Estos días de invierno y frío que invitan a la lectura, leo la novela de María Jesús Otero Puente. “Tráeme una estrella (Tragedia en

Ridadelago) “Nació en Ribadelago de Sanabria(Zamora)Cuando tenía 10 años ocurrió la gran tragedia causada por la rotura de la última presa construida, Vega de Tera, que constituyó un trauma imposible desuperar. Vivió en silencio, como todos los supervivientes, la pérdida de tantos amigos y vecinos. Suceso trágico que quedó grabado en su memoria para siempre.

Ahora, la necesidad de contar desde dentro el olvido del que han sidovíctimas, la dignidad de sus mayores, la importancia de la recuperación y trasmisión de la memoria, la han impulsado a escribiresta novela “Es en las Tierras de Sanabria, viejos pueblos de la Zamora profunda. Hace ya unos años, bastantes, recorriendo la geografía. El paisaje y el paisanaje. Ribadelago y un nudo en la garganta. Y la historia de un nueve de enero de 1959. En la medianoche, la presa de la Vega de Tera sintió la herida de una obra mal ejecutada y el cañón de 8 klm. hasta el pueblo de Ribadelago se convirtió en un mar. Hemos trepado cauce arriba , apenas un regacho, por donde aún serpentea un hilo de agua, porque es agosto y la sequía importante. Desde uno de los lados, el pastor amigo nos cuenta la historia tantas veces relatada. “ Mirad, hasta esa altura llegó el agua, se llevo todo por delante, ni una brizna de hierba quedó, rocas y tierras arrastró en su paseo de noche oscura, en su corriente loca ..” Ella, Herminia, nos contará luego, cuando volvamos al pueblo viejo y todavía desarmado, que los hombres jóvenes ,andaban por Galicia construyendo pantanos. Pasear por un pueblo por el que aún sentimos el vacío de aquellos a los que la noche y ese mar dejó sus nombres escritos en unas lápidas ,, esculpidas letras en la piedra con esa prisa que determina la urgencia y la sorpresa. Un mar que dejo el rostro de los vivos navegando en un eterno y salado lagrimal.. Nos cuenta el de la taberna que culparon de todo a un operario y que los jefes se quedaron con penas demasiado chicas sin cumplir cárcel. También el cliente que esta tomando un vermú de mediodía, nos dice “ las indemnizaciones . 90.00 pesetas de la época para los hombres fallecidos, 60.000, para las mujeres y 25.000 para los niños o bebes.” Y es que no lo entiendo, este precio tan distinto valorando a los muertos. El Ribadelago viejo se queda atrás, con la torre de una iglesia como testigo mudo de la mala suerte, un campanario y una campana que no tuvo tiempo de sonar.

Mas abajo nos encontraremos con un conjunto de casas que se construyeron para realojar a los vecinos afectados. A este nuevo asentamiento se le denominaba Ribadelago de Franco, no se si ahorasigue con ese topónimo ni tampoco si Franco estuvo presente en laentrega de las llaves.

Pasa el cartero con su viejo zurrón montado en un caballo y en el pecho de su chaqueta brilla la chapa que lo identifica. Luego, y ya camino de un lago donde la gente disfruta en este tiempo que invita al baño, saludaremos de nuevo a Herminia. Ella no querrá salir de frente en la fotografía. “Si quieres me sacas trabajando que es lo que he hecho toda mi vida”.