ras 41 años de trabajo intenso Carlos Irigoyen y Juncal Martínez traspasaron esta semana su negocio del hostal de Zudaire. Una difícil decisión que tomaron cuando vieron que ninguno de sus tres hijos (la cuarta generación familiar), se harían cargo de las riendas de este negocio familiar que actualmente cuenta con catorce trabajadores "casi todos del valle o de tierra Estella".

Y es que el que se conoce como el hotel de Zudaire, ha sido un reclamo permanentes del turismo en Amescoa, un lugar de acogida de cientos de visitantes que a lo largo de los siglos XX y XXI llegaron a estos lugares atraídos por los paisajes de Urbasa y del Urederra: pintores, fotógrafos, personajes del mundo cinematográfico. También de los primeros turistas atraídos hace ya unos 80 años, por los impresionantes parajes y el frescor de su clima veraniego. Unas características cuyo tirón supieron ver una pareja de emprendedores como fueron Tomas Irigoyen y su esposa Emilia San Miguel (abuelos de Carlos Irigoyen). "El negocio lo empezaron mis abuelos que tenían además nueve hijos y a su cargo también dos hermanas de mi abuelo" comentó Irigoyen." Un hombre que se dedicaba al carbón y a la leña. "Mi abuelo bajaba a la Ribera a venderlo y subía aceite y otros productos". Una pareja que puso en marcha una pequeña tienda a la que abastecía también con una granja en la que tenían gallinas, cerdos, vacas y varios animales. Paralelamente, en el edificio del actual hostal que entonces solo constaba de una planta, venían a quedarse familias adineradas. "Al principio solo llegaban profesionales como médicos que venían con sus familias y hasta con el personal del servicio y pasaban parte del verano aquí".

Uno de los primeros clientes durante varios años fue la fábrica de naipes de Vitoria de Heraclio Fournier "pagaba las vacaciones a las operarias". Eran unas 30 chicas de unos veinte años que llegaban en verano hasta el hotel de Zudaire a pasar unos días y de paso "revolucionaban" esta población amescoana. "Todavía hoy hay abuelos que se acuerdan de aquella experiencia".

El Hotel Irigoyen de Zudaire tiene una historia cargada de anécdotas. Curiosamente muchas de ellas relacionadas con el cine. La sierra de Urbasa acogió varios rodajes internacionales. Probablemente el año más intenso fue 1970, donde el Irigoyen acogió a los equipos de rodaje e interpretación de los filmes Cromwell de Ken Kughes y Patton de Frankil J. Schaffner. En 1977 convivieron con los protagonistas de Robin y Marian de Richard Lester. También fue el punto de encuentro en 1984 del equipo de Tasio de Montxo Armendariz. Y todavía el año pasado el hostal acogió al equipo del filme Akelarre de Pedro Agüero. Pero no solo el cine, también la fotografía ha encontrado en Zudaire un punto de encuentro. Varios autores organizan cursos fotografía y acuden con sus alumnos al hostal cada año "buscan paisajes y la sierra de Urbasa abundan".

Zudaire también es un punto de encuentro elegido por la multinacional Volkswagen para que sus directivos aprendieran el idioma alemán de manera intensiva. Carlos Irigoyen y Juncal Martínez recuerdan multitud de momentos entrañables en cada uno de sus visitantes. Momentos de mucha actividad como los que supusieron las prospecciones de gas en la zona en la que vivían más de cincuenta operarios ingleses en el hostal, donde las habitaciónes tenían doble uso "las limpiábamos y desinfectábamos porque tenían dos turnos cada día". Entre el personal más fiel, Carlos y Juncal recuerdan con mucho cariño a los ganaderos valencianos que una semana antes de los Sanfermines acuden a Zudaire a ver "los potros quinceños para tiro. Subían a verlos a la sierra antes de ir a comprarlos a las ferias de Pamplona". "Nunca se sabía cuántos iban a venir pero siempre lo hacían y hablaban del hostal como si fuera su casa", comentaron Carlos y Juncal, una pareja cuya vida ha esado dedicada a "ofrecer la hospitalidad y en la que se intentaba dar lo que entendemos que buscan nuestros clientes".

Al primer edificio que constaba de una sola planta se le añadió una segunda en los años cincuenta, una obra que llevaron a cabo la constructora amescoana Hermanos Elcarte ("que construyeron también el edificio de las colonias"), y se encargaron de añadir un segundo piso al edificio. A finales de los 60 el negocio salió de las vidas de la familia Irigoyen. Por unos años pasó a manos de Gregorio Martínez que le puso el nombre de Hostal Margarita. Una década donde la familia siguió emprendiendo ya que montaron la primera gasolinera del valle antes de que recuperaran el hostal al final de la década de los setenta. "Lo compraron de nuevo mi padre y mi tía Amparo" recuerda Carlos Irigoyen. Un regreso que ha durado 41 años y en los que se afrontó una nueva ampliación. Entre 1992 y 1993 se hizo la tercera planta. "Fue toda una locura porque hicimos la obra en dos veces pero sin cerrar el hotel". Recordaba Roncal Martínez quien destacó el papel fundamental de su suegra Paquita Perez de Eulate "Era la pionera pero también era el motor y la que veía el negocio y también la que más horas le dedicaba".

La cuarta generación es la de los tres hijos de Carlos y Juncal, que conocen el negocio pero decidieron no seguir. "Llevamos dos años desde que decidimos buscar el traspaso y estamos encantados de entregárselo a Jose Mª Bastida porque ha mantenido la plantilla y sabemos que está en buenas manos". "Ha sido una decisión muy dura pero creemos que ha sido la mejor solución para todos" finalizó Carlos Irigoyen.

"En 1992 y 1993 se hizo la 3ª planta, en dos veces. Una locura: no cerramos el hostal"

Propietaria del Hostal Irigoyen

"El traspaso del hostal ha sido un momento duro pero lo mejor para todos"

Propietario del Hostal Irigoyen