Ayegui - La joven de Ayegui Anne Vidaurre Vidaurre completó este pasado 31 de diciembre el reto de ascender 500 días seguidos a Montejurra, un monte que divisa a diario desde su localidad y al que no ha parado de subir desde el 19 de agosto de 2017. Un reto con su padre, Richard Vidaurre, autor precisamente de un libro sobre rutas de Montejurra, le ha llevado a completar esta iniciativa. Finalmente, Anne Vidaurre ha logrado el objetivo y ha subido a Montejurra por distintos trayectos durante 500 días seguidos, entre el 19 de agosto de 2017 y el pasado 31 de diciembre de 2018.

La propia joven relata que en realidad éste ha sido el segundo intento para conseguir su desafío. Así, recuerda “empecé el 1 de enero de 2017, pero me lesioné con un esguince el 29 de junio de ese año, cuando llevaba 180 días seguidos. Paré, me recuperé y volvía iniciarlo y a empezar de cero el 19 de agosto de ese 2017. Y hasta el 31 de diciembre de 2018 he realizado los 500 días”, explica Anne Vidaurre.

La deportista explica que no ha llevado a cabo esta iniciativa por ninguna motivación especial. “En principio, me costaba terminar los retos que me planteaba, como los propósitos de año nuevo. Me proponía siempre retos de algo y no lo conseguía”, bromea, y añade que “así que decidí hacer algo que supusiera una obligación de día a día”. Anne Vidaurre añade que, además se trataba de superar a su padre, Ricardo Vidaurre, con quien comparte esta afición por Montejurra. “Mi padre había hecho 470 días seguidos. Todo un año y hasta Semana Santa del siguiente. Además, hizo el libro Un año en Montejurra, que también le ayudé a hacerlo y me atraía. Yo he hecho un mes más que mi padre”.

rutas variadas Para llevar a cabo estas 500 ascensiones a Montejurra, Anne Vidaurre ha utilizado las variadas rutas que existen para subir a la emblemática cima de Tierra Estella. “Están la de las cruces, la de los gudaris, la de la cal, la olla del medio, los cañones, etc. Y también hay subidas por pueblos, desde Morentin, Muniáin, Arellano, Dicastillo o Villamayor de Monjardín”, explica Anne Vidaurre, quien añade también que “por la que más he subido es por la de las cruces, que es la más conocida y también más sencilla. También intenté por dos rutas menos sabidas, pero estaban muy cerradas y no se pudo”, explica Vidaurre, que añade que “cada día, según me apetecía, subía por una o por otra. Si quería subir por una y no me la conocía le preguntaba a mi padre, porque ir todos los días por la misma también es aburrido”. Sobre el destino, “el reto era llegar a la cima a la altura de la ermita, aunque también he subido más arriba, a la espada, a la cruz 14, etc”, explica Anne Vidaurre.

La ayeguina añade que “no he fallado ningún día, incluso me he puesto mala y he subido o he hecho excursiones por la mañana a otros montes como el Ioar o la Mesa de los Tres Reyes y por la tarde he ido a Montejurra porque tenía el reto”. En este sentido, Anne Vidaurre confiesa que la montaña no ha sido especialmente su pasión. “No era aficionada, pero a raíz del libro le cogí costumbre”, resume.

susto El reto no ha estado exento de percances, ya que el pasado 7 de enero de 2018, hace ahora un año, Anne Vidaurre tuvo que ser rescatada al perderse en un día de nieve cuando prácticamente había llegado a la cima. “El día anterior, el 6 de enero, subí y había nevado pero no tuve problemas. El 7, seguía habiendo nieve y conforme subía por las cruces ví árboles que se habían metido en el camino. Seguí, pero había más árboles, me metí hacia unos matorrales, la nieve estaba virgen y me salí del camino. Llegó un momento que no podía avanzar, trepé, me arañé y no podía. Llamé a mi padre, le dije que estaba bien pero que no sabía dónde estaba. Estuve cuatro horas, empecé a congelarme. Con movilización de montañeros, de bomberos, de vecinos y de personas que subían, pudieron encontrarme. Estoy muy agradecida de la movilización que hubo y quiero hacer una mención especial a Sergio Aramendía, de Galdeano, que fue quien me encontró, quien llegó al sitio”.

Pese al susto y la angustia, Anne Vidaurre continuó al día siguiente con su reto de las 500 ascensiones a Montejurra. “Tenía un poco de miedo y trauma y una semana subí con mi padre, después ya volví sola”, recuerda la joven.