La presidenta del Colegio de Arquitectos Vasco-Navarro, María Urmeneta, considera que Sarriguren se adelantó a lo que ahora vemos como normal y que su desarrollo urbanístico ha sido “un éxito”, aunque cree que “faltó planificación en la movilidad y la conectividad”.

“Hay que ponerse en la época en la que se empezó, que era el año 1998, cuando se tramitó el plan sectorial. El Gobierno de Navarra optó por una actuación pública y se crearon 5.577 viviendas. Que el 98% fueran de protección oficial me parece ya de por sí un éxito”, asegura. 

Se ideó lo de la ecociudad antes que en ningún otro sitio y planteaba dos aspectos muy interesantes. Primero, la ordenación, que era una integración ambiental. Luego, la construcción sostenible. Era muy adelantado a lo que ahora vemos como normal”.

Una de sus particularidades era la de tener una densidad de unas 50 viviendas por hectárea, lo que supone dejar mucho espacio libre. “Creo que es una localidad que tiene una forma de relacionarse con las zonas verdes muy interesante. Y muy egocéntrica también. Es un municipio que está pensado para solucionarse dentro de sí mismo. Desde ese punto de vista, está muy bien planteado. Creo que Sarriguren tiene muchos grandes aciertos y que es un sitio en el que la gente está contenta”. 

Así, la arquitecta no duda en opinar que es un modelo que se puede extrapolar a otras zonas, pero aprendiendo de los errores. “Aunque se le llamó plan supramunicipal, en Sarriguren no hay esa visión más desde arriba, de lo que es el área metropolitana o la Comarca de Pamplona”.

Así, tiene claro que el problema principal está en la movilidad. “Se soporta mucho en el transporte público, pero ya se ve que no es suficiente para evitar el uso de los vehículos privados. Todo va a la PA-30, solo hay dos puntos de contacto y eso supone un problema. No se ha visto la conectividad rodada desde una perspectiva más alta. En Sarriguren viven más de 15.000 personas que probablemente trabajen fuera. A eso es a lo que hay que buscarle una solución, que puede ser algo estructurante para la comarca, aunque es cierto que la topografía es complicada y que es caro”.

Desde el punto de vista de la sostenibilidad, cree que en términos generales se han logrado los objetivos. “Habría que ver los informes técnicos de los edificios y si la dotación de energía solar y eso es suficiente. En cuanto a la construcción, ahora se exigiría más, seguramente. Luego, el planteamiento era que no hubiese una densificación. Quizás por eso es tan agradable. Los edificios más altos tienen seis plantas y ya les llaman torres”.

“Creo que ahora que ya está la ciudad consolidada, que hay suficientes dotaciones y que ha tenido éxito en muchas cosas, sería el momento de dejarle al municipio que evolucione de una forma natural hacia lo que quieren y necesitan sus vecinos. Por ejemplo, creo que habría que flexibilizar las terrazas para edificaciones porque muchas no tienen balcones. Y, si hay que redensificar en algún sitio para incrementar dotaciones, que también se pueda hacer. Pero que evolucione, que tenga su propia vida. No dejarlo como una maqueta acabada porque, si no, se quedará antigua en unos años”.