Euskera y gallurés: un galardón a una familia de Pamplona por defender las lenguas minoritarias
Ainara y Riccardo, vecinos de Iruña, acaban de recibir un premio en Cerdeña por preservar sus lenguas en la vida cotidiana educando a su hijo
El italiano Riccardo Azzena habla gallurés, idioma a caballo entre el corso y el sardo de la región de Gallura, norte de Cerdeña. La pamplonesa Ainara Santiago habla euskera. Y los dos le enseñan su lengua, gallurés y euskera, a su hijo Aratz, que ha cumplido un año. Un gesto que la familia Azzena Santiago entiende como normal y a su vez tiene un enorme valor. Tanto que les ha hecho merecedores del Premio Ondras –significa “honor” o “reconocimiento” en sardo–, un galardón europeo en defensa de las lenguas minoritarias impulsado desde Cerdeña. El premio vuelve a tejer lazos con Navarra: la pasada edición fue para la altsasuarra Castillo Suárez García, escritora en euskera y académica de Euskaltzaindia.
Relacionadas
Creado por Crei Acli en colaboración con la Fundación Cerdeña y la Región de Cerdeña, este reconocimiento está dedicado a los activistas de lenguas minoritarias. Como Ainara y Riccardo, que recogieron ayer el premio en una gala celebrada en la Manifattura Tabacchi de Cagliari. “Fue una sorpresa, no nos lo esperábamos para nada. Por otro lado sientes que no estás haciendo nada especial, entre comillas. Hay mucha gente en nuestra situación”, comenta Ainara. “Quizá sea un caso curioso porque somos dos personas de diferentes nacionalidades, cada uno con su lengua minoritaria, y sí que le estamos enseñando a nuestro hijo cada uno la suya. Por eso nos querían proponer para el premio, como familia plurilingüe en lenguas minoritarias. Pero hay montón de gente que enseña una lengua minoritaria a sus hijos”, añade.
Su marido Riccardo confirma esa pequeña sensación “de síndrome del impostor”. “Por lo que nos han dicho los organizadores del premio, como muchas veces se reconoce a activistas o personas más relevantes, este año han decidido darle el premio a la clase obrera, por así decirlo”. Riccardo recibió la llamada de Giuseppe Corongiu, miembro del jurado que les propuso para el galardón al que conoció cuando hacía el trabajo de fin de carrera. Este italiano de nacimiento (Olbia, norte de Cerdeña) y navarro de adopción, respondió: “‘¿Proponernos para qué? Si no estamos haciendo nada especial’. Nosotros sentimos que hacemos lo que tenemos que hacer. Y nos explicó que querían que el premio fuera a lo cotidiano de los idiomas minoritarios”.
Así lo certifica el jurado del Premio Ondras en declaraciones que recoge el medio L’Unionesarda.it: “La familia Azzena Santiago encarna los valores del pluralismo lingüístico y de la diversidad europea”. “Su ejemplo vale más que cualquier proclama política: demuestra que las lenguas minoritarias se preservan en la vida cotidiana, con gestos concretos y cotidianos”, añade el diario.
Trayectoria vital
Riccardo estudió Mediación Lingüística y Cultural en Padova, hizo un Erasmus en Barcelona, allí conoció “diferentes realidades lingüísticas y fue bastante inspirador por la situación que vive el catalán”. Cuando terminó la carrera fue “un poco a lo loco a buscarme la vida”. Le tiraba mucho la cultura vasca, había viajado por Euskal Herria, quería aterrizar en un lugar vascoparlante –de hecho ha aprendido a hablar euskera– y la vida le llevó a Pamplona. “Encontré un trabajo y me quedé”, dice el vecino de San Jorge, de 35 años.
Mientras tanto Ainara, de 34 años, había estudiado Bellas Artes en Madrid. Regresó a Pamplona, hizo un máster en Diseño Gráfico y a eso se dedica. Hace 10 años gallurés y euskera coincidieron de casualidad en fiestas de la Txantrea. “Teníamos amigos en común porque Ritxi se hizo de Ortzadar en una full inmersión en la cultura vasca. Y yo tenía gente de la cuadrilla dentro del grupo”, recuerda Ainara.
El pasado año apareció en escena Aratz. Y sus padres, orgullosos, tenían claro que querían transmitirle sus raíces. “La decisión de hablarle en esos dos idiomas, además de por la importancia identitaria que le damos nosotros a la lengua, es porque ya sabíamos que castellano e italiano los iba a aprender sí o sí. Son dos lenguas mayoritarias en las que no necesitas a nadie que ande detrás de ti para que las aprendas, porque realmente estás inmerso en ellas”, reconoce Ainara.
Destaca además que la realidad del gallurés es más complicada que la del euskera: “No tienen la oportunidad de aprenderlo en ningún lado. No hay un AEK o euskaltegis para aprender sardo o gallurés. Tampoco se puede estudiar en el colegio. Creo que lo tocan un poco, pero es anecdótico. Los dos creíamos que era importante que su padre le enseñase la lengua, porque es la única manera de aprenderla. Tristemente la realidad que se vive allí es que los padres no la enseñan a sus hijos porque no le ven un valor real a la lengua”, lamenta Ainara.
Su activismo lingüístico de andar por casa ayer les llevó a recoger el galardón en Cagliari. “La verdad es que estamos supercontentos. Aunque lo guay sería que no se tuvieran que dar premios para estas cosas, porque es lo que deberíamos hacer todos con los idiomas minoritarios”, reflexiona para finalizar Riccardo.
