Este domingo Olite ha viajado seis siglos atrás en el tiempo. La plaza de la villa fue invadida por los caballeros que combatían su honor, el emblemático castillo cobijó a los panaderos que elaboraban el pan en el horno de leña, y las calles, que lucían banderolas de antaño, fueron asaltadas por carros que trasportaban a niños vestidos de la época.

El domingo los amantes de la historia se acercaron hasta Olite para celebrar las Fiestas Medievales de la localidad, que tras cuatro días llegaron ayer a su fin.

A las 11.30 horas, a pleno sol, la plaza Carlos III albergó una sorprendente exhibición de combates entre caballeros. Era tal el calor, que el público pagaba por ubicarse en la sombra. Los menos afortunados, en cambio, no tuvieron otro remedio que equiparse bien – con gafas de sol, sombrero y botellín de agua–, y entregarse al espectáculo.“¡Qué meritazo tienen! Con el calor asfixiante que hace cualquiera se viste con semejante armadura...”, comentó Isabel Lerga. Su marido, que resoplaba sucesivamente, le asintió y añadió: “Estarán bien equipados, pero con las leches que se pegan, algo les tiene que doler”.

Tras 20 minutos de suspense y sudor, el público de Olite agradeció a los caballeros el esfuerzo realizado. Metidos de lleno en el ambiente, la mayoría de la gente optó por curiosear los distintos puestos que rodeaban el emblemático Castillo de Olite. Había todo tipo de tiendas: de alimentación, artesanales, musicales, joyerías...

“Llevamos mucho tiempo viniendo aquí. La pandemia nos dejó tocados, pero hemos vuelto con más ganas que nunca, y creo que la gente también. Estamos vendiendo todo tipo de panes: de nueces, de chocolate, de cebolla...”, señaló el italiano Mauri De Santis del Mundo Pan, uno de los pocos puestos internacionales que se encontraba en las Fiestas Medievales. A diferencia de De Santis, no todos creían que las calles de Olite estuvieran a rebosar. Peter, el propietario de Cervezas Artesanas de Olite, tuvo la sensación de que la gente estaba menos animada que en las anteriores ediciones. “Hoy hay menos personas que nunca”, destacó el holandés afincado en Olite hace 30 años. 

La Cervecería de Olite no era el único puesto de origen nacional. La plaza Carlos III también acogió el taller Dmay de Valladolid, Plantas Medicinales de Andalucía, el Embutido de Viana o Poxtiñeneko, que vende el queso de Arbizu

Pese a la bajada de asistencia, los bufones y las artistas de la Corte no dudaron en ambientar las calles de la localidad, que lucían banderas de antaño. Los músicos también tuvieron su protagonismo. Mientras los turistas combatían el calor tomando un helado o una cerveza, los gaiteros y los juglares amenizaron la mañana con alegres melodías.

Con los termómetros rozando los treinta grados, a las 12.30 horas, desde la Plaza de los Teobaldos, el Cortejo Real, compuesto por la compañía de tambores, de aves rapaces, de arquería, entre otras, desfilaron durante una hora por las rúas del municipio provocando el asombro de las personas congregadas en las zonas sombreadas. Al final del recorrido, varios de los participantes deleitaron al público con unos bailes de lo más medievales. “Es mi cuarto año que vengo a ver el desfile y no me canso de apreciarlo. Me parece uno de los eventos más bonitos del año”, confesó Miren Arretxe emocionada.

Olite también albergó a navarros que no habían estado nunca en la cita medieval. “Siempre queríamos venir, pero por diversos motivos nunca nos animábamos. Al final, este año hemos aparecido, y la verdad es que ha sido todo un acierto. El año que viene ¡volveremos!”, aseguraron Gerard y Beñat Urrutia.