lekaroz - Mucho se habla del cielo y del infierno. Son dos conceptos muy abstractos que cada uno, define de una manera diferente. Cada persona se imagina uno y otro como puede, o como quiere. Desde un punto de vista cristiano o desde otro más objetivo, más literal. En el caserío Kortaria de Lekaroz, se puede decir que saben mucho de cielo e infierno, no en vano, viven en un lugar paradisíaco, en el barrio de Orabidea, cerca de Infernuko Erreka, y además, han conocido tanto el cielo como el infierno, si hablamos de lo bueno y lo malo, simplemente. Hace tres años falleció Maite Arburua, la flor de la casa, repentinamente, cuando aún era muy joven. Un ser angelical, con una sonrisa tímida, envolvente. Fue un durísimo golpe en la familia. Nunca se puede decir que una familia se repone de algo así, pero la familia de Kortaria, hizo de tripas corazón, y siguió trabajando con más ahínco, si cabe, con sus ovejas, con sus vacas, con sus quesos. Con las ganas de mejorar día a día, con la fuerza que les transmite Maite, y con su esfuerzo diario, han sabido creer en lo que hacían y crecer. Crecer como familia, y crecer en su trabajo.

Y es que los últimos años en Kortaria han cambiado muchas cosas. La amatxi Carmen, los padres de familia Maddi y Antonio, y los hijos, Paulo y Julen, con la ayuda de más familiares cercanos, han dado con la tecla del éxito. El principal artífice de este cambio y posterior éxito es, junto con su familia, Julen Arburua, un joven pastor lekaroztarra que pese a su corta edad, 27 años, se ha convertido en un auténtico experto en la elaboración de quesos. Desde que nació ha convivido y trabajado con los animales en su caserío, no es ningún secreto para él, pero todo cambió a partir del 2010, cuando Julen fue a la Artzain Eskola, para aprender el funcionamiento de una quesería. Tras adquirir los conocimientos necesarios, el engranaje de casa se puso en marcha a pleno rendimiento, con nervios e ilusión, creyendo en lo que hacían.

Trabajan con humildad, con la pureza del blanco de sus uniformes cuando tratan la blanca leche de sus vacas y ovejas, y elaboran quesos que serían dignos de paladares del infierno, pues, según dicen algunos, en el infierno se encuentran las mayores diversiones y manjares del mundo. Allí no puede faltar un queso de Kortaria, o varios, ya que elaboran tanto quesos de oveja latxa como de vaca. Y por si fuera poco, uno de sus quesos, Infernuko gasna (el queso del infierno), es el mejor queso. Así lo han demostrado los últimos años, y así se lo han reconocido los jueces de distintos concursos de Euskal Herria, y también a nivel internacional. Aunque Kortaria es una quesería bastante joven, no para de recibir el reconocimiento a su buen trabajo, a nivel de ventas, y sobre todo, a nivel de galardones o premios, particularmente los dos últimos años, donde ha hecho algo insólito. Ha ganado muchísimos premios, entre los que cabe destacar los primeros premios obtenidos, los dos últimos años en Uharte Arakil y en Ordizia, donde acaba de reeditar la victoria del año pasado.

Es la primera quesería que consigue repetir triunfo en Ordizia dos años seguidos. Hace pocos días que recibió este último premio, txapela incluida (la primera vez que la dan), un premio que, disfrutará más que el del año pasado, “el año pasado creo que no lo disfruté como era debido”. No esperaba el primer premio este año, nadie ha repetido triunfo dos años consecutivos en Ordizia, y además reconoce que “creía que el queso del año pasado era mejor, pero al parecer, este también ha gustado”, por ello, al escuchar su nombre saltó extasiado al estrado, alzando los dos brazos, en una celebración enérgica. Está muy contento, como toda la familia, no es para menos; como dice, “los premios siempre son buenos para nosotros, dan a conocer nuestro trabajo, nuestro producto, y ayuda a las ventas. Además aporta ilusión y ánimos para seguir trabajando día a día”. Y es la clave del éxito, comenta Arburua, es el trabajo: “no hay más secreto que la labor diaria, las ganas de mejorar, la perseverancia, el amor a lo que haces”. Como ha quedado demostrado, en Kortaria no falta el amor hacia lo que hacen, y como demuestran una y otra vez, ese amor lo transforman en el mejor queso.