berriozar - En una época en la que a las personas refugiadas se les condena a morir en alta mar y el discurso xenófobo se cuela en las instituciones con anormal normalidad, reconforta descubrir síntomas de humanidad. Ayer concretamente en Berriozar. Lejos de negar su realidad, el pueblo saharaui tendrá voz y se asomará al kiosko de la plaza Eguzki el 28 de agosto.

El Equipo de Gobierno ha decidido que la Asociación de Amigas y Amigos del Sáhara de Berriozar, con casi una década de actividad en el municipio, encienda la mecha festiva. Un colectivo que “tiene como fin la ayuda y colaboración con el pueblo saharaui en su lucha para que sean reconocidos sus derechos internacionales como nación libre y soberana, y que lucha actualmente en unas condiciones adversas; internacionales, regionales y climáticas”, explicó en rueda de prensa el alcalde, Raúl Maiza (EH Bildu), quien concretó que “gracias a este trabajo desinteresado y constante de la asociación, desde hace ya unos cuantos años Berriozar se ha convertido en el referente de solidaridad hacia el pueblo saharaui dentro nuestra Comunidad Foral, mostrando a nuestra sociedad como ejemplo de convivencia y cooperación”, dijo.

“En estos tiempos en que a los refugiados se les impide salvar sus propias vidas y que se habla de las personas legales o ilegales, es importante traer a colación que hay un pueblo como el saharaui que lleva más de 43 años en la hamada, en el desierto del desierto argelino, que están refugiados y que nacen refugiados, y que Berriozar está muy orgulloso de ser un pueblo solidario. Ahora que a nivel mundial y europeo la ola de la xenofobia, el racismo y la ultra derecha está tomando una gran magnitud, Berriozar tiene que ser en la solidaridad ejemplo a seguir”, comentó Iosu Jiménez, miembro de la asociación. Y se refirió al “detallazo” del Ayuntamiento al permitir lanzar el chupinazo “a una asociación muy humilde como la nuestra, que lo único que hacemos es prestar nuestra disposición para que esos niños y saharauis tengan un micrófono abierto, porque es un pueblo olvidado. Está bien que, a pesar de que sean fiestas, se recuerde que hay un pueblo que lleva refugiado más de 40 años”.

responsabilidad y honor Por su parte, Marisa Bayo e Itziar Nazar, integrantes de la asociación que pusieron ayer voz al colectivo en rueda de prensa, consideraron que lanzar el chupinazo “es una responsabilidad, pero sobre todo es un honor. Y queremos hacer partícipes del mismo a los representantes en Navarra de la República Árabe Saharaui Democrática, a todos aquellos y aquellas solidarios y solidarias con el Sáhara, y muy especialmente a los niños y niñas saharauis que han venido este verano gracias al programa Vacaciones en Paz. Y cómo no, a esos padres y madres que los acogen en sus casas”, dijeron.

En la plaza Euskal Herria de Berriozar se da la bienvenida a los saharauis que llegan cada verano a tierras navarras, casi 100 este 2019, antes de distribuirse por toda la Comunidad Foral. La casualidad ha querido que este año se retrasara su fecha de llegada. Y también la de partida. Una feliz coincidencia con la que “podemos aprovechar para que estos niños y niñas y esos padres y madres estén con nosotros en el comienzo de fiestas. Porque esos niños y niñas son los mejores embajadores de la causa saharaui”, recordaron Itziar y Marisa.

acercar su realidad Las dos han estado vinculadas desde pequeñas con el pueblo saharaui porque sus familias han acogido a niños del programa Vacaciones en Paz. “Su demanda era sobre todo que la causa se conociese fuera de allá. Después de uno de los viajes, de estar todo el verano con ellos, decidimos crear la asociación con el fin de dar a conocer la causa saharaui aquí en Navarra, en colaboración con las demás asociaciones que ya existían, y más concretamente en Berriozar”, dice Itziar.

Además, la asociación organiza en abril la Semana del Sáhara, en la que “se aprovecha para traer esa realidad y conseguir recursos económicos, porque está claro que es una necesidad primaria. A día de hoy la alimentación que reciben es gracias al pack de ayuda humanitaria. Ese modo de vida para nada es elegido. Están obligados porque sus tierras están ocupadas. Es un pueblo que con los medios que tiene se ha organizado de una forma que cualquiera no seríamos capaces. Tienen su red de educación, su red sanitaria... muy precaria y muy básica, pero lo han conseguido. Cubren unos mínimos dentro de esa supervivencia, pero no pueden seguir así. Hay 180.000 personas en una precariedad total”, concreta Marisa. Desde hace dos años trabajan también, junto con otros colectivos, en el proyecto Madrasa para que, una vez terminado su ciclo en Vacaciones en Paz, estos jóvenes puedan venir a estudiar aquí acogidos por esas familias.

A ambas se les ilumina la cara cuando hablan de cómo es el pueblo saharaui. Un pueblo “solidario que te acoge rápidamente como si fueses uno más de la familia”, explica Itziar. “Si has estado allí o has convivido con un niño, niña o una persona adulta saharaui, sabes que lo que hacen es cubrir todas tus necesidades en todo momento y estar súper pendientes”, dice Marisa. “Incluso si ellos no tienen sus necesidades cubiertas. Que dice mucho de cómo son”, finaliza Itziar.

programa festivo En cuanto al programa festivo, la edil Saki Ortigosa (EH Bildu) explicó que “mantiene y consolida los pilares en los que se viene asentando desde hace ya muchos años”, con la variedad, diversidad y participación de colectivos dentro de “la modestia presupuestaria” como señas de identidad. Este año con 85.000 euros de presupuesto, 5.000 más que el pasado por el incremento de actividades infantiles, con un espacio nuevo de Artiberri y el estreno del tobogán acuático gigante en la plaza Donantes. De nuevo, la música será la protagonista, con “verbenas, jotas, mariachis, flamenco, tecno y actuaciones de grupos de diversos estilos musicales”. También volverá a ser “una apuesta de primer orden la lucha por la igualdad y contra la violencia machista”, dijo Ortigosa.