarra como banda sonora, recibió de su predecesor Unai Gómez Lopez de Goikoetxea, el narru o piel de oveja que cubría su cuerpo. Iba sujeto por un cinturón con doce ezkil o pequeños cencerros, uno por cada mes del año. Una txapela y una makila o vara de mando completaban la vestimenta. Tras cumplir el protocolo, los txikis salieron a la carrera en busca del heraldo de los Magos de Oriente para mostrarles el camino al portal. Como recuerdo de este día, recibió un pequeño cencerro de plata.

Tras el parón del pasado año, esta escena se repite desde 1976, cuando Enrike Zelaia y Luis Mari Lopez de Goikoetxea recuperaron una antigua constumbre que desapareció en los años 50. Precisamente, la llegada de los Reyes Magos con la cabalgata hizo que se perdiese la costumbre de los niños y niñas de llamar a Melchor, Gaspar y Baltasar con cencerros, sonidos purificadores habituales en las celebraciones del solsticio de invierno. Dos décadas después fue recuperada con nuevos aires, integrándose en esta fiesta como acto de bienvenida a sus Majestades de Oriente. Para su puesta en escena el akordeoiari se inspiró en el Rey de la Faba, dándole el sentido de recibimiento y guía. Más de cuatro décadas después de andadura, se ha convertido en parte fundamental en las celebraciones de la víspera de Reyes, envolviendo de más magia aún si cabe la noche de la ilusión.