Con el txupinazo también se pusieron en movimiento las peñas, el alma de las fiestas de Altsasu, que llevaron alegría, música y humor por las calles del pueblo. Y es que por fin había llegado el momento de sacar las blusas del armario, las notas de color de la marea humana del arranque festivo. Rojas eran las de Altsasuko Gazteak, que están de celebraciones, las del 50 aniversario desde que varias cuadrillas decidieron fundarla allá por 1973. De cuadros rojos y blancos eran las de Muthiko Txikiak, peña que se refundó al año siguiente. De verde iban los de Ajolabaikoak, creada en 1985, y de negro los de Lagun Onak, el color más sufrido para la peña con más solera de Altsasu. No en vano, se remonta a 1945, en plena posguerra.

Riada humana en Gartzia Ximenez tras el lanzamiento del cohete. Iban Aguinaga

Estas fiestas, tras una campaña de concienciación de Altsasuko Peñak, que agrupa a las cuatro, casi se ha doblado el número de personas que se han apuntado, 450 en total. El pasado año fueron 260 personas. Y es que las peñas son mucho más que cafés, almuerzos y meriendas. En 2016 llegó el azul con Kalez Kale, en torno a a 40 personas que iban por libre; diferentes colores pero un mismo espíritu, disfrutar de las fiestas.

La hora cero de las peñas es la bajadica, cuando cae la noche, a eso de las ocho. Es entonces cuando comienza un paseo desde la plaza Zumalakarregi hasta la de los Fueros, poco más de 500 metros pero que cuesta completar más de una hora. Y es que la chavalería y otros jóvenes de espíritu se resisten a llegar a la plaza, realizando numerosas paradas para bailar y cantar. Lo cierto es que cualquier excusa vale para continuar con la juerga.

Altsasuko Gazteak, que cumple 50 años, encabezó la primera kalejira de estas fiestas. Iban Aguinaga

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Alsasua se tiñe de fiesta Iban Aguinaga