“El repique nos dice de dónde venimos los y las alsasuarras. Porque un pueblo que conoce su pasado es dueño de su propio futuro. Gora Altsasuko kanpaijoleak. Gora Altsasuko festak”, dijeron alto y claro Enrike Zelaia, Asier Beramendi y Jesús Bengoetxea antes de prender la mecha con la que arrancaron ayer al mediodía cinco días de celebraciones en Altsasu.

Y es que los campaneros fueron los encargados de anunciar las fiestas, un honor con el que Geroa Bai quiso reconocer “el importante papel que desempeñan en nuestro acervo cultural el conjunto de personas, que todos los días a las doce, y de forma totalmente altruista, desde el 3 de mayo hasta el 14 de septiembre, hacen sonar las campanas de la parroquia de Altsasu”, tal y como destacó el alcalde, Javier Ollo. Según una regla no escrita, en virtud de los resultados electorales, correspondía a su grupo lanzar el primer cohete de esta legislatura.

La chavalería de Altsasu, dispuesta a darlo todo estos cinco días de fiestas. Iban Aguinaga

“Ahora estamos ocho personas que nos alternamos para que no falle ningún repique”, contaba el akordeoilari, de 84 espléndidos años, persona fundamental en el mantenimiento de las tradiciones de la villa. No en vano, al igual que otras costumbres, recuperó este pregón sonoro de las campanas a finales de los años 60, desaparecido unos años antes cuando Altsasu dio el salto definitivo a una sociedad industrial. Las otras cinco son Iñaki Bengoetxea, Jesús Irisarri, Belén Rubio, Joan Kepa Everts y Félix Martínez. Estos dos últimos subieron al campanario para que en la explosión festiva no faltara el repique. 

Los campaneros brindan tras unirse Joan Kepa Everts y Félix Martínez. NM

Cumplida la tarea, los cinco se juntaron para disfrutar de este reconocimiento, “una oportunidad única”, cómo apunta Enrike Zelaia, Por ello, echaban en falta a Belén Rubio, la primera campanera de Altsasu otra de las personas siempre dispuestas a echar una mano. Pero por razones familiares, esta altsasuarra no tenía ganas de fiestas y prefirió alejarse unos días del pueblo. “Le he sobornado para que estuviera pero no ha habido manera”, lamentaba Zelaia, que lucía la blusa roja de Altsasuko Gazeak, un guiño al 50 aniversario de esta peña, a la que compuso la música de su himno con letra de José Mª Satrustegi.

Asier Beramendi, Enrike Zelaia y Jesús Bengoetxea en el balcón. NM

En relación al origen del repique, explicó que “se remonta a la época pagana. Entonces se realizaba con cencerros como conjuro para proteger la economía doméstica y ahuyentar los malos espíritus”. Al igual que otras muchas, fue adaptada por el cristianismo como una llamada a la oración. Después fue un toque de obligado descanso para comer, sentido que perdió al dejar atrás un modo de vida ligado a la tierra y desapareció. “Investigando sobre el origen del repique, personas mayores me contaron que todavía en el siglo XIX, se acudía con cencerros y fuego para purificar los campos”, aseguraba.

Para que no caiga en el olvido este lenguaje sonoro que se ha mantenido a lo largo de los siglos como un medio de comunicación comunitario, Zelaia recogió los testimonios de antiguos campaneros en una partitura que donó al Ayuntamiento. 

Aspecto que presentaba los aledaños del Ayuntamiento antes del lanzamiento del cohete. Iban Aguinaga

Así, con los sonidos de los cohetes y las campanas estalló la fiesta. No parará hasta el domingo, cinco días para aparcar problemas y diferencias y disfrutar, cada persona a su ritmo. Para llenar de contenido estos días, el Ayuntamiento ha organizado con unas 80 propuestas en el programa oficial, con un presupuesto es de 126.844 euros. 

MAÑANA DE GIGANTES 

Con el txupinazo tomaron vida Kinta, Kinto, Momotxorro y Sorgiña, los gigantes de Altsasu, que anunciaron la fiesta por las calles de la villa acompañados de sus inseparables gaiteros. Y es que en el arranque festivo no pueden faltar estas esbeltas figuras, un valor seguro en toda celebración. No en vano, representan un mundo de ilusión, sobre todo entre las y los txikis, muchos de los cuáles ya tienen su gigante preferido. Kinto y Kinta echaron a bailar en 2019, en sustitución de los antiguos reyes moros. El pasado año llegaron Momotxorro y Sorgiña, que remplazaron a estos dos personajes, los principales del carnaval de Altsasu, que habían envejecido desde que iniciaron sus andadura a principios de los años 90. Volverán el próximo domingo, último día de las fiestas. Los que no fallan son los cabezudos, que salen todas las tardes. 

Los gigantes de Altsasu no faltaron ayer su cita con los y las txikis. Iban Aguinaga

En toda fiesta que se precie no puede faltar la música. Ayer al mediodía la oferta fue doble. Mientras en la plaza se pudieron escuchar sonidos celtas con Ecléctic Celtic Band, los grupos de Kantuz de Altsasu, Bakaiku, Arbizu y Etxarri, cerca un centenar de personas, cantaron canciones de siempre como Mendian gora, Oi Ama Euskal Herri o Topa dagigun, entre otras, a las que se unieron más voces.