Fue difícil aguantarse las ganas de aplaudir tras cada una de las canciones que interpretaron las y los coristas de Elizondoko Abesbatza Ttiki en el musical Sorgin zahar berriek, el pasado sábado y domingo en Irurita, pero era una petición hecha al principio para “no romper el ritmo de la obra”. Y había ganas, muchas ganas de aplaudir y se notó al finalizar el musical con una gran ovación a sus participantes.

Este coro cuenta en la actualidad con casi 50 miembros de entre 6 y 25 años y están dirigidos por las hermanas iruritarras Kristina y Maki Urtasun, no es primer musical que organizan, ya que anteriormente estrenaron Jolasean, una obra del compositor Josu Elberdin. En este segundo, con un guión de María Agirre y dirección de Joserra López, el espectáculo es totalmente original y propone una revisión del tema de la brujería intentando huir de los numerosos tópicos que casi siempre lo rodean.

El coro está compuesto por casi 50 miembros de entre 6 y 25 años. Ondikol

El repertorio de canciones eran temas que directa o indirectamente están relacionadas con la brujería como son, Cántiga de las brujas de Mago de Oz, Ilargi berriak de Neomak, Raganu nakts de Tautumeitas, la canción popular Ilargia, Baga biga del añorado Mikel Laboa, La bruja de Tempus Quartet, La Cantiga del Fuego de Ana Alcaide, Benedictus de Carl Jenkins y Milaka lore de Antía Muíño y Josune Arakistain. La dirección musical corrió a cargo de Jokin Taboada y la orquesta estaba formada por, Edurne Viguria, Tomás Ruti, Nahia Baylon, Joanes Altxu, Miren Altxu, Txomin Altxu, Izaskun Aleman y Gurutze Aizpuru.

Sobre el escenario, además de las y los componentes del koro ttiki, actuaron, Ainara Unanua como narradora, las tres sorginak eran Jasone Baylon, Ixone García y Ane Elizaintzin y como dantzaris Saioa Dendarieta, Izaro Dendarieta, Itxaso Etxenike y Aitana Azcarraga.

Las tres ‘sorginak’, junto a la narradora Ainara Unanua. Ondikol

El tema de la historia emocionó a los presentes, ya que cuenta la historia de tres jóvenes rechazadas y marginadas por ser diferentes y muestra el viaje que realizan hasta conseguir ser aceptadas por los demás. Ellas, son las “nuevas brujas”. En el siglo XVII eran juzgadas por la inquisición y quemadas en la hoguera y hoy en día seguimos haciéndolo. El espectáculo es un canto a la diversidad y propone una reflexión sobre quiénes son o somos esas brujas y quiénes los inquisidores.

Al final el musical, Kristobal Zelaieta, en nombre del coro, además de agradecer la asistencia y el apoyo a la ilusión, trabajo y esfuerzo, pidió “seguir trabajando para convertir las diferencias entre las personas en una riqueza, aprendiendo unos de otros, enriqueciendo y haciendo más amable nuestra sociedad” y terminó con un “gracias de corazón, viva el arte, viva el trabajo comunitario y viva vosotros”.