A raíz del debate surgido sobre Plazara! en el pasado pleno del Ayuntamiento de Lizarra, es indispensable reflexionar con detenimiento y sosiego en torno a dicha cuestión.

Dando por sentado el derecho de la mayoría del consistorio en cómo asignar el presupuesto de la ciudad, aspecto que no cuestiono, sí que considero necesario reflexionar sobre otros aspectos vinculados al proyecto Plazara!.

Se insistió mucho por parte de quien representaba, en esta cuestión, al gobierno de la ciudad, en el hecho de que no se hubiera elaborado un Plan de Viabilidad del citado proyecto. O más en concreto que no se hubiera realizado una proyección a cinco años (horizonte habitual de dichos estudios que no sirven absolutamente para nada, salvo para permitir a los políticos el tomar decisiones avaladas por la aparente verosimilitud de los mismos) de los previsibles ingresos y gastos del proyecto, para saber cuándo éste sería rentable, desde la ortodoxia del actual sistema económico, y al ayuntamiento ya no le costaría un duro más.

Nada se habló de la labor realizada entre los productores y artesanos de la zona para que se sumasen al proyecto, ni al esfuerzo de éstos en apoyarlo, con una más que dudosa rentabilidad económica, ni la labor de divulgación y proyección comunicacional que se ha realizado, del mismo.

De hecho, Plazara! es ahora mismo una realidad, incipiente, pero real. No una quimera.

Nada se habló tampoco de las razones de fondo que sustentan el proyecto (se dijo, de pasada, que se le consideraba interesante y que se apoyaba el mismo: curiosa forma de apoyar).

Y la razón de fondo debemos buscarla en nuestra actual situación de emergencia climática que nos conduce inexorable y rápidamente al colapso, y que ya se visualizaba cuando se inició el proyecto.

Sin duda el principal problema con el que se enfrentará nuestra sociedad será el de encontrar fuentes de alimentación cercanas, cuando ya no sea posible abastecernos de alimentos lejanos que ya no estarán a nuestro alcance por el alto costo energético y la elevada contaminación que supondrá su traslado. (No entro a considerar otras situaciones de emergencia que se producirán por la futura escasez energética: desmoronamiento del sistema sanitario, asistencial, de las instituciones estatales..., ni cómo seremos capaces de afrontar el futuro suministro de agua potable, ante las cada vez mayores y más frecuentes sequías, lo que requiere un análisis separado, en profundidad).

Plazara! es una apuesta de futuro por una nueva forma de entender y practicar la agricultura y el intercambio de proximidad, libre de la emisión de CO2 que comporta el actual modelo de producción y distribución agrícola, totalmente insostenible y que tiene los días contados.

Y no creo que de eso se hablase, o al menos, lo suficiente.

Resulta evidente, (salvo para los negacionistas, que como Aznar defienden que esto del cambio climático es una invención del rojerío, para aguar la fiesta a los honorables capitalistas que gracias a su ingenio y audacia nos brindan la posibilidad de ser explotados a la vez que, muy a su pesar, contaminan con el inevitable CO2 que deben generar al consumir los combustibles fósiles indispensables para producir la energía necesaria para mantener en pie su modelo de producción industrial) que el cambio climático es una realidad palpable, y que el aumento creciente de las temperaturas es debido a la igualmente creciente emisión de Gases de Efecto Invernadero (GEI), provocada por la quema de combustibles fósiles, principal fuente energética del capitalismo desde sus inicios, pero especialmente a lo largo del siglo XX y lo que llevamos del XXI, y cuya sustitución integral por energías 100 % renovables es una quimera insostenible.

Una de las pocas alternativas que se nos ofrecen es crear nuevas formas de organización sociales que sean resilientes a los cambios que se avecinan y nos permitan cubrir una de las necesidades básicas para la supervivencia, como es el proveernos de alimentos.

Esa es la principal razón de futuro por la que se debe apoyar iniciativas como la de Plazara!

No es una cuestión de viabilidad financiera a corto plazo. Se trata de construir alternativas resilientes que sobrevivan al colapso que se nos viene encima como consecuencia del cambio climático debido a las emisiones de GEI de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural) que aportan el 85% de la energía primaria mundial y son responsables de dichas emisiones.

Y ese es el dilema al que nos enfrentamos: o hacemos frente al cambio climático y reducimos drásticamente el uso de los combustibles fósiles, con las consiguientes consecuencias que ya se están visualizando en lugares más desfavorecidos, o no hacemos nada y las temperaturas se elevarán por encima de los 5 ó 6 ºC que pronostican los expertos climáticos independientes a finales del siglo, o antes.

El crear nuevas experiencias, como Plazara!, que posibiliten un mundo con una drástica disminución de los combustibles fósiles no garantizan una solución global al tremendo reto al que nos enfrentamos, pero permite ir preparando posibles vías de supervivencia, aunque sean parciales y locales.

Aquellas comunidades que más trabajen dichas alternativas, que busquen una mayor resiliencia frente al cambio que se avecina, estarán mejor preparadas para sobrevivir en el futuro.

El futuro de nuestras nietas, que son las únicas inocentes de esta situación, está en juego.El autor es economista jubilado, miembro de Lizarrería Ekologistak Martxan, de ATTAC NAVARRA y de AEREN (Asociación para el Estudio de los Recursos Energéticos), y abuelo.