Dejaron atrás su Argentina natal en busca de seguridad y nuevas oportunidades, algo de lo que actualmente disfrutan en la Comunidad Foral. Él en diciembre de 2019 y ella en marzo de 2020, Sebastián Matías Bonetti, de 43 años, y su mujer María Soledad Carnevali, de 40, dejaron la ciudad de Santa Fe -tierra natal de Sebastián- donde residían con su hija de 16 años ante la inestabilidad política, económica y social en la que está sumida Argentina, donde ambos trabajaban “horas y horas para poder pagar el alquiler y nada más”.

Así, “para escapar de la corrupción y la violencia que ha inundado las calles de nuestra tierra” -dice Sebastián-, el matrimonio comenzó a explorar alternativas a la caza de un mejor nivel de vida que terminaron por encontrar en Burlada: “Tengo un tío que regenta un Ogipan en Pamplona hace casi diez años, por eso vinimos a España con el propósito de hacernos con una de estas franquicias”, explica Soledad.

De esta forma, tras un año de trámites y papeleo -entre los cuales Sebastián consiguió la nacionalidad italiana-, el argentino llegó a Pamplona y tan solo 15 días después comenzó a trabajar en una gasolinera, profesión a la que se dedicaba en Santa Fe y en la que sigue a día de hoy. Tres meses más tarde, a la vez que su mujer llegó también el confinamiento a causa de la covid-19, algo que dificultó la adaptación a su nuevo hogar.

Unos argentinos por otros

Una vez la vida dentro de la pandemia se “normalizó”, Soledad comenzó a trabajar en un supermercado, algo a lo que nunca se había dedicado ya que era docente de música en su Argentina natal, una etapa de su vida “ya cerrada con llave” y que no cree que vaya a retomar. “Tendría que estudiar cuatro años más para ejercer de profesora aquí, y no es algo que tenga en mente. Ahora tengo otro trabajo que también me gusta y unos objetivos que cumplir”, asegura.

Ahora, tras haber estado un tiempo ayudando al tío de ella en el Ogipan de Pamplona para coger tablas en el negocio, hace ya un mes que el matrimonio se lanzó a la piscina y regenta su propia franquicia, pero en el número 40 de la calle Mayor de Burlada.

Así las cosas, Soledad y Sebastián han cogido el relevo de Dora Ester Camarero-Mayer y Gustavo Revelant, otro matrimonio Argentino que ha estado al frente de este Ogipan los últimos 18 años. Por “casualidades de la vida”, resulta que Dora y Soledad ya se conocían, y es que sus historias son paralelas. Ambas impartieron clases en el mismo colegio en La Paz (Argentina) e incluso Soledad llegó a impartir clases a la hija de ‘Dorita’, una relación que facilitó su aterrizaje en Navarra.

Al pie del cañón

De 5.20 a 15.00 horas y de 16.30 a 20.30 horas, Soledad prácticamente vive en la panadería. Por su parte, al terminar su jornada laboral en la gasolinera, Sebastián ayuda a su mujer para sacar adelante el negocio. “En Argentina trabajaba 13 horas al día, de lunes a sábado. Aquí también trabajamos las horas que hagan falta y a cambio solo esperamos la respuesta de la gente. Lo más gratificante para nosotros es que se vayan contentos con nuestro servicio y atención”, asegura el argentino.

Agradecidos por el recibimiento y la amabilidad de los y las burladesas, el objetivo que persigue el matrimonio es el de asentarse en la localidad. “El cambio de propietarios en un negocio siempre es un desafío. Los anteriores dueños vendían pan a señoras y señores que ahora tienen nietos a los que les vendemos el pan nosotros, es algo que queremos mantener. Además, es importante captar a nuevos clientes y ofrecer cosas nuevas para mantener el negocio vivo”, cuenta Sebastián.

A pesar de haberse adaptado a la Comunidad Foral sin mayor problema, el matrimonio admite que el principal reto para ellos ha sido el cambio de moneda -del peso al euro-, algo a lo que poco a poco van pillando el tranquillo. Además de esto, el cambio más notorio ha sido la gastronomía, también en lo que atañe a la panadería. “Aquí no hay criollitos -bollos de sal con manteca- ni empanadas. Otra gran diferencia es que en Argentina, por lo general, la bollería y las tartas son más artesanales, aquí se venden productos congelados. Aún así, he de admitir que he probado todo lo que vendemos y esta muy rico”, asegura Soledad.