“Antes, cuando veía a alguien en la calle, con algún problema, no sabía si acercarme o no. Porque no sabes si te estás entrometiendo en su vida. Sin embargo cuando te pones el uniforme es como que tienes la obligación, además de que te sale. Te sientes con permiso para preguntarle si le pasa algo, o si le puedes ayudar. Te involucras, y poder intervenir es lo más bonito”. Cuenta Águeda Gutiérrez Tainta, vecina de Pamplona, que la suya es una vocación “tardía, aunque siempre ha estado ahí”. Y es que con 40 años –ahora tiene 47– decidió cambiar su vida, “hacer algo que me apetecía desde hace muchos años pero a lo que no me había atrevido por diferentes circunstancias”. Dejó la abogacía para ser policía municipal y está encantada, “no me arrepiento para nada. De hecho, me da pena no haberlo hecho antes. A los municipales sólo se nos conoce por ir con la libretica a poner multas pero hay un trabajo detrás impresionante. Yo no he sido consciente de lo que hay en la calle hasta ahora, las vidas son más complejas de lo que parece y la realidad, a veces, es otra de puertas para adentro”.

Le plantearon trabajar con VioGén –una herramienta que utilizan Policía Foral, Nacional, Local y Guardia Civil para valorar el riesgo de reincidencia de la violencia de género– para hacer los seguimientos, y asume que “poder ayudar, poner mi granito de arena para que la situación de las mujeres que viven ese problema vaya a mejor, es lo que más me gusta”. Es un ámbito que conocía y como abogada le había tocado trabajar con mujeres “pero como policía, para mí, es mucho más gratificante”.

“Ahora la sociedad es mucho más consciente de la gravedad de ciertas situaciones, se implica y responde”

Águeda Gutiérrez Tainta - Policía Municipal de Burlada

Hay gente agradecida y que se da cuenta. Y hay veces que cuesta, también. No hay cifras, no son números, son vidas y son familias: cada una es diferente, cada cual con su problemática”, relata. Y explica que algunas mujeres no son conscientes de que están sufriendo violencia, “lo naturalizan. A una su marido le dejaba encerrada en casa sin llaves, con sus hijos dentro. Y no lo percibía. Lo llevaba haciendo tanto tiempo… Es un problema”. Hay otras que, siendo conscientes, no tienen recursos. Fuera los hay, pero están saturados y son para determinadas situaciones”.

Pero en Burlada, asume, es importante la colaboración vecinal. “Muchas de las llamadas que recibimos son de la vecindad. Yo procuro, después, llamar a quien nos ha dado el aviso para agradecerles que lo hayan hecho porque muchas veces llaman y te dicen que no saben si tienen que hacerlo. Gracias a estas personas la cosa probablemente no ha ido a más”. Ha habido un cambio, valora, “ahora la sociedad es más consciente de la gravedad. Hay mucha implicación y es importante porque la ciudadanía responde”.

Más casos

Cada vez tiene más trabajo. “Los casos no disminuyen, van aumentando. Puede que haya mayor conciencia social y se den más avisos o que las propias mujeres se vayan dando cuenta. Existir no es que exista más. Aunque me llama la atención que algunas jóvenes repitan patrones que yo pensaba que estaban obsoletos, que parecían superados y son caldo de cultivo ahora. Con toda la educación que hay en los colegios y, sin embargo, a través de las redes sociales y de los móviles hay un tipo de violencia que antes no existía. No sólo privada, es pública. Hay que conseguir que alguien frene esa difusión. La educación es fundamental”.

En lo que respecta a la violencia contra las mujeres, la policía municipal participa en el plano institucional y político de recursos (que coordina todos los servicios de Burlada como Igualdad, Servicios Sociales, Cruz Roja, EAIV, Salud Mental o el Centro de Atención a la Mujer, entre otros) y en el ámbito de urgencia o de intervención, cuando reciben una llamada o tienen que intervenir de oficio: “Se constata lo que está pasando, se realizan los informes, se procede a la detención si es el caso, se habla con la mujer, se le ofrecen los recursos, se le informa sobre la posibilidad de denunciar, se la acompaña a servicio sanitario para hacer el parte de lesiones... Ese sería el primer contacto y lo realiza cualquier agente que esté de servicio”, cuenta.

Ella, después, se encarga del seguimiento. “Lo único que pedí cuando me ofrecieron participar en VioGén es que me dieran una línea telefónica para que pudieran contactar conmigo, para que me tengan a mano si necesitan mandarme un whatsapp o comentar algo. Que tengan una referencia, un contacto directo. Y no abusan, lo usa quien necesita”, explica. Asume que la confianza es vital.

“Yo siempre soy Águeda, no la Agente 065. Somos personas. Quiero que me pongan cara, conocerlas. Hay mujeres a las que llamas y te dicen que ya se sienten seguras, les parece que el seguimiento es innecesario. A otras les molesta porque les hace recordar, y tampoco quieres ahondar en cosas que generan dolor. También hay quien no acaba de entender por qué se le hace ese seguimiento si es algo que ya ha pasado, bien porque siguen con él –y eso nos preocupa– o porque no son conscientes, no lo han asimilado. Otras están muy agradecidas, valoran muchísimo lo que no deja de ser nuestro trabajo, pero además cogen confianza para contarte todo. Esas, muchas, son las supervivientes”, relata.

Aunque es cierto que pueden seguir sufriendo violencia y que un riesgo bajo se puede convertir en un medio o alto “en un momento. Hay algunas que viven o vuelven con sus agresores sin que tú lo sepas. Es importante no juzgar, hay que darse cuenta de las situaciones que viven. Hay tantas casuísticas… Me preocupan, muchas veces, las mujeres con las que se ha iniciado un procedimiento y luego resulta imposible contactar con ellas. Eso nos deja en una indefensión total”.

Dice que el carácter de cada una “hace mucho” pero el apoyo social es fundamental. “Si tú no eres consciente y no lo cuentas, o si lo cuentas y no tienes a nadie que te ayude, es muy complicado. Es fundamental que confíen en nosotros, que nos tengan como referente de ayuda. Como algo más, no solo como policías sino como personas que les ayudan, eso es lo más importante. Que te cuenten y que confíen en ti es primordial, tanto si han salido adelante como si vuelven a necesitar ayuda. Es lo más bonito. Eso y verlas salir adelante”.