Roncal celebró este lunes el día grande de sus fiestas dedicadas a la Virgen del Castillo. La mañana comenzó con la misa en la iglesia de San Esteban, que se encuentra en lo alto de la localidad. Cada año, los vecinos que cumplen o han cumplido la mayoría de edad se visten con el traje tradicional de roncaleses y roncalesas a primera hora y acuden a la cita. Este año les tocaba a Pello Oteiza, Ane Oteiza, Xabi Garate, David Blanco, Irune Martín, David Alzu, Irati Lizasoain y Ander Meler. Les acompañaban Ainhoa Erbiti y Elena Etayo de la quinta anterior. Visiblemente nerviosos y algunos con cara de haber dormido poco, formaron una fila y agarrados del brazo por parejas mixtas, subieron en procesión las cuestas y escaleras de piedra que les llevaban a la iglesia. 

A Pello Oteiza le tocó ser el abanderado. Encabezando la fila junto a su hermana melliza Ane, fue el encargado de subir la bandera a la iglesia y más tarde trasladarla al Ayuntamiento para entregársela a Aritz Jamar que realizaría el Baile de la Bandera.

Pello explicó que el atuendo es similar al que llevaban antiguamente los habitantes del valle y que el de cada pueblo tiene alguna característica diferente. Admitió que seguir con la tradición para ellos es un honor, porque es lo que han presenciado desde que eran pequeños: “Siempre veíamos a los roncaleses y roncalesas y este año por fin nos toca, teníamos muchas ganas”.

Pese a la alegría que les supone lucir sus trajes, Ane admitía con el abanico en mano que la temperatura no era la mejor para ello y que se pasaba calor. 

Los txistus comenzaron a sonar y por un momento era lo único que se escuchaba hasta que Aritz Jamar, roncalés de 26 años, hizo ondear la bandera de Roncal frente a la Casa Consistorial. En ese momento, a la música se sumaba el sonido de la bandera en cada vuelta que daba el joven. El pueblo, congregado alrededor, miraba atónito, como si fuese la primera vez que lo presenciaba. Muchos hacían uso de sus teléfonos móviles para inmortalizar el momento, ya que si algo nos ha enseñado esta pandemia, es que no se sabe cuándo será la siguiente vez.

El joven se estrenó en 2016. El encargado hace unos años era Andoni Iribarren pero antes de que falleciera lo relevó Julen Garjón. Un año que este último no pudo hacerlo, le enseñó la tradición a Aritz y ahora se turnan. “Cada uno tiene su estilo y va improvisando lo que puede en el momento. Es un momento muy especial porque a pesar de ser muy corto escuchas la música, el sonido de la bandera, y es muy emotivo para el pueblo. Para mí es de los momentos más especiales que tienen las fiestas, es un baile que crea mucho sentimiento”, confesaba Aritz. 

“En las fiestas de Roncal hay muchos actos culturales, son bastante completas y se involucra casi todo el pueblo para que salgan adelante. Para mí siempre son muy especiales. El ambiente es muy rural y familiar. Se nota en muchos momentos de las fiestas tanto en estos actos como en los poteos de los bares”, señaló el joven.

Recordó el año en el que le tocó vestirse de roncalés con 18 años. Aunque confesó no haberlo valorado tanto como debería: “Al ser jóvenes nos pilla un poco con la cabeza en otra parte, luego pasan los años y lo ves de otra forma, lo aprecias más, entiendes la carga cultural que tiene”. l