El grupo Lurpea celebró ayer la 10ª edición del Día de las Cuevas. Entre las cuevas que componen el grupo, se encuentran las de Zugarramurdi y Urdazubi. En ambas, ayer, cientos de personas participaron en las diversas actividades programadas.

Urdazubi y Zugarramurdi comparten origen. Los dos se fundaron bajo el señorío del Monasterio Premonstratense de San Salvador. En el caso de Urdazubi, es a lo largo del siglo XI cuando una pequeña congregación de agustinos levanta el monasterio. Inicialmente fue un hospital de peregrinos atendido por canónigos regulares de San Agustín. Se integró en la orden premostratense a finales del siglo XII o principios del XIII. En el caso de Zugarramurdi, se sabe que en 1366 había 15 casas. Se trataba de una granja propiedad del monasterio, bajo cuya autoridad se fue desarrollando el núcleo urbano. Los de Zugarramurdi eran ciudadanos libres, a diferencia de los de Urdazubi, que eran siervos del monasterio. Las tierras, sin embargo, sí que eran propiedad de la abadía y los zugarramurdiarras tenían que pagar un impuesto por la utilización de las mismas. El abad del monasterio fue señor de Zugarramurdi y Urdazubi hasta 1785.

Los dos pueblos, además del origen y las relaciones naturales de dos pueblos unidos por sus tierras, comparten, casualmente, el hecho de tener cuevas. Cuevas bien diferentes, que desde hace años atraen a miles de visitantes. Concretamente, el año pasado, 128.000 visitaron la Sorginen Lezea de Zugarramurdi, y 35.000 la cueva de Ikaburu, de Urdazubi. Ayer, centenares más acudieron.

ZUGARRAMURDI El Día de las Cuevas tuvo ayer en Zugarramurdi dos actos especiales. Por un lado, a mediodía, la Coral de Bera ofreció un concierto itinerante, con cantos populares vascos, que discurrió por los principales escenarios de la gruta.

Por la tarde, la sorgina Engraxi hizo de guía en una visita dinámica e interactiva por los lugares más emblemáticos de Zugarramurdi, explicando la historia del pueblo, contando leyendas y anécdotas. Una visita que atrajo a bastante público, que aprendió mucho y se lo pasó en grande.

Muchos de los que acudieron a Zugarramurdi comentaban que lo conocían por la película o por haber escuchado algo sobre el Auto de Fe. Tras la visita, quedaron satisfechos por todo lo que habían aprendido.

Engraxi, la sorgina, explicó el origen del pueblo. Habló del contrabando, de la muga, de la Guerra de la Convención. Al parecer, las tropas españolas arrasaron la vecina localidad de Sara, y como venganza, las tropas francesas quemaron Zugarramurdi. Tan sólo dos casas sobrevivieron a este terrible incendio, Berekotxea y Etxorgaia. Por esta razón, casi todos los caseríos de Zugarramurdi datan de finales del siglo XVIII o principios del XIX, son relativamente nuevos.

La historia del Museo de las Brujas también sorprendió a los visitantes. En 1788, Joaquina Borda, esposa de Juan Bautista de Dutari (ambos naturales del pueblo que hicieron fortuna en Madrid), al quedarse viuda ingresó en el convento dominico de Santa Catalina de Siena. Donó sus bienes, para reconvertir el caserón Indaburua en hospital y colegio para niñas. Seis años más tarde, las tropas francesas incendiaron el hospital, que no fue reconstruido hasta 1830. Fue habitado por una pequeña comunidad de monjas, que dirigían el hospital y la escuela para niños y niñas. Después de que las monjas se fueran, este edificio también albergó un cuartel de la Guardia Civil y estuvo en ruinas hasta que a principios de siglo XXI el Ayuntamiento de Zugarramurdi lo compró para ubicar en él el Museo de las Brujas, inaugurado el 20 de julio de 2007. Con ello pretenden limpiar el nombre de sus antepasados, “procesados injustamente por la Inquisición y tristes protagonistas de la mayor cacería en contra de la brujería, la más larga y la última en la historia de la Inquisición española”.

URDAZUBI En Urdazubi, además de las visitas a la cueva, realizaron una visita guiada al pueblo. Durante la visita, Goyo Hualde explicó todo el atractivo sociocultural de Urdazubi en una visita muy completa donde el Monasterio de San Salvador fue la base natural de las explicaciones, no en vano, el molino, el museo y el claustro pertenecieron al monasterio. Pedro Aguerre, Axular, clásico de la literatura vasca, nacido en la localidad, también fue citado.

La visita terminó en el molino, construido por los monjes del monasterio junto con los canales y puentes, con los que pudieron trabajar el hierro y moler el grano.

El molino se conserva en perfecto estado desde que en el siglo XVIII fuera reconstruido. Éste, no comenzó a dar servicio a los caseríos del lugar hasta el siglo XVIII, en que el molinero percibía el saskito o celemín como pago por su trabajo.

Ayer, los visitantes tuvieron la oportunidad de ver el molino en funcionamiento, admirando la fuerza que imprime el agua a las grandes piedras muelas que moviéndose con precisión, producen harina de trigo y de maíz.

Lurpea. Lo componen la cueva de Arrikrutz-Oñati, Ekainberri, la cueva de Isturitz-Oxocelhaya, la cueva Mendukilo, la cueva Pozalagua, las cuevas de Sara, la Cueva de las Brujas (Zugarramurdi) y las cuevas de Urdazubi.

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Las 8 cuevas que componen Lurpea recibieron 445.000 visitas en 2018. Zugarramurdi fue la más visitada con 128.000 visitas, le siguieron Sara (120.000), Isturitze (40.000), Ekainberri (37.000), Pozalagua (36.000), Urdazubi (35.000), Mendukilo (32.000), Arrikrutz (17.000).