Ha sido la experiencia y el viaje de su vida pero Marta Terés Amatriain, vecina de 33 años de Andosilla, cree que aún puede hacer mucho más.

Y es que, tras estar este verano de voluntariado en un colegio en Diani Beach, en Kenia (África), ha decidido hacer y poner a la venta un calendario solidario con las fotografías que allí realizó para recabar algo de dinero y seguir ayudando a las personas, sobre todo a los niños y niñas, que allá conoció.

Marta, “maestra de vocación y profesión”, acogió en 2019 a una niña saharaui de 11 años, a Dahbja. “Fue algo muy intenso, era una responsabilidad muy grande y, aunque siempre decía que iba a devolverle la visita, nunca era mi momento. Hasta que en 2022 lo fue. Quería ver su realidad y eso me hizo darme cuenta de lo que tenemos aquí”.

Unos meses después, y tras un momento difícil a nivel personal, tuvo claro que tenía que volver al continente africano. “Ahora, echando la vista atrás, veo que me ha aportado luz”.

Al principio, expone, no sabía dónde ir, hasta que a través de Instagram encontró a Africsoul y vio que proponían paquetes que aunaban sus tres intereses: ocio, voluntariado y fotografía. “Soy una persona muy social, pero también el hecho de irme sola era un paso importante. Al principio intenté que viniera alguien conmigo pero la verdad es que necesitaba ir sola y así, crecer, y mejorar mentalmente”.

En julio cogió las maletas y se marchó y, tras acabar el safari, llegó al colegio. “Sabía dónde iba y tenía claro que iba a aportar mi granito de arena, que no podía cambiar su realidad porque eso es imposible. También pensaba que era yo la que les hacía un regalo yendo, pero el regalo me lo hicieron ellos a mí con su cariño aunque no sean conscientes”.

Seis días en el colegio

En la escuela, cuenta, las instalaciones eran muy limitadas y allí estaban unos 90 txikis de entre 3 y 12 años. “Con los más pequeños nos comunicábamos por gestos y con los más mayores chapurreábamos en inglés”.

Allí, insiste, están acostumbrados a que vayan extranjeros porque cada 15 días llega gente voluntaria. Ellos daban clase “y después, con nosotros, jugaban, hicimos talleres de inteligencia emocional y, sobre todo, bailamos. Bailamos muchísimo. Además ayudábamos en lo que podíamos; pintamos y arreglamos mesas y sillas, repartíamos la comida, y demás”.

En otros casos, además, echaban una mano en la enfermería y uno de los días hicieron la compra de comida para toda la comunidad.

Seguir ayudando

Es al llegar a Andosilla y acabar el verano cuando, por un lado, Marta lee el diario de viaje que escribió cada día y que la teletransporta allá, y cuando empieza a editar las cientos de instantáneas que hizo cuando cree que esta experiencia y, sobre todo, aquellas personas, no pueden caer en el olvido.

Y es que a Terés le encanta retratar y plasmar ojos y miradas “porque creo que cuentan muchísimo sin decir nada”. Así que le dedicó mucho, mucho tiempo, a seleccionar 12 imágenes para después plasmarlas en un calendario. “Me ha llevado mucho rato hacerlo, y más, opositando, pero ha sido tiempo de calidad; de recuerdo, de añoranza y de alegría”.

Junto a los 12 rostros que ha escogido, “caras que muestran la realidad de allí; niños y niñas contentos, tristes y nostálgicos”; ha puesto doce frases que, en cierta medida, invitan a la reflexión. Además, reitera, la portada es en la playa, el último día que estuvieron allí, y la contraportada es un amanecer con la tribu Masái durante el safari.

Los calendarios los ha imprimido en LiberGrafic, en San Adrián, a quien agradece Marta su solidaridad, y también ha contado con la ayuda de Leticia de la Hoz, una de las compañeras a la que conoció durante la experiencia africana. De momento ha hecho 800 ejemplares y que ha puesto a la venta a seis euros.

Puntos de venta

Los interesados en adquirir este calendario pueden hacerlo en Andosilla en el bar Ideas, en el bar Los Porches, en los Jubilados, en Fisioterapia Virginia y en la peluquería Paquita así como en Lodosa en el Centro Estética Amaia Vergara y en la biblioteca de San Adrián.

“Me encantaría poder potenciar proyectos de educación y solidaridad. Ahora mismo quiero volver por mi cuenta allí y con el dinero recaudado ayudar en todo lo que pueda. Creo, que más allá de grandes infraestructuras, que siempre son necesarias, lo que más urge en el colegio es ampliar espacios; hay niños y niñas que no están escolarizadas porque no tienen hueco”.