Después de más 40 años la librería Irrintzi echa el cierre. Los socios Pedro Echávarri y Ángel Leorza desaparecen del mundo de los libros que han manejado con mucha pericia y don de gentes en Estella-Lizarra. “Nosotros la cogimos en 1984 pero su creación fue de Nicanor Corpas Mauleón. Quedárnosla surgió en una conversación en el Bar la Buhardilla de la calle Mayor. Entonces éramos jóvenes, con inquietudes culturales y nos atrajo la idea. También en el terreno laboral era una época difícil y vimos una oportunidad de autoempleo. encontrar trabajo en la lectura que era algo que nos gustaba”.

La librería con todo, cambió su ubicación en 1997 a la calle la Estrella. Leo se topó con la bajera: “Miré en el interior a través del un hueco del cristal y pensé: el futuro Irrintzi es esto”. Aquel sueño se cerro ayer domingo dejando atrás un reguero de miles de títulos, reseñas y recomendaciones. “No la traspasamos. Ha habido varios interesados pero finalmente no se ha producido”. Y es que los márgenes de la prensa y los libros no son suficientes para mantener un local y los sueldos. “Todo lo que vendemos viene con el precio puesto, absolutamente todo: prensa o revistería que tienen un margen del 20% y los libros que oscilan entre el 25 y el 30%".

Lo cierto es que pese a todo, aquella nueva librería funcionó muy bien durante varios años e incluso hubo un periodo interesante desde el punto de vista comercial que duró desde 2003 hasta 2009. “Nos extrañaba que inicialmente no nos afectara aquella crisis pero a partir del 2011 el parón fue brutal”. Una crisis que les dejó tocados y a la que hay que unir la invasión digital que afectó también a los lectores del papel. “Yo no quería pero me han regalado un e-book”, solía ser la excusa de sus clientes. Algo que Leo resume a la perfección: “La gente nos ha querido mucho pero nos ha comprado poco; y que conste que no es reproche si no constatar la verdad”. “Hemos echado en falta a mucha gente que se ha pasado a lo digital por comodidad. Y todos esos cambios nos han ido afectando”.

Con todo, estar en la cresta de la ola en este negocio supone apenas pagar las facturas, “y sacarnos un pequeño sueldo, que era la idea que teníamos”. Pero a aquellas tormentas le fueron sucediendo otras como el cambio en las compras de la red de bibliotecas, que una día dejaron de comprar a las librerías de su localidad; los colegios concertados que empezaron a vender los libros de texto ellos mismos e incluso también los de lectura. “Institucionalmente a menos; sin libros de texto y luego las crisis”. Entre ellas, la de la prensa que también les ha ido afectando: “Antes se pasaban por la librería 120 personas a por su periódico, una clientela que buena parte se ha perdido”.

Otro de los activos de Irrintzi han sido los horarios: “Siempre hemos abierto los siete días de la semana, sobre todo los domingos que todavía hoy es el día que más prensa se vende”. Pero detrás de esta crisis, esta pareja de libreros de Estella no ven la falta de lectura: “Se lee parecido a antes pero ahora se hace de manera que desde luego no beneficia a una librería”. Por si fueran pocos los reveses, llegó la pandemia, “que sin ser conspiranoicos vimos cómo el covid 19 le metió un empujón al comercio digital que fue definitivo, porque si el personal ya estaba cachondo por comprar por el móvil aquello fue la repera”, asegura Leo. “Es que me lo llevan a casa”.

Una de las características de un negocio como Irrintzi que era el único comercio abierto un domingo junto a los bares en la zona es que solo vendían sus productos por más que la gente les pidiera de todo: pilas, o rollos de fotos. “Hemos sido puristas y solo hemos querido vender lo nuestro”. “No se trata de ser exquisitos ni nada de eso porque aquí hemos vendido revistas del corazón”.

Pero para muchos la librería Irrintzi, además de punto de encuentro con la oferta literaria, también los ha sido de reunión y de debate. No es que fueran tertulias fijadas si no más bien coincidencias en las que distintos clientes que debatían en la librería.

Con todo, la capacidad para interactuar en la sociedad ha sido uno de los pilares de estos emprendedores que contaron con artistas tipo, Antonio Hernández Palacios, maestro del cómic y que han visto pasar a personajes literarios como Jon Juaristi, Javier Sádaba; actores como Pedro Mari Sánchez o Carmelo Gómez.

Otro de sus ímpetus fue el de sacar la librería a la calle apoyando diversas actividades deportivas, Nafarroa Oinez o las ferias de San Andrés. Ahora, la que se queda temblando en Estella es la próxima feria del libro, ya que Irrintzi era la única librería de Estella que habilitaba los puestos en los soportales de la plaza de los Fueros. “La mantuvimos hasta el final y ahora no sabemos qué pasará con ella porque nosotros lográbamos sacarla adelante gracias a los familiares que nos ayudaban”.

Pero Leo y Pedro tienen ya claro que esa no es su pelea, de la misma manera que ya comienzan a dejar de preocuparse por las nefastas consecuencias del comercio digital y las herramientas que tienen los grandes tiendas como Amazon o la Casa del Libro para hacer descuentos que a ellos la ley no les permite.

En las últimas horas como libreros no han parado de llegar decenas de despedidas: “Ha habido momentos en los que nos querían convencer de que siguiéramos, como si fuéramos el Xavi en el Barça. Nosotros no tenemos la culpa de que la sociedad esté así y de que los negocios se cierren. Ahora tenemos que pensar en nosotros mismos”, asegura con firmeza Pedro Echávarri. “Hemos aguantado lo que no está escrito. Lo ideal hubiera sido que alguien se hubiera animado a seguir con esto: le hubiéramos dado todas las facilidades hasta incluso renunciar a la marca o el fondo de comercio, además de solventarle todas las dudas. Pero si no lo quiero ya ni para mi hija tampoco voy a decir que no entiendo que no haya candidatos a quedárselo”, manifiesta Leorza.

Lo cierto es que ayer domingo se cerraron de manera definitiva las puertas de uno de los iconos de la cultura en Estella-Lizarra . Pedro y Leo se podrán ir tranquilos. Eligieron bien su profesión: han sido capaces durante cuatro décadas de hacer realidad su proyecto de juventud y resolver hasta la saciedad el gran dilema del lector al entrar en su librería y escoger un libro entre todos los del universo Irrintzi.