El gruñido del hartza (oso) de Arizkun y el estruendo de las zambombas de Erratzu anunciaron este martes que la primavera ya está aquí. Si bien todavía quedan algunos días para cambiar de estación, Nicolás, el hartza de Arizkun despertó de su letargo invernal y descendió de los montes, dando por concluida su hibernación. Por lo visto el largo descanso le ha sentado bien, viendo la fuerza con la que arribó a Arizkun, llevándose por delante todo lo que encontraba en su camino, y aunque el hartzazain (su cuidador) intentó mantenerlo atado, en numerosas ocasiones se zafó de él, rodando por los suelos, al igual que el hartzazain, que este miércoles se habrá levantado con varios hematomas en el cuerpo.

El hartza y el hartzazain son dos de los principales personajes del carnaval de Arizkun, que este martes tocaba a su fin tras tres días de fiesta, que este año los arizkundarras han celebrado con muchísimas ganas. El domingo y el lunes recorrieron las casas y los caseríos ataviados con la ropa típica de carnavales, pantalones azules, blusón negro y pañuelo rojo. Este martes, tras almorzar, cuatro sagardantzaris realizaron una kalejira por la localidad, parando en varios puntos donde bailaron la sagardantza. Posteriormente la gente salió de sus casas ataviada con disfraces de todo tipo, pintando de mil colores las calles.

Este año, no se celebró la boda que escenifican todos los años, una boda que cuenta con decenas de variopintos invitados. Desconocemos si alguno de los contrayentes se echó para atrás anulando el evento, o la resaca pudo más que la ilusión por desposarse.

Por contra este año, para sorpresa de muchos, ha habido dos hartzas en Arizkun, por lo visto Nicolás ha encontrado un nuevo compañero durante du hibernación, que hizo su aparición un poco más tarde que el primero.

ERRATZU En Erratzu también quemaron los últimos cartuchos de carnavales. El domingo, lunes y martes por la mañana los jóvenes realizaron cuestaciones en casas y caseríos, y este martes por la tarde la comitiva de las Damak, zambombas en mano, atronó las calles de la localidad, queriendo despertar a la primavera, mientras decenas de mozorros andaban de aquí para allá bailando, cantando y provocando a los curiosos. La fiesta continuó durante la noche, despidiendo los carnavales hasta el año que viene.