yer domingo se celebraba la festividad del Corpus Christi y el viernes, 24 de junio, san Juan Bautista es cuando la iglesia católica conmemora su natividad que este año coincide con la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. Pero antes, pasado mañana, día 21, tiene lugar el solsticio de verano, su inicio a las 09,15 (horario universal) en el día más largo del año(dura 15 horas) y la noche más corta, sólo 9 horas.

El verano (uda en euskera) es, como ninguna otra estación, el tiempo del sol (iguzki o eguzki de los euskaldunes) y la más luminosa de las cuatro del año en la mayor parte de las culturas. En la mentalidad popular vasca, el sol tiene la virtud de ahuyentar a los malos espíritus de la noche, de la oscuridad.

Las hogueras que se encienden por todo el mundo en la noche del día 23 se prendían en un tiempo del que ni hay memoria el día 21, solsticio de verano, y en realidad tienen un origen pagano que el cristianismo asoció al nacimiento de san Juan Bautista y trasladó a su víspera la antiquísima tradición.

La creencia de que el fuego ahuyenta a los malos espíritus y purifica el alma tiene origen celtico y está desde antiguo muy arraigada en la mentalidad sencilla de las gentes, quizás por un simple impulso emocional. La Biblia dice que San Zacarías, esposo de santa Isabel, prima de la virgen María y la madre de san Juan Bautista, hizo encender una hoguera para anunciar el nacimiento de su hijo.

Conscientes de alguna forma del fenómeno solsticial, las gentes subían a los montes y prendían hogueras "para pedir al sol, que era el símbolo de la vida, que se quedara entre ellos", cuestión ahora de forma festiva que aunque sin la simbología antigua continúa vigente. En un tiempo, la gente del campo en Euskal Herria saludaba así la salida del sol: "Agur, eguzki ederra, etorri zerutik lurrera, illuna desterratzera..." (salud hermoso Sol, ven del cielo a la tierra, a desterrar la oscuridad...) antes de iniciar la labor diario.

La noche de San Juan es una de las más esperadas por niños y mayores, se encienden y alimentan hogueras con todo tipo de objetos susceptibles de arder (madera, papeles, cartones...) y las llamas se alzan orgullosas al cielo. Hechizados por el magnetismo del fuego, los niños, jóvenes y la gente mayor que se encuentra en buena condición física saltan la hoguera, mientras los ancianos recuerdan que ellos también lo hicieron en su tiempo.

Es la época del fuego y por contraste del agua, los dos elementos primarios y fundamentales, rituales paganos acomodados a la religión, cuando la gente creía prohibido subir a los árboles y que no debía cortar ramas y troncos para uso doméstico, pero sí ceremonial.

Hace unos años, incluso hoy en día hay familias que mantienen la tradición y colocan en la parte más alta de su finca una rama de elorri txuri (espino albar) y al amanecer, se ponían enramadas en la puerta de las casas. "Día de San Juan: 24 de junio de 1933. Fui a Santesteban en el tren; al pasar por Sunbilla, vi que todas las casas de este pueblo estaban adornadas con ramas de árboles de diferentes clases", contaba Pío Baroja.

En San Juan se peregrina a determinadas grutas o fuentes donde brotan aguas que se consideraban medicinales o milagrosas. Un lugar de peregrinación que mantiene más firmeel aspecto arcaico es la ermita o gruta de San Juan Xar de Igantzi. Los naturales y muchos del entorno,acuden monte y campo para llegar a la "fuente milagrosa" que con sus tres caños brota rodeada de espesa vegetación muy cerca de la imagen del santo, en un nicho tallado en la piedra natural, y dejan vendas que cubrían sus heridas y escriben en piedras de la humilde ermita sus nombres y peticiones.

En Oitz, en Malerreka, llevaban las mujeres a la iglesia el día de San Juan unas crucecitas de palo y unos ramos de laurel para bendecir, que luego colocaban en los campos labrados hasta que, al año siguiente, con la misma fecha, las quitaban para renovarlas. Era con quellos viejos ramos de laurel con los que encendían las hogueras sobre las que se pasaba o saltaba.

En todo el País del Bidasoa, como en tantas partes del mundo, se encienden hogueras, también en los pueblos de Baztan, y en los últimos años al ser el inicio de sus fiestas patronales y en fin de semana esta vez, muchos llegan a Arizkun a disfrutar o saltar en los fuegos que se abren a la puerta de las casas. El espectáculo de la hilera de hogueras por las calles de tan curioso nombre, Txuputo, Tximindo y Larrainkarrike, mientras doblan las campanas de la parroquia y suenan el txistu y el atabal, es de lo más atractivo.

"¡Sarna fuera; ona barnera eta gaixtoa (txarra) kanpora!", se ha dicho desde siglos al saltar sobre el fuego. Ya no tanto por razones o creencias mágicas o curativas, pero con idéntica ilusión y hasta alegría que nuestros antepasados.

La creencia de que el fuego purifica el alma y el cuerpo está desde antiguo muy arraigada entre la gente sencilla

Encender hogueras tiene un origen celta y pagano que la iglesia asoció al nacimiento de San Juan Bautista