La gente, las historias, las anécdotas, las vivencias y las tradiciones y trabajos de Andosilla, Lodosa, Mendavia, Sartaguda y, en esta ocasión, también de Sesma, han servido de nuevo de inspiración literaria, en este caso, a Ainhoa Urien que, de la mano del proyecto Geruretik Sortuak de Udalbiltza con el que potencian la cultura y el euskera a través de la literatura, el teatro y los cortometrajes, y con el apoyo de Porrusalda, ha escrito y presentado en público el cuento Mapa ez da lurraldea -eta lurralde guztiak ez daude mapetan- (El mapa no es el territorio. Y todos los territorios no están en el mapa) que está dentro de un libro más amplio que lleva por título Hamarreko Bitxia.

De Abadiño (Bizkaia), esta joven que estudió Filosofía y que lleva varios años escribiendo, explica que le hablaron de esta iniciativa “con la que te mandaban varias semanas a un municipio o un territorio a empaparte de lo que allí sucedía. Yo tenía claro que quería trabajar el tema de las fronteras; al principio pensé en algo más ligado al territorio, pero luego varió porque esos límites o fronteras siempre vienen acompañadas de otras; lingüísticas, mentales, etc. Y es que en euskera la palabra muga abarca más cosas”.

Ainhoa estuvo en la Ribera Alta una semana en abril de 2023, otra en junio, y quince días en agosto. “Me mandaron aquí y caí como un paracaidista”, ríe. “Colocaba la zona en el mapa, pero nunca había estado. Cuando me lo dijeron me quedé encantada porque iba con la mente súper abierta, sin prejuicios, y a construir desde cero”.

Como una más

Con sede en Lodosa, “el pueblo que siento como casa, como mío”, desvela que “no paraba ni un momento; iba, libreta en mano, a todos los actos que había”. Coincidió que vivió en primera persona el Día de la República en Sartaguda o el Euskararen Eguna de Andosilla, y también visitó conserveras, fue al instituto y a la ikastola de Lodosa, al mercadillo semanal, a la piscina, o al campo en Mendavia. También habló con algunas de las impulsoras del modelo D en Sesma y conoció a una familia marroquí que le enseñó la mezquita lodosana.

Al volver a dormir después de cada jornada y durante toda su estancia, “no escribí nada; me dije, voy a estar aquí y no voy a encerrarme cuando puedo estar paseando y ver lo que pasa. Quería una inmersión completa. Al volver a casa lo que sí que hacía era ordenar las ideas, pero agoté las semanas de estancia y después me puse a darle forma al cuento”. De hecho, apunta, el inicio del mismo le vino paseando por La Plazuela de Lodosa; “lo vi claro. Dije: lo tengo”.

Sensaciones reales

Su trabajo, que está dividido en siete subcapítulos con protagonismo para cada municipio por separado, también tiene un hilo conductor, un personaje que vertebra todo. “Es una obra de ficción, pero basado en hechos reales. Es un cuento que nació de sensaciones reales y que trata las fronteras; se aborda la migración, el euskera, la memoria histórica, el territorio, y las mugas mentales, que es algo de lo que hablamos muchos. Además, en un epílogo muestro ese cansancio crónico que detecté en algunas personas que están al pie del cañón donde no es fácil estar, trabajar y luchar. Pero, al final, lo que queda y lo que importa, es qué hay más allá de las fronteras, qué es lo infinito”.

Experiencia sobresaliente

Muy satisfecha con el resultado, “estoy muy agradecida a la beca, porque es muy, muy digna, y, sobre todo, a toda la gente que me recibió con los brazos abiertos por estos parajes: Maite, Paolo, Notxo, las hermanas Maite y Amaia, Unai, Amelia, Benito, David, Josetxo y Beñat, y a todos aquellos que en algún momento compartieron su experiencia y saber conmigo. Ha sido una manera de inmersión muy bonita y he aprendido mucho de toda la gente”.

De hecho, en la puesta de largo en la que actuó Ojos Violeta, estuvo muy bien acompañada por ellos y ellas y sirvió de colofón y cierre de ciclo ya que ahora se centrará en otra beca que le acaban de conceder; la de Ignacio Aldecoa de la Diputación Foral de Álava.