Ha sido muy comentada la apertura de la ya centenaria plaza de toros de Estella como zona de esparcimiento canino. Las plazas de toros suelen emplearse para fines diversos, desde un concierto a un torneo de tenis, pasando por mercadillos navideños, como la de Pamplona, o mítines políticos. Sin embargo la idea que se ha llevado a cabo en Estella ha resultado más polémica. Algunos han podido tener la sensación de que se trataba de torear a los taurinos, de profanar un ámbito solemne, histórico y casi sacralizado, donde los maestros del toreo se juegan la vida. Tal vez, para no parecer que se quería convertir el coso en un simple pipi-can, habría resultado más comprensible un programa global de utilización de la plaza a lo largo de todo el año, con una serie de usos y actividades que pudieran incluir también a los perros. Se ha dicho que se iban a organizar talleres, eventos y sesiones de educación canina. Eso está bien y además ahora de moda, con el encantador de perros, César Millán, y sus imitadores. En todo caso es importante evitar el deterioro de los elementos de la plaza y mantener la higiene. Confiar a la lluvia la limpieza de la arena en vez de cambiarla antes de los festejos taurinos, no creo que sea de recibo. Puede que sean los signos de los tiempos; al contrario de lo que ocurría en la Tierra Estella rural de hace unas décadas; en la que los perros andaban, unos más o menos a su aire, y otros dedicados a ayudar al pastoreo y a la caza, hoy en día los canes casi forman parte de muchas familias y son objetos de cuidados y cariño. Ya iremos viendo cómo va el tema de la plaza y el futuro de la tauromaquia, pero sí que se podría destinar alguna zona más al esparcimiento perruno como la que hay en Los Llanos. La posibilidad de que Valdelobos vaya convirtiéndose en parque a lo largo de los próximos años, o décadas, facilitaría, por ejemplo, dedicar espacios de paseo y desahogo a los canes y sus dueños.