El mes de abril empieza cumplidor con lo que el refranero dice de él: “En abril, aguas mil”. En el Valle de Baztan se confirmó desde el primer día con lluvia intensa acogida con agrado, ahora que “cada vez llueve menos” y “ya no llueve como antes” según dicen los que saben de eso y parece que es así de cierto. 

En efecto, fueron unos chaparrones generosos. Se midieron en Gorramendi 25,7 litros el día 1 y 71,3 litros el día 2, y en Iñarbegi 23,1 litros el primer día y 39,9 litros el segundo. En Irurita, se contabilizaron 36,5 litros el día 1 y 26,5 litros el día 2, y en Bertiz llovieron 41,8 litros el primer día y 9,5 litros e1 día 2. Todo ello contribuyó a pintar de verde las praderas y ayudar al brote de la hoja en los árboles, y a que el valle luzca pletórico y hermoso a partir de ahora. 

En una época, el de abril era mes de rogativas (Ad petendam pluviam: para pedir la lluvia) entre las festividades de San Marcos (25 de abril) y San Isidro (15 de mayo), período crítico para la esperada cosecha. Los de rogativas eran días de penitencia y hasta se sumergían crucifijos, rosarios y reliquias de santos en la creencia de que así llovería. 

La lluvia es un don del cielo que fertiliza la tierra, de ahí los abundantes ritos mágicos para conseguirla y las creencias relacionadas con el agua que aporta. Para el campesino, la lluvia más esperada es el agua de mayo, es decir la que cae en ese mes. 

Y si esta lluvia es buena para la tierra lo es también para la salud de las personas, según antiguas supersticiones. El agua de mayo, bebida, se dice que es buena para curar la sarna (ahora que dicen que vuelve), para hacer crecer el pelo y para mantener la salud en general. Esto que se dice, lógicamente, usted se lo puede creer o no. A elegir. 

El inolvidable amigo Iñaki Linazosoro, un gran alcalde de Tolosa que fue en tiempo muy difícil, escritor y maestro en sabiduría popular solía contar lo ocurrido en un pueblo donde tenían lugar rogativas. El párroco arremetió contra los vecinos tachándoles de ser “hombres de poca fe”, al observar que habían acudido... ¡sin paraguas!

¡POBRES GORRIONES!

Estamos en Pascua y por estas fechas, según enseñaba aquel hombre sabio de Itzea, Julio Caro Baroja, parece que se dejó de sembrar el trigo (sustituido por el maíz llegado de América) a causa de una plaga de pájaros, gorriones sobre todo, que se registró a mediados del pasado siglo. La plaga debió ser de tal calibre que hasta el Ayuntamiento aplicó un bando por el que ordenaba que cada vecino presentara al año seis pájaros muertos por lo menos.

La referencia la recoge también José María Iribarren, y tiene relación con la ley 29 de las Cortes de Navarra de 1817 y 1818, en la que se establecía que “cada padre de familia, vecino o morador de cualquier punto del reino tuviera obligación de presentar seis cabezas de gorriones para el día de Pascua de Resurrección de cada año ante las Justicias del lugar que habitara, bajo pena de nueve reales”. 

En 1817, se pedía matar a los humildes gorriones.

En 1817, se pedía matar a los humildes gorriones.

Eran tiempos de miserias y de hambres, agravadas por las guerras, ya que al paso de los ejércitos amigos (¿?) o enemigos hacían auténticas fechorías en casas y caseríos, donde arramblaban con todo lo que encontraban. Lo pagaban los pobres gorrioncillos (un viejo refrán decía: “Al aldeano y al gorrigón (gorrión), con pólvora y perdigón”) que ahora mismo mueren a miles por causa de los plaguicidas, contaminación y la invasión de especies exóticas, la cotorra argentina sobre todo, y que antes de morir al comer insectos envenenados tan sociales como han sido siempre acuden a las terrazas de bares y cafeterías. 

Ya en 2016 se calculaba que en Europa y en 30 años la población de gorrión común (Passer domesticus, denominación científica latina) ha caído un 63%. En el Reino Unido se perdieron 10 millones de ejemplares entre 1970 y 1980 y en las grandes ciudades como Londres los gorriones prácticamente han desaparecido. 

HUEVOS DE BUITRE

Hablando de pájaros, ahora se cumplen 175 años de un comercio inaudito que surgió en el Valle de Baztan que llamó la atención general. Se ignoraba cómo y porqué comenzó “pero es lo cierto que han hecho un dineral los huevos silvestres, tales como los del buitre que se han vendido de cuatro á cinco pesetas cada uno, y a esa proporción de todas las demás aves sea cual fuese”, escribía un anónimo corresponsal del periódico La España el día 16 de mayo de 1849. 

Y afirmaba que “los montesinos (los casheros) son los que mas han recolectado, y se cree que van destinados a las boticas de Francia, sin que se sepa la certeza del final resultado”. Curioso negocio que ahora mismo, de ser necesario, se podría repetir gracias a la importante colonia de buitres existente en la reserva natural de peñas de Itxusi. 

En estas fechas de abril y en época ya pasada, se dieron llamativos acontecimientos. El sábado, día 8 de abril de 1644 moría en la vecina Sara Pedro de Agerre y Azpilikueta, conocido por Axular, escritor considerado el mejor prosista de la literatura vasca, autor del Gero (Geroko gero, en el original), obra que es absoluta referencia. Gracias al historiador y amigo Pedro Mari Esarte sabemos que una docena de elizondarras le pagaron los estudios en la Universidad de Salamanca. 

El domingo se cumplieron 20 años del fallecimiento del escultor amigo de Elizondo Jorge Oteiza, que nos regaló dos de sus obras y ayudó a la creación de un museo lamentablemente cerrado. Y ayer salió del Santuario de Aralar la imagen de San Miguel in Excelsis que nos visitará en Baztan desde el jueves, 18 de mayo, para recorrer todo los pueblos del valle y despedirse el día 23 por Almandoz y Belate.