- "Había mucho miedo, había mucha histeria, había mucha incertidumbre. Todo era desconocido", relata Ana Chocarro Gorraiz, una de las dos socias de la farmacia Chocarro Iribarren de Mendillorri. Ana abrió la farmacia en enero de 2018 junto con su amiga Beatriz Iribarren Samper. Se conocen desde los dieciocho años, estudiaron juntas la carrera por "vocación" en la Universidad de Navarra y cuando surgió la posibilidad de abrir una farmacia mano a mano no se lo pensaron ni un minuto. Confiesan que han sido unos meses de pandemia "muy duros", aseguran que en la carrera no te preparan para una crisis sanitaria mundial "ni casi para estar detrás de un mostrador", pero ambas subrayan que a pesar de las dificultades "había que estar en este momento sí o sí".

Ana y Beatriz estuvieron cerca de sus pacientes, aunque fuese un poco extraño hacerlo a través de un torno y un cristal. "No fue nada fácil, porque la farmacia es muy cercana, muy humana. Cuando atiendes a una persona estás en contacto con ella y casi la tocas", asegura Beatriz. Sin embargo, establecer medidas de protección y de seguridad era necesario y había que hacerlo sin dilación. "Nos pareció que era una opción efectiva tanto para prevenir a la gente del virus como para prevenirnos a nosotras", explica Beatriz Iribarren.

El torno y el cristal también ayudaron, en parte, a quitar ese miedo que Beatriz y Ana sentían cuando volvían a sus casas y no sabían con certeza si eran portadoras o no de la COVID-19. "Tomamos medidas de protección en el trabajo, pero aún así no sabíamos si éramos portadoras del virus", confiesan ambas. Por eso, Beatriz, además de lavarse y desinfectarse las manos antes de salir de la farmacia, en cuanto llegaba a casa dejaba la ropa en una habitación concreta y se iba directamente a la ducha.

Las mascarillas han sido, por excelencia, el quebradero de cabeza de las farmacias. Al principio, las instituciones y autoridades no decían nada respecto a su uso, después se recomendó y al final se optó por su obligatoriedad. Este constante cambio de criterio complicó, más si cabe, su labor. "Ha sido una locura", afirman. Además de los constantes bandazos de las instituciones y autoridades sanitarias, durante muchos días hubo más demanda que oferta y no tuvieron mascarillas suficientes. No fue nada fácil lidiar con esa situación y decidieron ser directas y decirles a las personas que acudían a su farmacia que las mascarillas estaban pedidas pero que no les llegaban. Por eso, decidieron hacer una lista de espera donde la gente se apuntaba y según iban llegando las mascarillas llamaban a las personas que estaban apuntadas. El problema era que la lista era muy larga, "tremenda", según Ana, y, además, que las mascarillas llegaban a cuenta gotas. Por eso, a Beatriz no le sorprende que algunas personas "desesperaran". La situación, afortunadamente, ha mejorado considerablemente, ya no hay lista de espera y las mascarillas ahora se venden "con total normalidad".

La farmacia Chocarro Iribarren también ha hecho de 'consultorio'. Han sido meses de incertidumbre, de inseguridades y de muchas preguntas, pero pocas respuestas. Por eso, muchas personas acudieron en busca de certidumbres, de seguridades y de respuestas con criterio científico. "Mucha gente nos preguntaba dudas para quedarse más tranquila", cuenta Beatriz. Las dudas más comunes provenían sobre textos que habían leído por internet y que hablaban de mitos curanderos. Las personas iban a la farmacia porque querían corroborar la veracidad de lo que habían leído. La frase más repetida era: "He leído esto en internet y no me convence mucho, tú como farmacéutico qué me dices al respecto".

La gran mayoría de personas que acudían a la farmacia en busca de respuestas era gente mayor. "Tenían mucho miedo e incluso algunos no salían de casa y les teníamos que llevar nosotros la medicación", explica Beatriz. Sin embargo, añade que, sorprendentemente, se han encontrado con otro tipo de gente mayor que no tenía miedo al virus: "No entendían por qué la gente tenía miedo. A estas personas les explicamos que el COVID-19 era una cosa muy seria y que no se podía estar tranquilamente en la calle".

La desescalada avanza y Ana y Beatriz lo notan. Por ejemplo, ya pueden entrar dos pacientes con mascarilla a su farmacia y explican que también ha aumentado el número de recetas de tratamientos del día a día que debido a la pandemia y el confinamiento se habían pospuesto. "Durante el confinamiento más estricto, no recibíamos tantas recetas porque la gente tenía miedo y no iba al centro de salud", indica Ana. Parece que, ese miedo, poco a poco, desaparece y que la gente vuelve al centro de salud y a la farmacia a por recetas que "habían dejado ahí aparcadas".

En esta nueva normalidad, Ana y Beatriz piden que se invierta más dinero en investigación. "La partida en investigación debería ser importante y no el último dinero que sobra por ahí", apunta Beatriz. Además, añade que "debemos ir por delante de las enfermedades y para eso hay que investigarlas". Esperan que, por lo menos, esta pandemia haya servido para darse cuenta de la importancia de la investigación porque "mientras no saquen la vacuna esto no ha terminado" zanjan.

"Ha habido gente mayor con mucho miedo y otros que no entendían la gravedad..."

Farmacéutica