La estadística señaló a Barbarin, Azuelo y Marañon como los tres únicos ayuntamientos de Tierra Estella (de un total de 72), que en sus censos no cuentan con niños: personas de menos de 16 años. Un dato que inquieta de manera constante a decenas de localidades acosadas por la despoblación en la Merindad de Estella. Unas cifras todavía más preocupantes si añadiríamos los datos de los otros tantos concejos vinculados a ayuntamientos como Yerri, Guesalaz, Allín, Goni o Metauten y que cuentan con poblaciones en general con censos muy bajos y donde la población infantil apenas muestra porcentajes reseñables en las estadísticas que los catastros registran cada año.

Con todo, la ausencia de niños ha hecho que DIARIO DE NOTICIAS se desplace hasta estas tres localidades donde el futuro se ve diferente, precisamente porque de momento no hay relevo generacional, aunque esto pueda cambiar de un día para otro.

Así ha pasado en Azuelo, uno de los ayuntamientos más pequeños de Navarra, con apenas 27 habitantes empadronados, que el año pasado recibió a Nina, de tres años, reemplazando al siguiente en la lista de los jóvenes: “que ronda ahora los 50 años”, aseguró el alcalde de la localidad, Roberto Crespo. Más de cuatro décadas sin que en este lugar milenario de Azuelo tenga la llegada de niños.

Hablamos de una localidad con un gran movimiento participativo en la que se han realizado decenas de trabajos de auzolan para la recuperación de su rico patrimonio artístico (ahora el pintor Miguel Ángel Malpica, de la localidad vecina de Torralba del Río está afrontando un mural en espacio de Azuelo con escenas típicas de la localidad) y también natural: en un paraje único a la sombra de la sierra de Codés.

Por otra parte, la realidad es que la mayor parte de los 20 vecinos y vecinas que habitan a diario el pueblo son personas mayores. Por más que durante el verano las casas se pueblen y reciban la visita de familias con niños pequeños: “antes no tenían ni un lugar para tomarse un helado. Es por eso que nuestra primera prioridad fue la de dotar al pueblo de un centro cívico con bar y cocina que pudiera dar servicio a los numerosos visitantes que llegan hasta Azuelo”. “Ahora tenemos el centro y las personas que los llevan pero es un tema muy difícil porque hace falta meneo y en el invierno no lo hay y todo se para”, aseguraba Crespo, para quien la sociedad existente previamente “no daba servicios a la gente que venía de fuera”.

A pesar de la ausencia de niños, Crespo tiene en mente crear un parque infantil “donde los niños que vengan puedan jugar”. Con todo, reconoce que es muy difícil que en poco tiempo el panorama cambie. “Nosotros trabajamos por el presente pero también queremos el progreso”, señaló Crespo quien se mostró un poco desilusionado con el funcionamiento del centro cívico y espera que repunten la actividad y mayores horarios con el buen tiempo: “aquí el invierno es muy largo y hay que pasarlo, pero eso aquí lo sabemos todos”. Una problemática compleja que reúne la despoblación como consecuencia de la ausencia de servicios y de personas que los pongan en funcionamiento.