Luis Remírez, policía municipal de Estella-Lizarra vivía este martes su último día antes de jubilarse. La entrevista a DIARIO DE NOTICIAS contó con muchas interrupciones de amigos y conocidos que no querían que pasara este momento sin trasladarle su comentario y que fueron artífices también de las preguntas en un día tan señalado. “Todo el día con mariposas en el estómago, quieras que no he estado muchos años aquí y la gente ya sabe que hoy es mi último día de servicio”, un turno matinal en el que se repetían continuamente las frases de despedida “yo les digo que no me emocionen que soy de lágrima fácil”. Y es que Luis Remírez lleva casi 33 años patrullando por las calles de la Estella-Lizarra. Soy de Dicastillo pero vine a trabajar a la capital de la Merindad en la que siempre se ha hecho la vida social”
Cuando en la década de los 90 entró en Policía Municipal de Estella los agentes dedicaban el 90% a patear la calle con la gente. “Cogías el coches si tenías que ir a las afueras y el resto del tiempo estabas patrullando a pie. Oyendo las sugerencias o las protestas de la gente que de todo había”.
Luis comenzó a trabajar de policía en Estella en 1992, una ciudad que “era muy distinta”. Y es que en aquellos años había varios días en la que la ciudad se llenaba de gente.“Estamos hablando de que los mercados de los jueves atraían a mucha gente de la Merindad. Pero es que también los sábados y domingos se triplicaba la población. Aquella Estella sí que era entonces el centro neurálgico de la Merindad”. Algo que ya no ocurre actualmente donde los habitantes de la Merindad hacen más salidas a otros sitios tipo Pamplona o Logroño, “antes Estella era ella referencia”.
PROBLEMAS
Años en los que también había problemas. “Cada época tiene lo suyo pero en casi todas la droga es la que más está vinculada con la delincuencia. A mí me tocó el final de los delitos relacionados con la heroína”.
Hoy hay más problemas relacionados con la peleas “y lo peor es que hay gente que sale de casa ya con una navaja, antes nunca pasaba esto, había peleas pero después la gente incluso acababan tomando una cerveza, ahora no queda claro si la sacan por seguridad –aunque llevar una navaja no es nada seguro– o por que van a ir a por alguien, de todos modos es preocupante”.
Luis no es un hombre de contar anécdotas “recuerdo momentos tensos de verte envuelto en alguna pelea entre mucha gente. Con todo lo más duro ha sido encontrarme un fallecido en la vía pública y también ir a buscar a alguien a su domicilio y encontrarlo muerto; porque lo bueno y lo malo de trabajar en un sitio pequeño es que además, conoces a esa persona y eso es muy duro”.
Entre los momentos buenos Luis tiene claro su favorito “estar en la calle y que la gente te salude es algo que me sienta muy bien, porque hoy en día parece que no es tan fácil que la gente salude a un policía. Antes éramos un referente para el ciudadano. Estábamos ahí y te venían con su problema y tratabas de solucionarlo. Ahora parece que estamos a otras cosas”.
En estas tres décadas largas Luis ha tenido muchos compañeros pero se acuerda de aquel turno en el que el trabajo apenas lo compartía con un unas pocas personas “cuando ibas a una intervención, sea cual sea, solo con mirarle a la cara a tu compañeros sabías lo que tenías que hacer. Había una relación de compañerismo que ahora es muy difícil por los cambios constantes”.
SERVICIO PÚBLICO
“Somos funcionarios y nos debemos a Estella”. Le molestaba mucho que se tratara de intimidarle diciendo que es él quien me pagaba su sueldo con los impuestos, entonces “yo he llegado a sacar dinero y le decía toma esto es lo que me toca por ti, ahora déjame en paz”. A Remírez le da “muchas pena” que se esté perdiendo la cercanía entre el policía y el ciudadano. “Antes los policía que venían de fuera vivían aquí y eso es imp ortante para conocer las necesidades de los vecinos. Un policía con su trabajo jamás debería crearse enemigos porque si no, algo no está haciendo bien”. A pesar de que no termina de creérselo, su jubilación ya está aquí, “parecía que no iba a llegar nunca y esta mañana le he comentado a un compañero, que parecía que fuera ayer cuando “tomé posesión del cargo el 14 de agosto de 1992”, con el fallecido José Luis Castejón de alcalde.
Luis tiene un hijo Ander y Ainhoa hija que nunca se han extrañado del trabajo de su padre “también para sus amigos soy Luis, no el policía, todos me saludan. Nunca he ejercido de castigador porque siempre he preferido ser didáctico”. Y es que se resuelven más problemas con la mediación que con la autoridad, “he vivido conflictos que se han acabado apenas pronuncias el nombre de la personas que peleaban porque hay situaciones en la que la policía no puede echar gasolina al conflicto. Por eso conocer a la gente es fundamental”.
“Me queda el mal sabor de la evolución que lleva la policía, de que se esté perdiendo el papel del alguacil, un nombre que a mi no me molesta pero que muchos policías municipales, sí. La gente reclama más cercanía y siento que esto está ya casi acabado. Me da pena no haber podido hacer algo más para haber marcado un poco más la impronta de lo que tiene que ser un policía municipal: o no hemos sabido o no hemos podido o no hemos querido; pero algo ahí no hemos hecho bien”.
Como colofón Luis reconocía que ha habido muchos días en los que se ha sentido práctico, “no hace falta salvar la vida a nadie para estar orgulloso, solo con ser parte de la convivencia de la ciudad uno ya se siente orgulloso. También recuerdo algún error que he podido cometer como los comete todo el mundo, pero hay que aprender de los errores para no cometerlos en el futuro”.