A Tafalla le ha dado por protagonizar encierros peligrosos. Si el martes un toro corneó en el hombro y la pierna derecha a un joven pamplonés, este miércoles dos morlacos negros se han dado la vuelta antes de entrar en el callejón y , acompañados por dos cabestros, han desandado el camino realizado hasta la curva de la Estación.

Uno de estos bureles ha barrido la parte izquierda del recorrido y se ha quedado mirando fijamente al vallado sin llegar a arremeter contra las tablas. Por suerte, los cabestros, y el buen trabajo de los pastores, han reconducido a ambos toros al callejón tras más de tres minutos en los que se han vivido momentos de tensión.

Los seis morlacos de la ganadería portuguesa Jose Rosa Rodrigues estaban este miércoles adormilados y les ha costado 13 segundos salir de los corrales. La manada, tras varias llamadas de los mozos, ha dejado atrás los corrales y los cabestros se han puesto encabeza durante unos segundos.

Enseguida, un toro negro se ha hecho con el protagonismo de la carrera y ha guiado a sus hermanos en el tramo inicial de la calle Severino Fernández. Este morlaco ha barrido la acera izquierda y ha realizado algún amago de humillar.

Por detrás suya, tres hermanos le perseguían a varios metros de distancia. Estos tres bureles negros también han fijado la mirada a los mozos situados en la parte izquierda del recorrido. En último lugar, dos toros cerraban la manada acompañados por cuatro cabestros.

A la mitad de la calle Severino, tres morlacos negros han tomado la delantera y uno de los hermanos ha seguido humillando por la acera izquierda. Los mozos que han corrido en esa ubicación se han tenido que apartar a los portales para evitar las astas.

La manada ha alcanzado la curva de la Farola, donde uno de los toros ha intentado saltar el vallado y se ha chocado contra las tablas, como en el primer encierro. Sus otros tres hermanos han dado la curva con más precaución y no se han chocado. Los otros dos toros, flanqueados por los cabestros, también han girado sin ningún tipo de problema.

La manada se ha reagrupado tras la curva de la Farola y han recorrido juntos la avenida Sangüesa. Uno de los toros negros ha barrido la parte derecha del recorrido, pero sin crear tensión.

Los otros cinco toros han ocupado la parte central de la calzada y en este tramo del recorrido los mozos se han podido poner delante de las astas y se han presenciado bonita carreras.

La manada, compacta y liderada por cuatro toros negros, ha llegado a la curva de la Estación y ha enfilado hacia la plaza de toros. En este punto, un corredor ha estado a punto de comerse a un morlaco y ha empujado el lomo del burel con sus dos manos para evitar males mayores.

Tras este pequeño incidente, el toro, a las puertas del callejón, se ha quedado parado, ha girado la cabeza y se ha fijado en uno de sus hermanos que se había quedado rezagado en la curva de la Estación.

Al no haber cabestros, que ya habían entrado en el callejón, los dos toros han empezado a girar la cabeza de un lado a otro y se han quedado mirando el vallado. Por suerte, no han arremetido contra las tablas. Calma tensa.

Tres pastores, que han pedido a los corredores que se alejaran de los dos morlacos, han intentado que los toros enfilaran hacia el callejón. Uno de ellos ha obedecido, el segundo no.

En ese instante, han llegado dos cabestros de cola y parecía que la situación se iba a reconducir. Sin embargo, cuando los bueyes se han aproximado a este toro, el morlaco que había entrado en el callejón ha decidido salir de nuevo y ambos han desandado el camino.

Los dos bureles han barrido lentamente la parte derecha del vallado y han obligado a los mozos a subirse a las tablas o a correr el encierro a la inversa. Imagen curiosa.

En la curva de la Estación, uno de los toros se ha separado de su hermano y de los cabestros, se ha quedado parado mirando a los mozos y ha intentado meter las astas entre los huecos que deja el vallado.

Algunos mozos le han intentado citar sin éxito. No arrancaba. Mientras, su hermano, con los dos cabestros, han continuado deshaciendo el recorrido del encierro.

Finalmente, los pastores han conseguido que los cuatro animales pusieran rumbo a la plaza de toros. La reducida manada ha llegado de nuevo al callejón, pero se han quedado parados otra vez muy cerca del vallado.

Uno de los toros se ha girado y ha vuelto a mirar hacia atrás. Déjà vu. El morlaco ha movido la cabeza de un lado para otro durante unos segundos y por suerte no ha decidido retroceder por segunda vez.

El morlaco ha puesto rumbo al callejón, aunque no terminaba de entrar. Se ha vuelto a quedar parado durante 16 eternos segundos. Déjà vu por tercera vez. Un pastor, vara en mano, ha sido capaz de llevarle al callejón entre aplausos del público.