Roncal comenzó ayer sus fiestas, que se prolongarán hasta el próximo 16 de agosto. Este año llevaban consigo un matiz especial, un toque de homenaje y reconocimiento tejido con hilos de historia y dedicación. El protagonismo recayó sobre las vecinas Mercedes y Mari Carmen Garate, Magdalena Sanz, Rosa y Mari Carmen Iribarren, Elvira Orduna, Josune Artuch, Maribel Pejenaute, Esther Lusarreta y Conchita Artuch. Sus manos hábiles y corazones entregados han restaurado con esmero los trajes de roncaleses y roncalesas que aguardan las celebraciones en la Junta del Valle de Roncal.

Las diez mujeres lanzadoras del cohete con motivo de la restauración de la indumentaria roncalesa posan en el balcón del Ayuntamiento de Roncal.

Ataviadas en los mismos trajes que habían insuflado vida nueva, las doce mujeres se alzaron como las custodias de la memoria colectiva. Sus manos, impregnadas con el legado de sus antepasados, tomaron la mecha del chupinazo, un gesto que trascendía el tiempo y encendía la llama de la festividad. Fueron reflejo de la encarnación misma de la historia que se despliega con orgullo en cada costura de los trajes.

Maribel Pejenaute, encargada de prender la mecha, afirmó sonriente la emoción que le produjo recibir dicha noticia: “Vinieron a decírmelo a casa y me alegré mucho porque igual es de las últimas veces que me pongo el traje”. Sus compañeras Esther y Mari Carmen quisieron dedicar “un texto tejido con emoción y agradecimiento, porque nos ha llenado de alegría que nos hayáis propuesto empezar estas fiestas. Esa misma alegría ha sido el patrón que hemos seguido desde 2021 para la restauración”, reconocieron.

Maribel Pejenaute prendió la mecha del cohete festivo.

Indumentaria roncalesa

Estas prendas, más que simples ropajes, son los testigos vivientes de las generaciones que caminaron antes, un puente a través del tiempo que conecta a los roncaleses con los anhelos y las alegrías de quienes forjaron este lugar. Las mujeres se convirtieron en las guardianas de la memoria y portadoras de un mensaje que trasciende las palabras.

En cada puntada, en cada hebra entrelazada, en cada mirada que se cruza entre generaciones, se atestigua que la memoria jamás se agota, que el tiempo no tiene poder sobre las huellas impresas en la tela de la historia. Así, en el caluroso día de ayer en Roncal, el pasado cobró vida, el presente brilló con intensidad y el futuro se nutrió de la sabiduría que solo la memoria puede ofrecer. Con motivo de ello las diez mujeres quisieron concienciar a los roncaleses del valor que tienen estos trajes siendo “patrimonio cultural, sentimental y económico. Nos gustaría que lo llevéis con orgullo y con cuidado para que lo sigan luciendo muchas generaciones más”. Y añadieron: “En estas labores hemos empleado agujas, hilos, tiempo y mucho cariño”, concluyeron.