El próximo 14 de junio, el Club Bertxarri de Judo celebrará su 40 aniversario en Tafalla. Cuatro décadas de trabajo constante, de compromiso con el deporte, con la educación y con las personas. Lo hará con una comida, una foto colectiva en la plaza, una exposición de fotos históricas y con la misma naturalidad con la que ha funcionado siempre: desde la cercanía, sin buscar protagonismo, pero con el orgullo de haber sembrado una semilla que no ha dejado de crecer. Detrás de esta historia está Eduardo Marco Arizu, el fundador y actual director técnico del club, que lleva más de media vida vinculado al tatami.
Eduardo comenzó a practicar judo con 15 años en Tafalla. Hoy, con más de 50 años dentro de las artes marciales, lo recuerda todo con claridad. “Yo era administrativo, pero me di cuenta de que no me gustaba. Cuando estudiaba, me dedicaba más a entrenar que a estudiar”, confiesa. Su entrada en el mundo del judo fue casi accidental. Suspendía educación física en el instituto, no le interesaba el deporte, hasta que un día fue con su familia a ver entrenar a su hermano al gimnasio Katana. “Mi madre me dijo: ‘Chiquito, mañana tú aquí’. Y así fue”, cuenta entre risas. Allí también conoció a Josetxo Areta, el que sería su primer profesor y mentor.
Josetxo Areta, hoy presidente de la Federación Navarra de Judo y reciente distinguido con la insignia olímpica —el único presidente autonómico que la ha recibido a nivel estatal—, fue quien plantó la semilla del judo en Tafalla en 1975. Eduardo siguió sus pasos. “Ahí me di cuenta de que un profesor, si se empeña, hace que cualquiera funcione. Esa mentalidad la hemos transmitido en el Bertxarri: más allá de la competición, lo que nos interesa es la formación y la educación del alumno”.
Nace el Bertxarri
El Club Bertxarri nació en 1985, cuando Eduardo empezó a dar clases en Berbinzana. Fue precisamente ese pueblo el que dio nombre al club. “Había un club de balonmano que me animó a ir allí, y le pusimos el mismo nombre, Bertxarri. Ellos duraron un par de años más, pero nosotros seguimos”. Con el paso del tiempo, el club fue creciendo y expandiéndose a otros pueblos de la Zona Media. En 1996, tras el cierre del Gimnasio Katana, último vestigio de judo en Tafalla, Eduardo trasladó la sede del club desde Berbinzana a la Ciudad del Zidakos.
A lo largo de los años, el Club Bertxarri ha sido mucho más que un lugar donde entrenar. Ha sido una familia. Un espacio de encuentro para personas de todas las edades, un referente silencioso pero firme del judo navarro. Actualmente cuenta con 651 licencias federativas, que abarcan judo, jiujitsu y defensa personal. “Hay gente como yo que tiene varias licencias, pero lo habitual es tener una. Lo curioso es que aquí todos nos ponemos el kimono, no solo los competidores o los entrenadores”, explica Eduardo.
Solo en Tafalla entrenan 183 personas, de las cuales 40 son mujeres. Hay niños desde los tres años y adultos que superan los 60. La media de edad se reparte casi al 50% entre menores y mayores de edad. Pero el club tiene presencia en muchos más pueblos: Barásoain, Villafranca, Larraga, Carcastillo, Marcilla, Caparroso, Olite, Funes, Lerín, Peralta y Estella. Catorce entrenadores titulados, seis de ellos muy activos, se reparten las clases por toda la geografía navarra. “Cada uno tiene su zona. Yo soy el profe de todos, pero cada uno tiene su grupo. Hacemos equipo entre todos”, resume.
Valoración más que positiva
Además del día a día, los logros deportivos también han llegado. En 2024 el club logró dos medallas nacionales en jiujitsu, un oro y un bronce. Este año, una plata. “Se están viendo los frutos. En estos 40 años han pasado unas 350 personas que han llegado al cinturón negro. Y unos 560 pases de grado a partir del cinturón negro”, apunta Eduardo. Él mismo es séptimo DAN de judo, sexto DAN de jiujitsu y sexto DAN de defensa personal.
Pero más allá de los resultados, hay una filosofía que impregna todo: la del judo como vía educativa. “Lo que me gusta del judo es que no busca vencer al otro, sino que los dos progresen. Que el trabajo mutuo nos haga mejores. Ganar está bien, claro, pero no es lo único”, afirma. En esa misma línea, el club trabaja desde hace años en formar a nuevos profesores, una labor compleja y exigente. “En este deporte se necesita una preparación muy seria para poder ser profesor. Hay que cuidar mucho el físico de los chavales”.
Pese al largo recorrido, el club nunca ha funcionado con campañas publicitarias ni grandes escaparates. “No tenemos propaganda en la calle ni salimos en prensa salvo en momentos puntuales. Pero estamos en buena sintonía”, dice con tranquilidad Eduardo. Lo suyo ha sido siempre el trabajo silencioso, de fondo, sin buscar focos.
Defensa personal para mujeres
Uno de los proyectos más destacados de los últimos años ha sido el programa de defensa personal para mujeres. Desde hace cuatro años, varios profesores del Bertxarri colaboran con el Gobierno de Navarra en este ámbito. “El Gobierno oferta talleres y contactaron con la Federación Navarra de Judo, que es la única que tiene esta especialidad como titulación oficial. Dos de los profes del club, Andrés Moreno y yo, nos fuimos a Madrid a formarnos y trajimos esa titulación a Navarra”, explica. Hoy en día, cuatro profesores del club imparten talleres por todo el territorio navarro, en colaboración con los ayuntamientos.
Han estado en Tafalla, Rada, Pueyo, Leitza, Fustiñana y muchas otras localidades. “Es gratuito para las mujeres. Les enseñamos cómo manejarse, cómo prevenir situaciones, qué dice la ley. Les damos ideas para reaccionar rápido ante una posible agresión. Es clave que se sepa que no se busca la confrontación, sino cómo soltarse, cómo huir, cómo colocarse. Las mujeres colaboran muy bien, están muy interesadas”, asegura.
Los talleres están dirigidos a mujeres a partir de los 15 años, pero la variedad es amplia: en uno reciente, Eduardo tuvo una alumna de 75 años. “No todo es físico. A veces basta con saber cómo colocarte. Intentamos hacerlo divertido, porque el tema es duro de por sí, y no queremos que la gente se sienta mal”.
El futuro del Bertxarri
Y ahora, ¿qué viene?. Eduardo lo tiene claro: “seguir como hasta ahora, con tranquilidad, sin prisa”. La clave es mantener el espíritu. “De toda esta gente siguen saliendo competidores, profesores, árbitros. El que ama el judo, lo que quiere es practicar judo. Y si le gusta, lo enseña. Eso es lo que nos mueve”.
El 14 de junio, Tafalla rendirá homenaje a esta historia. Una comida, una exposición de fotos antiguas, una vuelta por el pueblo. Coincidirá con el Dantza Eguna, y por respeto a las celebraciones, han decidido compartir el espacio. “Quitamos nuestro DJ y disfrutaremos con ellos también”, cuenta Eduardo con una sonrisa.
Cuarenta años después de su fundación, el Club Bertxarri sigue siendo un ejemplo de lo que el deporte puede construir cuando se hace desde la pasión, el compromiso y la cercanía. Un club que no solo ha enseñado judo, sino también respeto, esfuerzo, compañerismo y comunidad. Y que, por lo que se ve, todavía tiene mucho por delante.