Magnífico ambiente el que se vivió ayer en Elizondo durante el sábado de carnaval. Hace ya unos años que el pueblo decidió cambiar las fechas de estas fiestas, y quedaron atrás el domingo, lunes y martes, para adelantarlos al fin de semana, al viernes y sábado, básicamente porque año tras año iban a menos. Si uno se ciñe a los hechos y a la participación, la decisión fue la correcta.

Porque si el viernes se contaron por centenares los que participaron de diferente manera, en la cuestación con los mozorros, el hartza (oso), Jantzilo (personaje que encarna el mal) y los sagardantzaris, por la tarde en el desfile de los centros escolares, y por la noche en la tamborrada, ayer, no fueron menos.

Desde primera hora de la mañana se olía el carnaval. Diferentes cuadrillas, cada una ataviada con su disfraz, se disponía a almorzar antes de juntarse alrededor del parque de la ikastola, para dar comienzo al desfile. Más de veinte carrozas se dispusieron una tras otra para comenzar el desfile, a las 11.30 horas.

Entre todas las cuadrillas, sin importar la edad, formaron una gran serpiente multicolor durante la calle Santiago, abarrotada de público en las aceras. Como es de imaginar, había de todo. El desfile lo abrió la carroza de Txoni besta (fiesta choni), y detrás, se pudo ver a brujas y demonios, el Grand Prix, una boda en el juzgado, con invitados triples, vikingos, pitufos, bailarinas, vacas, vaqueros, el típico autobús escolar amarillo de las películas, gente practicando el Aeromotorbic (aeróbic sobre ruedas), una discoteca de los 80, una caseta de la feria de Sevilla, las niñas de San Ildefonso en el sorteo de Navidad, árabes repartiendo petrodólares, Majorettes, cantinas Mexicanas, castellers, punkys, payasos, ladronas muy marchosas que ante la duda de cómo robaban, dominaban el arte de bailar... Incluso había un campo de golf de un solo hoyo al que le faltaban jugadores expertos. Hubo quien recordó tiempos pasados, volviendo varias décadas atrás.

Más o menos, todas las cuadrillas habían invertido su tiempo en preparar las carrozas, coreografías o teatros, además de los disfraces. Todo para pasárselo en grande, cosa que quedó a la vista: lo lograron. Tras el desfile, hubo comidas de cuadrilla en los restaurantes y sociedades gastronómicas, y por la tarde y noche la fiesta siguió por las calles y bares, hasta quemar el último cartucho de este año. El próximo, más. Hoy, terminado el carnaval de Elizondo, toca descansar. Arizkun, Erratzu y Urdazubi tomarán el relevo con ganas y frescura.