La tienda oficial, las taquillas, el Bodegón y el Txoko, los videomarcadores, los asientos rail seat de Graderío Sur y hasta unos periodistas que narran los partidos de Osasuna desde unas cabinas de papel de acetato.

"Me he dado cuenta de que soy un poco manitas, pero hay cosas que no me han cuadrado exactamente porque no soy arquitecto, conduzco villavesas", asegura el txantreano Mikel Fernández, 36 años, que ha construido una maqueta de El Sadar a escala 1:200 que triunfa en las redes sociales.

Hace seis meses, Mikel entró a la bajera familiar de la Txantrea y fijó la mirada en el Camp Nou de madera - hecho por su padre hace 27 años-, que le retrotrajo a su infancia.

"De pequeño, me gustaba el Barcelona y fuimos al Camp Nou a ver un partido contra el Deportivo de La Coruña. El campo me impresionó mucho y a la vuelta mi padre me construyó una maqueta del estadio de madera. Cuando la volví a ver, pensé 'joe, El Sadar que es nuevo, por qué no lo intento y a ver qué sale'. Seguí las instrucciones de mi padre y terminé hace dos semanas", relata.

El césped, que cumple las dimensiones oficiales de un terreno de juego, es lo primero que diseñó. "Es una moqueta con un fieltro verde que pegué sobre una base de madera", explica.

Tras ello, pintó las líneas, colocó las porterías -palos de chupa chups y redes de una cesta antigua de su madre-, los banquillos, las salidas de emergencia y hasta los asientos del personal médico de Cruz Roja que atienden a los jugadores cuando sufren algún percance o se lesionan.

Con el terreno de juego listo, prosiguió con la grada, de cartón pluma, que montó "escalón a escalón", apunta. Los diferentes niveles de la grada se apoyan sobre tablones de madera y los asientos, rojos y azules, son diminutos trozos de PVC que recortó y pegó a mano. "Es lo que más trabajo me llevó", comenta.

Por último, colocó el techo -un cartón rojo ondulado-, escribió C.A. Osasuna con vinilo en la fachada exterior y para rematar introdujo una tira de LED. "Tiene diferentes posiciones y con un mando cambio la iluminación", señala.

Mikel también ha recreado con precisión los aledaños del estadio: la calzada de la calle Sadar, los pasos de cebra, las plazas de aparcamiento, coches estacionados, farolas, los bares el Bodegón y el Txoko, la tienda oficial, las taquillas y las puertas de acceso, que están numeradas en el mismo orden que en la realidad. "Una tarde me fui con el coche, di la vuelta entera al campo y apunté el número de cada una", indica.

El Sadar es la primera maqueta que construye y por eso no ha quedado perfecta. "Quería poner todos los asientos, los 23.576, pero no ha podido ser", lamenta.

Tampoco fue capaz de iluminar el estadio por fuera y que los marcadores fuesen digitales. "Al final, lo vi un poco inviable, no me da para más", bromea. Estas manualidades, expresa, las realizó en una habitación de su casa. "Monté el tinglado y metí horas, horas y horas", comenta.

Rojillo "fiel"

A Mikel el fútbol le empezó a gustar con 10 años y su equipo favorito, sorprendentemente, era el Barcelona, "pero solo me duró dos años. Mi padre comenzó a llevarme a El Sadar y ahí me hice de Osasuna. Desde entonces he sido fiel", confiesa.

Mikel fue socio durante bastantes años, pero se borró cuando entró a trabajar como chófer de villavesas. "Me comía todos los fines de semanas y las noches y lo vi inviable", recuerda.

Aún así, continuó siendo "fiel", veía los encuentros y hace cuatro años volvió a formar parte de la parroquia rojilla. "Al llevar 15 años, trabajo menos fines de semana y los puedo cambiar más fácil", recalca el conductor de la línea 2, 11 y 20.

Por ahora, avanza, no hay ningún otro proyecto a la vista, aunque piensa restaurar la maqueta del Camp Nou de su padre. "Está un poco destrozada y le faltan cachos porque han pasado 30 años. Estaría muy bien como homenaje".