El reto ya no es contra el tiempo, porque la cuenta atrás prácticamente ha dejado de existir. Lo que cuenta es la experiencia. Poder tocar y sentir todo, que no haya límites en el atrezzo. Se ha pasado de jugar en un único plano a descubrir, a cada paso, nuevas estancias con diseños impensables, más reales. En un sector que ha conseguido derribar las barreras físicas, las salas de escape incluso exigen, a veces, cierta agilidad, habilidad para buscar, saltar o meterse por un túnel y descubrir un falso techo. Una puerta que estaba escondida, una pista remota. Las escape rooms incorporan el miedo, la intriga, pruebas que ya no requieren utilizar papel y boli para resolver el acertijo: bastan ingenio y algo de chispa.

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Destreza, eso sí. Y es que dicen los expertos, los Game Master, que la gente cuanto más juega más pide.

Han pasado siete años desde que la primera escape room -un desafío grupal o en pareja en el que hay que resolver enigmas enlazando pistas y detalles- se instalara en Iruña (Way Out, en la calle Calderería). En 2019 había 7 salas en Pamplona y la Comarca, el doble en Navarra, y hoy los números prácticamente se han duplicado. Más allá de consolidarse, no han dejado de crecer.

Pero desde ese boom inicial, y tras superar -están en ello- los contratiempos derivados de la pandemia, han conseguido reinventarse, superarse e incluso cambiar los estándares de calidad. Ahora son salas top, entre las más demandadas, y no es para menos porque de las 50 mejores del mundo, 14 se reparten por el Estado. De esas, tres son de Pamplona. Están en la Rochapea y arrasan en los premios.

Hace una semana se celebraron en el Teatro Magno de Madrid los Escape Room Awards, que vienen a ser los Óscar de las salas de escape, premios nacionales del sector que reconocen el trabajo de los locales que suben la persiana cada año. En 2021 fueron más de 100 en todo el Estado. El de Fermín Ciáurriz y Sara Santana, Distrito 7 (abrió en mayo del año pasado en Berardino Tirapu) estaba nominado a 5 de las 9 categorías, y se llevó tres estatuillas. Fueron los ganadores en Mejores Pruebas con una de sus salas, Noche de perros, con la que consiguieron también el segundo premio a Mejor Escape Room del año, además de la estatuilla de Mejor Sala Original con su segundo trabajo, La terapia de la doctora Wozniak.

En la edición anterior sus vecinos, Unai Calzado y Sergio Cobo -que inauguraron Overtime ya en 2017- consiguieron el premio al Mejor Acting con su sala Call or die, además de el segundo premio a Mejor experiencia por la misma sala, y el tercer puesto al Mejor Acting con 101 años de perdón. Calzado, además, se llevó hace cinco años el reconocimiento a Mejor Game Master -la persona que controla la partida desde fuera, a través de las cámaras, y la que se mete en su papel para lograr que la inmersión sea exitosa, entre otras cosas-.

El evento se viene celebrando desde 2016, cuenta con 12 jurados de diferentes partes del Estado y coinciden ellos, los escapistas, en que el sector "ha evolucionado muchísimo" y está alcanzando "una profesionalización importante". Saben de lo que hablan teniendo en cuenta que, además de esos reconocimientos, han conseguido ingresar en el ranking más seductor: el de las mejores salas del mundo. Noche de perros está en el puesto 19; Call or die en el 17 y 101 años de perdón, en el 38.

Más gremios

"Antes, cuando comenzaron a abrirse las salas de escape, no se sabía si en Pamplona iba a funcionar mucho, y la inversión era relativamente modesta porque lo hacías todo tú. No te la jugabas tanto, montabas cosas más sencillas pero era lo que había porque apenas había referencias", explica Ciáurriz, que asume que después el sector "ha evolucionado mucho. Adquirió automatización a nivel electrónico, adquirió un carácter más potente. Y además de eso, también hay mucho más trabajo detrás. Con los años se ha ido contratando a gente que se dedica al mundo del cine para hacer decorados, incluso personas que trabajan con HBO o Netflix", desvela.

Y es que muchos de esos proyectos sirven para contratar a especialistas, "músicos para que creen una banda sonora original, actores profesionales que realizan esa inmersión con personajes o hacen el papel de Game Master. Se da trabajo a muchos y diferentes gremios, porque también se necesitan arquitectos para diseñar salas, artistas y grafiteros que las hagan reales, electricistas para un proyecto potente de electricidad, pladuristas que tienen que montar estructuras, metalistas a los que se les pide que hagan falsos techos, túneles€ Se ha dado un salto hacia la profesionalización y es lo que, evidentemente, trae consigo la calidad", explica. Y eso a pesar de que mucha gente, lamenta, "tiene un concepto de que es un negocio que puede montar cualquiera, pero ha cambiado bastante y los jugadores son más exigentes también. Hay más salas, comparas más. Y el nivel es mucho mayor".

Unai Calzado y Sergio Cobo, de Overtime. Foto: Unai Beroiz

Saben de eso también Cobo y Calzado, que tiraron todo abajo hace dos años para reformar uno de sus juegos por completo y seguir ofreciendo una inmersión total. "Yo siempre he sido muy friki: me encanta disfrazarme, pero en plan bien. No con un disfraz del chino -bromea-. Y actuar también".

Él empezó como empleado antes de ser socio junto a Calzado en Overtime -franquicia de Mad Mansion, que diseña las pruebas y ganó durante dos años seguidos el premio a Mejor Empresa del mundo de escape room- y ahora incluso trabajan juntos fuera del mundillo. Pero de puertas para adentro tienen muy presente el esfuerzo y el sacrificio que hace falta, también, para sacar el negocio adelante.

"Vimos que 101 años de perdón se estaba quedando viejica así que decidimos invertir todo en cambiar el juego, reconstruimos la sala desde cero para hacerla más original, para mejorarla, además de hacer la nueva, la de Call or die. Fue en noviembre de 2019 y al marzo siguiente nos encerraron -recuerdan-. La pandemia nos ha golpeado muy fuerte y la inundación, el pasado diciembre por la riada, nos terminó de rematar". Les entró agua hasta 15 centímetros aunque reconocen que ahora, después de la Semana Santa y ya sin mascarillas, "la cosa se va normalizando un poco" y se están recuperando.

Rutas y turismo de escape

También coinciden en que el sector ha cambiado mucho y que Pamplona se ha convertido, además, en un referente para otros escapistas. "Mucha gente viene y aprovecha para hacer otras salas de la zona, y turismo por la ciudad. En otros lugares no pasa porque no hay tantas salas de calidad", señalan.

"Que una provincia relativamente tan pequeña -comparada con Madrid o Barcelona-, esté junto a estas ciudades como punto de referencia en el sector, que algunas de las salas más importantes a nivel internacional estén aquí, en este corredor del norte del que forma parte Pamplona a la hora de hacer turismo de escape, para nosotros es un orgullo", reconocen.

Porque valoran que, aunque el decorado sea espectacular y las pruebas muy ingeniosas, "lo que termina dándole vida al juego son los papeles de los game masters; son el alma del escape room. Antes éramos más duros, ahora damos ánimo a tope: la pandemia también ha fastidiado mucho el humor de la gente. Le hemos dado la vuelta a la tortilla y se trata de conseguir que, en dos horas, quienes vengan a jugar se olviden de todo y únicamente disfruten. Hay gente que hasta nos lo ha agradecido al final, alguno incluso con abrazo y lagrimilla", confiesan.

Y agradecen también la implicación de ese público. "Es importante el cariño y las ganas con las que juegan. Y vienen de todas partes, de Israel, de Francia, de Portugal, de Málaga, Mallorca, Galicia o Tenerife... Nosotros no seríamos nadie sin ellos, es por lo que nos dedicamos a esto. Les hacemos reír y hay momentos en los que nos cuesta contener la risa, tenemos recuerdos muy bonitos de muchos grupos que han pasado por aquí", dicen. Será que, cuando salen de la fábrica y entran en Overtime armados hasta los dientes, el Capitán Ghost y Rigan también tienen su corazoncito. l