Han conseguido que se ahorren un viaje de 5 kilómetros a pie cargados con garrafas de agua gracias a una nueva canalización. Que puedan dar clases en el interior de un aula en vez de bajo la sombra de un árbol, y hasta un hogar de acogida para 20 niños y niñas que les garantiza, además de un techo, el acceso a una educación de calidad, una buena alimentación y revisiones médicas anuales. Un nuevo almacén, dos vacas y un huerto después, han logrado -sobre todo-, crear un vínculo especial con una familia para la que las grandes distancias no existen. Porque en Tsunza, en un poblado de Kenia a más de diez mil kilómetros de distancia, saben corear el nombre de Barañáin. Lo llevan grabado en su corazoncito, a este municipio comarquero y a sus gentes, que llegan cargadas cada año con una mochila llena de nuevos proyectos.

La Barañáin-Tsunza se ha convertido en una carrera totalmente consolidada en el marco del Barañaingo Eguna. Una fiesta más, y más grande si cabe, porque crece en cada edición y consigue, a través de la ONG Children of Africa, que cada vez más personas se impliquen con este enclave sureño del distrito de Kinango. "Muchos son vecinos y vecinas de Barañáin pero también viene gente de fuera. Hace años incluso participó un grupo de franceses", cuenta Pablo Idoate, uno de los promotores de esta iniciativa que nació allá por 2016 para recaudar fondos destinados a diferentes proyectos.

Consiguieron entonces, hace seis años, que se inscribieran 700 personas -"nunca antes había habido tantas en una carrera en Barañáin"- y recaudaron 6.500 euros para hacer realidad Makuti Childrens Home, la casa de acogida. En la segunda edición sumaron 800 inscritos y 7.500 euros, y en 2018 se superaron con más de 1.000 participantes y 9.000 euros recaudados, su mejor marca, que prácticamente igualaron al año siguiente.

En 2020 la carrera tuvo que ser cancelada por la pandemia y en 2021 optaron por una versión online, "nos sorprendió porque tuvo muy buena acogida", reconocen Javier Izuriaga, Itziar Pérez De Heredia, Ana Arbeloa, María Yoldi y Ana De Julián, también promotores junto a Santi Galarza, con los que colaboran Iker Zuazu y Óscar Rubio en temas de logística y página web. Cosecharon 650 dorsales y 4.250 euros que permitieron terminar la construcción de un aula en la escuela de Mkilo. Este año el dinero recaudado se destinará a Cape Of Good Hope, la primera escuela fundada por Children of Africa en Tsunza, que cuenta todavía con varias aulas sin amueblar o terminar.

La carrera es este sábado y animan a todo el mundo a participar: las inscripciones están abiertas hasta el mismo día de la cita aunque las camisetas, por 10 euros, se agotan pronto. Explican los voluntarios y voluntarias que desde la primera edición "se habló con la Jai Batzorde para integrar la actividad en el Barañaingo Eguna, y es un día que aúna deporte, solidaridad y fiesta. Hay música por el recorrido, una txistorrada al final€ Se crea muy buen ambiente. También hay gente que se inscribe pero no corre, lo hace para colaborar -valoran-. Ahora son dos eventos inseparables".

Voluntariado

Todos han estado en Kenia, en Tsunza, dando forma a esos proyectos, conociendo la realidad del pueblo en un entorno, dicen, en el que el tiempo parece detenerse. Algunos han ido más de una vez y aseguran que es una experiencia que "engancha" porque -más allá de la carrera-, señalan que la labor del voluntario casi comienza a la vuelta, una vez que regresan a Barañáin. "Somos sus ojos para transmitir su realidad aquí y poder mandar algo de dinero que nos permita realizar todos esos proyectos que son tan necesarios", indica Arbeloa. "Y a pesar de tener poco, su hospitalidad es increíble. Están siempre con una sonrisa", recuerda Yoldi. También Izuriaga asume que "desarrollas un vínculo muy fuerte, es un intercambio cultural y al final dejas gente alli que es como tu familia. Pero lo importante es lo que se hace aquí, después, para darle fuerza al proyecto".

Carrera Barañáin-Tzunza

Carrera Barañáin-Tzunza

Mientras allí, a esos casi 10.000 kilómetros, también han comenzado los preparativos para celebrar, el mismo sábado, la Tsunza-Barañáin. Cambia el verde del Parque del Lago por el color arena de los caminos y la cuesta del Lagunak por una inmensa llanura, pero es la cita ineludible en la que participarán decenas de habitantes del poblado y zonas limítrofes con la que, además de recordarles, también les esperan. Y es que después de dos años sin verse todos están con ganas.