San Adrián volverá a celebrar el lunes su Belén Viviente, una cita que, tal y como explican los organizadores, “está suponiendo un doble esfuerzo porque la sensación es de que todo va a cámara lenta pero, lo importante, es que va”. Y es que, estos años, con la Covid y con la inundación que azotó el municipio en diciembre de 2021 y en la que perdieron parte de la escenografía y otros elementos que no han podido recuperar, “han sido muy tristes”.

A partir de las 17.00 horas, recalcan, San Adrián dará un gran salto al pasado y unas 150 personas entre actores, encargados de escenas, voluntarios y miembros de la brigada harán posible la representación que comenzará en la calle del Soto. Se trata de un circuito de una sola dirección que empieza con las lavanderas, la fuente, la casa de María y la carpintería de San José. También habrá una sinagoga, un castillo custodiado por romanos, la herrería y un mercado con puestos de quesos, huevos, telas, joyas o verduras.

Tampoco faltarán a la cita los pastores y volverán a recrear la panadería, la tintorería o la pescadería hasta llegar al final, al Portal, que estará en la entrada principal de la iglesia.

Tras varios ensayos y después adaptar todo el recorrido con luz y sonido, este año, insisten los organizadores, “tendremos decorados nuevos en algunas escenas. Además habrá un oficio que conocen muy bien los agricultores y que les hará ilusión recordar. Será una sorpresa; siempre hay que guardar alguna”.

Lo más complicado, recalcan, “es controlar que todo está bien los días previos y que no falta nada. Más que ilusión, que siempre la hemos tenido, queremos ver como todo vuelve a la normalidad y recuperar ese espíritu que dicta uno de nuestros eslóganes: Cuando nos unimos, somos únicos, capaces de cualquier cosa”.

Imagen de archivo de una de las escenas del Belén adrianés.

Cerca de medio siglo

El Belén Viviente adriánes, cuentan, ya se hacía en el Rebote en los años ’70 y después en los jardines del Ayuntamiento para, desde hace 16 años, ocupar buena parte del casco antiguo. “Después de casi medio siglo es ya una tradición que merece ser conservada. Además del sentido religioso, es un acto cultural que nos enriquece, que nos une y nos conecta; nos enseña a saber asimilar mejor la influencia de las tradiciones de otros países”.

De cara al futuro “lo que nos gustaría es pasar el testigo a gente más joven para que esto no se pierda. Cada año preparamos escenas nuevas y el Belén va creciendo; hay quienes están desde el principio y ahora están sus nietos”.

Para quienes nunca han estado, concluyen, “les animamos a venir porque, aunque es una historia que todos conocemos, merece la pena. Es, además, una forma de hacer pueblo y eso, en los tiempos que corren y en los que cada vez nos alejamos más los unos de los otros, es una forma de unirnos y de hacer piña; juntos somos más fuertes”.

Por último aprovechaban para dar las gracias a todos los que de una manera u otra apoyan y hacen posible este evento; técnicos, brigada, policía, Quintos, actores, encargados de escenas, vestuario y Ayuntamiento, que lo patrocina.