Las montañas del Pirineo las subía corriendo. Para arriba, iba como un tiro. De repente, perdí fuelle, adelgacé más de 10 kilos y andaba con muletas. Los médicos no sabían qué me pasaba y tenía mucha ansiedad. Me sentía impotente. Qué coño pasa aquí. Podía haberme rendido o hacerme fuerte. Y elegí ser más fuerte”, recuerda Jaime Barcenilla, vecino de 52 años de Burlada.

Jaime se recuperó de sus extraños problemas de rodilla, se convirtió en cabo del parque de bomberos de Burguete, escala edificios y ha abierto un canal de YouTube, El club de los poetas vivos, sobre crecimiento personal y aventura.

Desde pequeño, Jaime se ha dedicado al deporte de competición: judo, bicicleta de montaña, de carretera, escalada o alpinismo. A los 18 años, subía corriendo los picos del Pirineo –Collarada o Los Infiernos– y en los Alpes escalaba montañas de más de 4.000 metros de altura. “Una vez estuve 21 horas colgado en una pared y casi me congelo”, rememora.

 Jaime compaginaba sus dos pasiones: el deporte de aventura y su oficio de bombero. Con 19 años, se presentó a las oposiciones de bombero forestal y en ambas pruebas, física y teórica, sacó un 10. “Entré directamente en Miluce. Quería ser técnico forestal porque para mí la naturaleza es sagrada”, defiende.

Al año siguiente, realizó las oposiciones para bombero profesional y el 5 de julio le comunicaron que entraba en la academia. “Me acuerdo que llegué a Diputación, las notas aún se publicaban en papel y vi mi nombre en las listas. Fue fantástico”, relata.

La vida de Jaime iba viento en popa a toda vela hasta que aparecieron los dolores de rodilla, perdió más de 10 kilos de peso y los médicos no le diagnosticaban qué le pasaba. “En Ubarmin me hicieron una radiografía y se veía que perdía calcio, pero no sabían por qué. Tenía una fragilidad en las rodillas que me producía unos dolores terribles y menguaba mi salud física y emocional. Tuve que cogerme la baja porque acabé en muletas y a veces en silla de ruedas”, indica. 

La medicina convencional no remediaba los problemas de rodilla y Jaime acudió a las terapias alternativas. “Conocí la nutrición macrobiótica y me dijeron que tenía un problema de acidificación. Con una dieta más básica calmé mis dolores. No fue de un día para otro, al cuerpo le cuesta un tiempo recuperarse”, señala. 

Tras esta experiencia, comenzó su “avidez” por el conocimiento: cursó Psicología en la UNED, se especializó en Salud electromagnética y Acompañamiento en terapia y abrió un canal de YouTube, El club de los poetas vivos, sobre crecimiento personal y aventura.

“Siempre hay que compartir lo que sabemos. No somos lo que tenemos sino lo que damos. El mundo, cuanto más das, más te devuelve. La vida es un espejo. El objetivo es que las personas saquen la mejor versión de ellas mismas”, reflexiona. En los vídeos, habla sobre el miedo, la ansiedad, la autoestima... o se tira en parapente. 

El 13 de mayo, participó en la séptima carrera vertical de bomberos de Madrid y grabó dos vídeos: el primero subiendo los 55 pisos de la Torre Emperador y el segundo un homenaje a los 343 bomberos que murieron en los atentados del 11S en Nueva York. “Subieron las escaleras de fuego para intentar salvar la vida de otras personas. Sabían que iban a morir y aún así lo intentaron”, elogia. 

Jaime participa en carreras verticales –subir un edificio de gran altura por la caja de escalera con el equipo de protección, una situación real que se da en los incendios de viviendas– porque representa “la esencia de ser bombero. Mientras todos bajan y huyen, tú entras adentro de un edificio para intentar salvar la vida de personas y apagar incendios”.

Jaime, con el equipo de vídeo y estabilizador, subió los 55 pisos de la Torre Emperador en 12 minutos y 6 segundos. “Si me quito la cámara y me agarro a la barandilla hago menos de 10 minutos”, defiende.

Bombero en Burguete

Jaime es el cabo más veterano del parque de bomberos de Burguete. A la mañana, realizan un briefing donde se establece el patrón de maniobras, se mira la meteorología, se valoran las posibles incidencias, se repasan las intervenciones...

Después, practican maniobras con equipos de respiración, trabajan con ambulancias, realizan rescates en vehículos y de montañas. “Todos los días utilizamos las cuerdas, poleas y maquinas de extracción. Te comes la cabeza para hacer maniobras reales. Así, cuando nos toca actuar de verdad, lo hacemos bien”, señala. 

En los incendios del verano pasado, que quemaron 12.530 hectáreas en Navarra, Jaime trabajó 80 horas sin parar. “Fue horrible. Hacía la guardia, descansaba unas horas e íbamos a Odieta, Gallipienzo, Olite... Hasta las dos y media de la mañana, cuando empezó a llover. Cuando hay un fuego, hay que darlo todo”, recuerda. 

Jaime lleva 31 años como bombero y “nunca” había visto incendios de tal magnitud. “El cambio climático, la sequía, la acumulación de material combustivo... Es un cóctel explosivo y en el momento que salta una chispa se generan fuegos de grandes dimensiones que son difíciles de extinguir. Sientes impotencia”, lamenta.