Alke Kultur Taldea ha publicado Hika eta toka. Noka ere toka!, un libro en torno al hitano o hika, el tuteo en euskera, que adopta formas verbales diferentes según el interlocutor sea un hombre, toka, o una mujer, noka. “Es el modo de hablar cercano, en confianza, entre iguales. Su característica principal es que se añade al verbo la marca de género masculino o femenino. Naiz es nan si es chica y nak si es chico”, explica Fernando Oiartzun Sagastibeltza, coordinador de este libro “hecho en auzolan”, según destaca este profesor y técnico de euskera. “El hitano es una característica que diferencia al euskera de la mayoría de las lenguas. Según los estudiosos lingüistas sólo hay otras cuatro en el mundo. Por tanto, es de gran valor su estudio y recopilación”, observa.

Además de impulsar el hitano, este libro ofrece la posibilidad de conocer la cultura y valores de Leitza. Y es que en la búsqueda de los testigos de esta parte del habla de este pueblo han descubierto muchos tesoros. “Hemos encontrado valiosos testimonios de la identidad, solidaridad y creencias además de otros aspectos de la cultura vasca. Sin olvidarnos de la riqueza lingüística recopilada en el libro a través del euskera de personas de más de 80 años la mayoría que hablan con una riqueza en giros lingüísticos y léxico hoy día casi perdida u olvidada”, destaca.

Al igual que en toda Euskal Herria, el uso del hitano también ha descendido en Leitza. Y es que cada vez son menos las personas que utilizan esta forma verbal y en algunos pueblos ha desaparecido, sobre todo la forma femenina. “La masculina se conserva más pero su uso cada vez es peor”, apunta Fernando Oiartzun. “En Leitza la situación es similar. El retroceso de este registro informal es muy importante. En toka la población de menos de 50 años no lo utiliza demasiado y en el caso del noka, hay muy pocas hablantes, ninguna de menos de 60 años. La mayoría son de más de 80 años. No obstante, hay una diferencia muy importante entre las personas del pueblo y de los caseríos”, apunta.

Tras las experiencias llevadas a cabo en otras localidades como Zumaia, Azkoitia u Oñati, en Leitza también había ganas de impulsar el hika. “La situación es mejor de lo que pensábamos. Habíamos dado el noka por perdido y para nuestra sorpresa, todavía quedan mujeres que hablan muy bien en hika”, cuenta. Para evitar su perdida, realizaron grabaciones a una veintena de personas, sobre todo mujeres.

Después de muchas horas de trabajo, el libro crea un marco que recoge una relación completa de verbos en la variante de Leitza, tanto en noka como toka; una herramienta que ofrece la posibilidad de aprender y profundizar en esta forma verbal. Así, va dirigido tanto a personas que no saben usarlo cómo a aquellas otras que quieren resolver dudas. Lo cierto es que este planteamiento didáctico se apoya en un atractivo diseño para facilitar el autoaprendizaje. Así, a través de colores se distinguen las diferentes formas verbales, con ejemplos de frases recogidas en su contexto real en las entrevistas con todas y cada una de las formas verbales recopiladas, con ilustraciones y fotos antiguas. “Junto al euskalki o variante de Leitza, se incluye su uso normalizado, articulado en torno a un breve y sencillo marco teórico en el que se puede saber cuándo, cómo, dónde o con quién”, explica. Se trata de un concienzudo trabajo que ha sido supervisado y enriquecido por personas expertas.

PATRIMONIO INMATERIAL

El libro recoge también 80 pequeñas historias, en noka y toka, en torno a diferentes temas como el modo de vida de antes, infancia, auzolan, creencias, cuentos de brujas y gentiles, hierbas medicinales, la dura vida de la mujeres, rituales en torno al fuego, la posguerra o la situación actual entre otros, contadas por mayores.

“Su lectura o escucha nos lleva otro tiempo. Te imaginas cómo una mujer va a dar a luz en un caserío sin médico y avisan a la abuela del caserío de al lado que es partera. Ella va y la ayuda a tener al niño, lo limpia y envuelve para dárselo a su madre. Antes le corta el cordón umbilical y lo cura con grasa de gallina que es desinfectante. Y además resulta que no tiene leche aún y entonces la partera lleva a ese niño a otro caserío no muy lejano en el que hay una madre con una niña de 3 meses, que da el pecho varios días al niño de su vecina en auzolan, sin nada de remuneración, hasta que la madre tenga leche Y cuando a la madre le salen grietas en los pechos cómo en el caserío preparan un ungüento con aceite y cera”, cuenta.

“O te imaginas como unos caseros oyeron los gritos de un cazador que se había caído en el monte y cómo le bajaron en una erastaldi, una camilla de ramas y helechos. También de sorgiñas y jentiles, hasta de un akelarre que hicieron en un caserío”, recuerda. Asimismo, señala que la presencia de las mujeres en el libro es una constante. “La vida dura que tuvieron que vivir se narran en varias historias contadas por ellas mismas, son relatos de falta de libertad, de bodas preparadas, de la imposibilidad de ir a la escuela porque ellas no necesitaban aprender, de trabajar en casa y en el campo… Hay historias que ponen la carne de gallina o nos debería de dar qué pensar y valorar más a las personas mayores”, incide.

Así, este libro también es un homenaje a esas personas. ”Poseen una riqueza cultural y lingüística que nosotros hemos perdido y que podemos recuperar mediante la lectura del libro. Tenemos mucho que aprender de nuestros antepasados. Las personas a las que hemos entrevistado han hecho un bonito regalo al pueblo, nos han ofrecido sus vivencias y su sabiduría, depositadas en las manos de todos y todas”, subraya.