Una huerta de cuadrilla que triunfa en Instagram
Aitor, Eider, Irene, Silvia e Idauze son amigos, tienen una parcela en Olloki y narran sus experiencias en La Mutilhuerta, una cuenta con casi 10.000 seguidores
Saltan, bailan, cantan, hacen rimas o juegan con la manguera. Enseñan cómo es la planta de un calabacín, muestran cómo crecen los guisantes o explican cómo frenar plagas con jabón potásico casero.
Aitor García, Eider Etxeberria, Irene Seminario, Idauze Zaratiegi y Silvia Raya son los protagonistas de @lamutilhuerta, una cuenta de Instagram con casi 10.000 seguidores en la que este grupo de amigos narran sus experiencias en la parcela de Olloki. “El objetivo nunca ha sido conseguir seguidores. Ha sido natural, nos lo pasamos bien, grabamos cuando queremos y a la gente el contenido le parece gracioso e interesante”, confiesan los miembros de @lamutilhuerta.
Para conocer los orígenes de esta curiosa historia nos debemos remontar a 2019. Por aquel entonces, Eider Etxeberria y Aitor García decidieron utilizar unos bancales que el padre de Aitor tenía “desaprovechados” en su jardín de Mutilva: “Quisimos adentrarnos en el mundo de la huerta, que, a pesar de haber estudiado ciencias ambientales, era totalmente desconocido para nosotros. Empezamos de cero, no teníamos formación específica”, relata Aitor.
Se pusieron manos a la obra, fueron al vivero de Huarte a comprar semillas y, mientras esperaban sentados, se les ocurrió retransmitir en redes sociales su experiencia y divulgar conocimientos que habían adquirido en la carrera universitaria. “De esa manera tan estúpida surgió el Instagram”, bromea Aitor.
Estos dos amigos empezaron a subir publicaciones de las labores que realizaban en los bancales y la gente comenzó a engancharse a @lamutilhuerta.
“Se sorprendían de la forma que tiene la planta del calabacín, desconocían cómo crecían los guisantes o les parecía guay cómo se reproducen las fresas. Muchas personas solo ven el producto final y nosotros les enseñamos todo el proceso”, indica.
La cuenta de Instagram llegó a oídos del Ayuntamiento del Valle de Aranguren e impartieron talleres en la Casa de la Juventud Aranetxea. “Renaturalizamos la plaza y plantamos semillas con los chavales”, explica.
Los bancales del jardín de Mutilva se quedaron pequeños, hace tres años les concedieron una parcela en Olloki y preguntaron por el grupo de WhatsApp de la cuadrilla quién quería unirse al proyecto. “Me animé porque me encanta la comida y cocinar. De esta manera dispongo de verduras y hortalizas que salen de mi huerto”, apunta Irene Seminario.
“Hoy en día se utilizan muchos químicos, me gusta comer sano y aquí conoces qué has plantado, lo cuidas y lo recoges para llevártelo directamente a tu plato”, defiende Silvia Raya.
Idauze Zaratiegi –Barañáin– les conoció en la electrotxaranga de Mendillorri, se hicieron amigas y “de casualidad” acabó en el proyecto. “Nunca me había visto en una de estas. Cuando se lo cuento a mi abuelo, que ha tenido huerta toda la vida, no se lo cree. En nuestra generación no es muy común”, asegura Idauze.
Llega el verano
Estos cinco amigos se encargan principalmente de la huerta, pero remarcan que es un espacio abierto por el que han pasado conocidos y otros miembros de la cuadrilla. “Muchos días el curro ha salido adelante gracias a amigas”, reconoce Irene. “Todo el mundo que viene disfruta, coge la azada y desea volver”, insiste Aitor.
Los cinco recomiendan a otros grupos de jóvenes que lleven su propia huerta porque es una actividad “sana” que permite socializar con amistades al aire libre y recuperar un hábito, estar vinculado con el campo y la naturaleza, que se había perdido.
“Nuestros abuelos tenían huerta. Sin embargo, nuestra generación está desconectada, no sabe de dónde vienen los productosy debemos mantener esta herencia y cambiar este modelo insostenible”, reivindica Aitor.
La huerta se encuentra en el “momento más ilusionante” del año: preparar la tierra y decidir qué se va a plantar y en qué lugar exacto de la parcela. Por ejemplo, los tomates irán donde el año pasado estuvieron las habas, que fijan el nitrógeno en la tierra.
Este año harán “un tetrix” –pepino, calabacín, berenjena, lechugas, cebollas, fresas, puerros– y probarán una nueva asociación: maíz, calabaza y alubia verde. “Los tres necesitan propiedades nutricionales de la tierra diferentes, no se hacen competencia”, apuntan.
Esta época del año –primavera y verano–, es la más bonita, pero también cuando más trabajo se acumula: desbrozar –quitar las malas hierba que han salido–, regar con las mangueras cada dos días, labores de mantenimiento –colocar palos y redes alrededor de las plantas para guiar su crecimiento vertical–, poner flores y aromáticas que atraigan a polinizadores e insectos, afrontar plagas con remedios naturales, ahuyentar los topillos con malas hierbas... “Todos hacemos de todo”, expresan.
Además, cuando les apetece, graban un vídeo para Instagram. “La cuenta no es lo principal. No quedamos en la huerta para subir contenido. Es un añadido. Nos lo pasamos bien y hacemos una publicación cuando queremos”, afirman.
En la misma línea, no preparan ni calendarizan los vídeos humorísticos, simplemente improvisan: “Somos las payasas de Aitor”, se ríen las tres. También suben contenido didáctico –cómo frenar plagas con jabón potásico casero– e Instagram les ha servido para desarrollar “una red de contacto” que les ayuda a identificar plagas o trucos para una plantación más efectiva. “Preguntas en una storie y la gente contesta”, concluye Aitor.