Tras un parón de dos años, Uitzi inauguró ayer el tiempo de carnaval en Navarra, el pistoletazo de salida de esta fiesta irreverente que llenará de color las próximas semanas la geografía navarra. Si bien la costumbre en este concejo de Larraun de 114 habitantes es que se celebre el domingo siguiente a la festividad de Reyes, se decidió retrasarla una semana porque cayó en viernes. Así, los y las uitziarras volvieron a meterse en la piel de otros personajes, de viajar en el tiempo y cambiar por un día un día de sexo o condición, de transformarse en animal, súper héroe, pirata o cavernícola, eso sí, había que ir bien abrigado y con el paraguas a mano.

Ane Alustiza y Mari Martirena, junto con su hija Olatz, esperan al grupo en la puerta de su casa, Martinperenea.

Pero el carnaval de Uitzi es sobre todo un día para hacer pueblo, una larga jornada en la que se abren las puertas de las casas para recibir a los y las puskabiltzailes, con 13 paradas en total. En todas fueron recibidas con variedad de alimentos para picar, tentempié que variaba según las casas: queso, jamón, tortilla de patata, pizza o txistorra, bocadillo de lomo o caldo, que se agradecía especialmente ayer, además de dulces, refrescos y vino.

La kalejira en Uitzi es cuesta abajo. Fotografías J. Bergasa

MAYORDOMOS

Al frente del grupo iban Joseba Igartua y Oier Ijurko, los mayordomos elegidos al azar el pasado año, que se encargan de organizar esta fiesta y recoger los donativos de los vecinos y vecinas. Como manda la costumbre, llevaban sendas cestas con caramelos y moscatel. Esta peculiar ruta arrancó hacia las 11.30 horas en Goienetxea, que como su nombre indica, está en lo alto, y finalizó en Martinenea, de arriba a abajo por este concejo de Larraun. A medio camino estaba Anjelenea, donde la etxekoandre, María Onsalo, les abrió su cocina. Con 92 años, recordaba que antes las mujeres no participan y que el pueblo estaba lleno de juventud. Precisamente, la razón de que el carnaval de Uitzi sea tan tempranero se remonta a mediados del pasado siglo, cuando la mayoría de los jóvenes del pueblo iban a trabajar a los bosques de Francia. Volvían por Navidad y no querían perderse esta fiesta, que se adelantó al día de Reyes. Si bien los tiempos han cambiado, se ha mantenido esta costumbre.

El carnaval reúne variopintos personajes. Fotografías J. Bergasa

Así, de casa en casa, transcurrió la mañana y buena parte de tarde, hasta que pasadas las seis se reunieron en la sociedad Merkualde para elegir a los nuevos mayordomos con el reparto de una baraja. Fueron para Ana Aroma y Gorka Oreja.

Las celebraciones comenzaron el sábado, con una cena que reunió en la sociedad a 75 personas. “Hacía años que no andaba tanta gente”, contaba Igartua, que ayer se despidió de la juega con la mirada puesta en el Campeonato de España de Esquí a finales de febrero.

La próxima cita en honor a Don Carnal será este próximo fin de semana en Leitza, otro carnaval tempranero y que también tiene fecha fija. Después llegarán a Ituren y Zubieta, cuando los cencerros volverán a sonar a orillas del río Ezkurra. Entrado febrero, y sobre todo en torno al día 22, víspera del miércoles de ceniza, se extenderá por toda Navarra.