Corre el año 3.176 de nuestra era. La superpoblación se ha convertido en una realidad y, para seguir sobreviviendo, se ha tornado imprescindible lanzar naves al espacio en busca de un planeta habitable. Son cinco, las llamadas "Cóndor". Después de 4 meses de silencio, el centro de coordinacion estelar Locked Out, sito en Beriáin, acaba de recibir un mensaje de la Cóndor 3. Y ha convocado a sus mejores pilotos... [no está escrito el porqué para no hacer SPOILER]. Porque, como en todos los juegos de ingenio -esa premisa innata que define a las escape room-, habrá que devanarse los sesos para descubrirlo. El reloj está en marcha y la cuenta atrás marca 90 minutos.

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La de José Antonio Barros y Sergio González es una de las últimas salas de escape que sube la persiana en la Comarca de Pamplona, la única con la que -de momento- cuenta Beriáin, en la nave de un polígono que les ha servido para hacer las delicias de un juego que Barros llevaba tiempo maquinando. No tuvo más que comentárselo a su socio, con un café como excusa, para ponerlo en marcha. "Nuestros hijos estudian juntos, hicimos amistad en los ratos del patio, mientras jugaban o después de dejarlos en el cole. Un día me apareció con una caja de zapatos, con lo que quería hacer a escala pequeña, en la caja del hámster -bromea Sergio-. Le dije que yo me encargaba del papeleo y la burocracia y nos pusimos a ello", relata.

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Ambos vecinos de Zizur, forjaron el proyecto en plena pandemia -empezaron a apañar la nave a finales de septiembre de 2021- "en un contexto de distanciamiento social, grupos reducidos y con miedo, mucha gente no se atrevía a ir a un bar a tomarse una caña con los colegas, como para venir a encerrarse a una sala. Si la cosa llega a ir a peor, nos hundimos", valoran. Pero abrieron el 11 de abril y asumen que las reseñas están siendo buenas. "Las primeras partidas fueron con con normativa covid, ahora vienen y nos dicen que es el primer escape room que hacen sin mascarilla en dos años. Y hace mucho, porque con ella no se les entiende mientras juegan".

Cuentan que los jugadores y jugadoras valoran "la innovación del juego, la decoración y la interacción con la propia sala, la originalidad de las pruebas". Barros prácticamente lo lleva en la sangre: "Quería ser astrofísico pero cuando vi todo lo que había que estudiar me decanté por panadero", bromea. Trabaja en Villatuera (Ega pan). Ha pasado por una decena de salas en diferentes zonas e incluso ha diseñado una portátil, para "para llevarla de casa rural", dice.

Y cuenta su compañero que, cuando se juntan para hacer alguna comida los padres y madres de la clase, "José les monta a los críos unas gymkanas impresionantes. Se pegan toda la tarde alucinando, entretenidos. Mis hijos me preguntan a ver cuándo vamos con él a buscar tesoros". Ambos concilian el negocio con sus respectivos trabajos (Sergio es policía municipal) y, de momento, concilian bien.

"En Navarra hay salas de mucha calidad. Nosotros hemos tratado de pensar en las que hemos jugado, porque como jugadores siempre echas algo en falta o añadirías alguna cosa. Hemos apostado por una evolución sin salirnos del escape room tradicional, porque crear una sala que cambie todo el paradigma es arriesgar demasiado", reconocen.

Saben que el suyo es un un sector en auge, muy de moda, y aseguran que es bueno. "Que haya más salas es sano, la gente se anima a jugar y el que viene a hacer esta no deja de hacer otras. Al revés, se engancha. Llo siguiente al salir de una siempre es: ¿cuándo vamos a otra?".

"Que haya más salas es sano, quien viene a hacer ésta no deja de ir a otras"

José Antonio Barros

Game Master