Este sábado 4 de noviembre se estrena en el Kulturgune tafallés el corto Amaren memoria, que gira entorno a “la saca de Tafalla” de 1936 y los posteriores fusilamientos en la tejería de Monreal, donde, entre otros, 37 tafalleses fueron asesinados. El film ha sido rodado en la ciudad del Cidacos y sus aledaños y participan artistas y productores locales. La expectación es máxima, ya que tras agotar todas las entradas se ofrecerá un segundo pase el miércoles 8, para el cual también se han vendido todas las localidades.

Luces, cámara... acción

La iniciativa surgió en junio del pasado año cuando una serie de familiares de personas represaliadas en el alzamiento franquista planteó realizar una producción audiovisual entorno a los hechos ocurridos en 1936 en la localidad. “Partiendo de un complejo guión, sin dirección ni medios, un grupo motor decidimos poner en marcha el proyecto porque creíamos que la idea merecía la pena”, explican los participantes.

Secuencia de la película. Endika Iriso

Se trata de ficción basada en testimonios reales de familiares de asesinados, donde se propone una reflexión sobre el papel de la mujer en la formación de una memoria colectiva. “Durante los últimos años se ha trabajado mucho el tema de la memoria histórica en distintos ámbitos, pero a mí me interesaba mucho acercarlo lo máximo posible a la actualidad, y orientarlo hacia la mujer, no solo como víctima sino con ese papel de transmisora y cuidadora de la memoria”, explica el guionista Javier Salvo.

En la historia, dos mujeres que han sufrido en distinta medida y circunstancias las consecuencias del alzamiento establecen una estrecha relación en la residencia de ancianos donde han coincidido. La memoria y el relato de sus respectivos pasados familiares condiciona su amistad.

Escena rodada en el Patio Iribas. Endika Iriso

Mediante el flashback recuerdan lo acontecido en aquella fecha. “En la trama también se juega con la relación entre memoria y olvido”, explica la directora Verónica Gomes. “También se reflexiona con la memoria como constructora de identidad, no solo personal, sino social y colectiva”, aclara Salvo.

Se hace camino al andar

El principal problema era que partíamos de presupuesto 0, por lo que las colaboraciones han sido “totalmente altruistas”, explica Ander Cabrero, uno de los impulsores, del proyecto. “Vistas las necesidades fuimos formando el grupo como se pudo, ya que hacían falta cámaras, fotógrafos, dinamistas…”. Para encontrar actrices y actores se realizó un casting al que acudieron alrededor de 40 personas.

“Contábamos con una red de colaboraciones tejida gracias a la sensibilidad del tema”, explican desde el grupo motor. “A pesar de que había que invertir muchas horas, tiempo, reuniones etc., hubo una voluntad y una dedicación increíbles y es casi milagroso como el proyecto ha salido adelante pese a tantas dificultades”, añaden.

Admiten que los profesionales tuvieron mucha paciencia con la gente inexperta, para la cual ha supuesto un gran aprendizaje. “Implicarte en un tema socialmente tan importante es muy interesante, se aprende tanto de técnica como a seguir con un proyecto hasta conseguir llevarlo a cabo”, explica Mariano Indart, familiar de represaliados y fotógrafo.

Ha habido personas cruciales en el proceso y Vero, la directora, ha sido una de ellas. “La cantidad de trabajo que ha hecho es una pasada”, cuenta Salvo. “También es digno de admirar la implicación de Xabi Ayerra para conseguir el material de grabación”.

Para el reparto se contaba previamente con actores y actrices locales, vinculados mayoritariamente al grupo de teatro Puntido. Ha participado gente primeriza pero también profesional, como la pamplonesa Elena Úriz, que recientemente representó a Luxa en Irati. “Luego surgen muchas necesidades que de primeras no las ves, como buscar peluqueras, maquilladoras, etc.”, explica Ander.

Más de 80 personas han colaborado en el proyecto, detrás y delante de la cámara. Se han grabado secuencias en varias calles de Tafalla, en la residencia San Manuel y San Severino, en Monreal, en el Hostal Tafalla y ciertas fincas particulares colindantes al pueblo.

“En un momento de la grabación, una vecina salió asustada dispuesta a llamar a la Guardia Civil ya que, al oír tiros y griterío, pensaba que se trataba de un secuestro real”, explican entre risas.

“La capacidad de resolución a todas las adversidades ha sido lo más bonito del proyecto”, relata Vero, quien ha trabajado en series y televisión, pero nunca había dirigido un proyecto de este calibre.

No al olvido

Desde el grupo motor detallan que el objetivo de todo este trabajo es que las nuevas generaciones tomen conciencia sobre lo ocurrido y en cierta medida “hacer justicia” a las víctimas, y en especial, a la gente que cargó con el peso del asesinato de un ser querido.

“Es imposible hacer justicia, pero sí es posible hacer un reconocimiento” opina Mariano, “en ese sentido la memoria es muy importante y las primeras que hicieron ese trabajo fueron las viudas, las hijas y los hijos”. “Tristemente mucha de esa gente ya falleció, por lo que vamos tarde”, añade Ander.